Those who have knowledge, don't predict. Those who predict, don't have knowledge., Lao Tzu
Continúo con esta serie de “sabiduría” mundana para salir un poco de la rutina de los ETFs y las ventajas de la indexación.
Los siguientes son cuentos o historias. Las dos primeras son traducciones libres y las he encontrado en el genial libro: Charlie Munger: The Complete Investor. Las dos últimas son del Bartlett's Book of Anecdotes, el cual recomiendo para los curiosos porque trae algunas anécdotas oscuras bastante iluminadoras y hasta cómicas.
Al igual que he repetido en el resto de posts de esta serie, las moralejas o conclusiones son totalmente subjetivas, personales y hasta incorrectas. La intención no es obtener la respuesta correcta sino reflexionar con un poco de humor.
#1
Un piloto que piloteaba un globo de aire se da cuenta que se ha desviado bastante de su rumbo y por lo tanto decide llevar al globo a una menor altitud quedando por arriba de un edificio de oficinas. Un hombre que se encontraba afuera en la azotea ve el globo y saluda. El piloto del globo le grita: “Disculpe, me podría decir dónde estoy?” El hombre en la azotea le contesta: “Usted está en un globo de aire a 150 pies por arriba de las oficinas centrales de un banco de inversión”. El piloto le contesta: “Imagino que usted debe ser un pronosticador en ese banco”. Sorprendido el hombre le contesta: “Sí, cómo lo supo?”. A lo que el piloto responde: “Lo que usted me dijo es técnicamente correcto, pero no es de ninguna utilidad para nadie.”
Moraleja: Definitivamente podemos cambiar la palabra pronosticador por economista, gurú, analista, comentarista, periodista, blogger y un sinnúmero más de ocupaciones y la conclusión sería la misma. La mayoría de la gente que dice pronosticar lo que realmente hace es trazar una línea recta de la situación actual y prolongarla con la misma pendiente, es decir, si la situación está mal pues entonces seguirá mal o se pondrá peor, o si la situación está bien entonces seguirá bien o se pondrá mejor. Es por esto que los cambios de tendencia cogen desprevenidos a la mayoría.
Explicar lo que está pasando Hoy y Ayer es a veces tan inútil como tratar de explicar Mañana por qué el pronóstico de Ayer no funcionó. Muchos pronosticaban hiperinflación, que las tasas subirían, que nadie iba a seguir comprando Bonos americanos, que el petróleo iba a llegar a 150, que las commodities iban a seguir subiendo, que el ébola era el fin, etc. Ahora lo que tenemos, en el mejor de los casos, es a los mismos explicando por qué lo que dijeron que iba a pasar no ha pasado. En el peor de los casos omiten sus predicciones fallidas y doblan la apuesta.
Al menos para mí, desde mi infinita ignorancia e incomprensión de muchas cosas, los mejores pronósticos no son aquellos con los que se concuerda o difiere, ni los que suenan lógicos y están llenos de buenos argumentos, dialéctica, datos y sentido común (ese que en la realidad es menos común de lo que se piensa). Para mí los buenos pronósticos son aquellos de los que se habla poco y/o que suenan ilógicos y/o fuera de lo ordinario. Sí, aquellos que al buscarlos en google apenas aparecen unos cientos de miles de entradas en lugar de millones.
If anyone had said in 1950 that the world’s great economic powerhouses a
half century later would be Japan and Germany, ranked second and third,
that person would have been ridiculed. If you argued in 1970 that by 2007
China would be the world’s fourth- largest economic power, the laughter
would have been even more intense. But it would have been no funnier
than arguing in 1800 that the United States by 1900 would be a world
power. Things change, and the unexpected should be expected.
#2
Dentro de un trading-floor de forma cuadrada se encontraban en cada esquina Charlie Munger, el conejo de Pascua, Superman y un exitoso pronosticador. En el centro hay una pila de billetes de 100 dólares. Si cada uno corre a por los billetes, ¿quién se queda con el dinero? La respuesta es Munger porque el resto sólo existe en el mundo de las fantasías.
Moraleja: dudo mucho que Munger estuviera en un trading floor, pero aparte de eso, el problema para que un pronosticador sea exitoso (o creíble) no sólo es la consistencia en su historial (que casi nunca existe, ni la consistencia ni mucho menos el historial) sino que también necesita: (i) acertar con su tesis, lo cual ya es bastante complicado no sólo por el problema de las intersecciones de probabilidades (conjunction fallacy) sino porque habrá muchas variables que desconoce y/o no entiende; (ii) necesita acertar en el timing porque de nada sirve que me digan que en 100 años el mundo se va a acabar o que algún día se va a encontrar la cura contra el Cáncer, yo lo que necesito y lo que me sirve es algo aplicable en mi tiempo de vida, el resto son pajas mentales; (iii) necesita acertar con las consecuencias de segundo orden en el caso de que su pronóstico sea correcto porque es inútil que alguien diga (por poner un ejemplo) que en 10 años habrá coches autónomos si no dice qué impacto tendrá en las diferentes industrias o en la economía en general o en las Pensiones o en el PIB per cápita o para quién va a ser accesible o qué cuota de mercado van a obtener o qué tipo de regulaciones se impondrán a esta nueva tecnología o cuál será el resultado final de la lucha entre intereses protegidos Vs esta nueva tecnología o cómo impactará eso en la vida del ciudadano promedio de un país en donde todavía no llega esa tecnología porque esos coches podrán aparecer en USA o alguno de los países nórdicos o en Alemania y Suiza, pero qué va a pasar en Hispanistán durante mi tiempo de vida.
En pocas palabras, el pronóstico no sólo debe ser cierto y su timing correcto, sino que también debe de ser de utilidad práctica para el ciudadano de a pie en su contexto y situación.
#3
Girolamo Cardano fue un matemático y astrologo italiano que vivió en el siglo XVI. Fue pieza clave en la fundación de la Probabilidad y en el uso sistemático de números negativos considerándosele uno de los grandes matemáticos del Renacimiento. Hasta aquí todo bien, pero también era muy reconocido y famoso en Europa por sus horóscopos, tanto así que visitó Inglaterra para pronunciar el horóscopo del joven Rey Eduardo VI.
Cardano era un fiel creyente en la precisión de su supuesta ciencia de los horóscopos y por lo tanto hizo un horóscopo pronosticando la hora de su propia muerte. Cuando el día llegó finalmente, Cardano se encontró con el dilema de que poseía buena salud y estaba a salvo de cualquier daño. En lugar de declarar su predicción incorrecta, Cardano se suicidó.
Moraleja: Independientemente de si dicha anécdota sobre su suicidio es cierta o no, esta pequeña historia ilustra muy bien un fenómeno que con frecuencia aparece en los pronosticadores. Yo llamo a este fenómeno “doblar la apuesta” y está muy relacionado con el sesgo de compromiso y consistencia. Si leemos con atención los pronósticos de varios de los que han estado mal desde 2009 veremos que cada vez que el Mercado y la Economía les demuestran que están equivocados, entonces la mayoría de ellos en lugar de temperar sus predicciones (aunque algunos lo han hecho) o actualizar sus pronósticos, han optado por hacer sus predicciones más severas y radicales. A esto se le conoce como el Backfire Effect. Los que antes decían que iba a haber una corrección fuerte, ahora lo han cambiado por crash; los que decían que el Mercado debía caer hasta los infiernos, ahora dicen que el mundo va a colapsar.
El problema de doblar la apuesta cada vez que uno se equivoca es que la bola de nieve se va haciendo más grande y es más difícil retractarse porque se ha personalizado el éxito o fracaso, ie, el pronosticador cree que él y su pronóstico son un mismo ente inseparable. A Cardano le pasó lo mismo, en lugar de abandonar el barco decidió fundirse con su predicción y dobló la apuesta.
#4
John Partridge (1644–1715) fue un zapatero británico que se convirtió en editor de un almanaque de horóscopos. En 1707-08 el satírico Jonathan Swift decidió burlarse y sacar del negocio al fraudulento Partridge. Swift utilizó el pseudónimo de Isaac Bickerstaff y publicó una carta astrológica con predicciones y expresando su preocupación para rescatar a la astrología de las manos de los charlatanes. La publicación tenía la intención de ser una parodia pero las predicciones de Bickerstaff eran escritas de forma mucho más precisas que las vagas y ambiguas predicciones del almanaque de Partridge, por lo tanto varios se las creyeron. Su primera predicción fue la muerte del mismísimo John Partridge para el siguiente 29 de Marzo a las 11 pm debido a una fuerte fiebre.
En la mañana del 30 de Marzo varios editores de Londres se unieron y publicaron un panfleto anunciando que la predicción de Bickerstaff se había cumplido y que Partridge había muerto la noche anterior. Este panfleto daba una descripción detallada de sus últimas horas.
Partridge se apresuró a publicar una negación de su muerte, pero para entonces ya nadie le creía. Otros escritores se unieron a la farsa con panfletos que instaban a Partridge a abandonar su perversa insistencia de decir que aún estaba vivo. Hasta la “Stationers’ Company”, que por ese entonces era el ente regulador de la industria, quitó el nombre de Partridge de sus registros.
Tuvieron que pasar 4 años para que Partridge se recuperará de este ataque y comenzara de nuevo la publicación de su almanaque, pero para entonces Isaac Bickerstaff ya se había convertido en un nombre familiar.
Moraleja: con la enorme cantidad de desinformación que existe y que puede ser distribuida y tergiversada en internet, la historia anterior se repite casi todos los días en distintas variantes. La muchedumbre acepta lo que lee y escucha sin reparo, siempre y cuando coincida con sus ideas y creencias preconcebidas. Muy pocos son los que se toman el tiempo para ver si las fuentes que se leen o escuchan tienen un buen historial de veracidad o si en realidad existen. Muy pocos analizan los datos detrás de una publicación o si el método de interpretación y/o recolección es sólido y robusto. Muy pocos investigan los incentivos y/o contexto y/o bagaje personal de quienes publican algo. Si la narrativa concuerda con lo que yo pienso entonces no existe ningún inconveniente, pero si no concuerda entonces hasta inventamos “peros”.
Sed honestos, cuántas veces no habéis leído números, porcentajes, datos, estadísticas, gráficos, historias y anécdotas que todo el mundo repite, comparte y cuelga pero que muy pocos o nadie ha investigado el verdadero origen y fiabilidad. Algunos las toman como ciertas porque alguien con “autoridad” lo ha dicho o repetido. Otros simplemente se lo creen porque alguien que les cae bien o en quien confían lo ha compartido o porque la mayoría de su tribu a la que pertenece lo ha aceptado.
Cuántas veces no habéis visto un gráfico o una tabla o estadísticas donde realmente no comprendéis todo al 100% ni tampoco entendéis muy bien cómo han llegado a esos números pero lo aceptáis porque confirma lo que ya pensabais. Es a lo que Feynman se refería cuando hablaba de que nuestro conocimiento es muy frágil. Pensamos que realmente entendemos algo, pero la verdad es que muchas veces sólo sabemos los nombres o descripciones de las cosas o confundimos familiaridad con comprensión.
Lo que le pasó a Partridge es lo que se le conoce como el Teorema de Thomas: Si las personas definen como real una situación, entonces las consecuencias de dicha situación se convierten en reales. Esto pasa todos los días porque una vez que algo se ha hecho viral en internet muchos comienzan a considerarlo como cierto, ya sea un gráfico, un dato, una noticia, incluso una opinión o un análisis. Esto a su vez crea un feedback loop y entonces ya no importa si ha sido sólo un rumor o una broma o una confusión o un sarcasmo o simplemente información sembrada con intenciones desconocidas. El daño ya está hecho y difícilmente una fe de erratas (ni fe de errores) podrá resarcir la herida o reparar el error.