Al parecer, las ratas siguieron la estrategia de predicción óptima de elegir siempre verde, mientras que los humanos intentaban pasarse de listos y después de ver como salían 3 o 4 bolas verdes seguidas apostaban porque iba a salir una bola roja (me suena eso de querer adivinar donde está el suelo después de unas sesiones bajistas e intentar aprovechar los rebotes).
Aquí se puede leer el post de gurusblog entero.
El 75% de bolas verdes se corresponde con una tendencia primaria habitual, en la que los movimientos a favor de la tendencia suelen tener entre el doble y el triple de magnitud porcentual que los movimientos que se producen en la dirección contraria a la tendencia principal. Cualquier rata que no haya terminado los estudios primarios detecta esta cadencia inmediatamente.
La ventaja que tiene una rata a la hora de aprovechar una tendencia es que no alberga los defectos habituales en un ser humano que le empujan a perder dinero en los mercados.
Si a una rata sólo se le suministra comida cuando acierta el color de la bola, no se arriesga con teorías no refrendadas y va a lo seguro, de esa manera sabe que come 3 de cada 4 veces. En cambio, el ser humano que come todos los días acierte o no, quiere demostrarse a sí mismo y a los demás su fino olfato y su gran perspicacia acertando precisamente en el momento en el que tiene todas las de perder. Pero como las matemáticas son inmutables, acaba perdiendo dinero.
Operar profesionalmente en los mercados es un trabajo duro y desagradable, no se parece en nada a una diversión. Todo lo que proporciona placer produce pérdidas, a mayor placer o satisfacción más pérdidas potenciales.
Un ejemplo de esto lo tenemos al comparar un dominguero y un taxista. El dominguero está deseando que llegue el fin de semana para conducir y disfrutar haciéndolo, y ese placer le cuesta dinero. El taxista en cambio, está harto de conducir y de aguantar atascos, pero gana dinero con la profesión.
En los mercados ocurre lo mismo:
El que se acerca al mercado para disfrutar acertando una compra en el mínimo precio del año y luego vender en todos los máximos, tiene pocas probabilidades de acabar ganando, sobre todo cuando quiere comprar en mínimos estando inmerso en una tendencia primaria bajista.
El que ha comprendido que si quiere vivir del mercado tiene que dedicar bastantes horas a hacer trabajos desagradables, rutinarios, nada gratificantes y ser muy disciplinado, tiene puestos los cimientos para salir bien parado del intento.
Operar contra cualquier estadística que se pueda comprobar que es fiable, además de un suicidio financiero es una demostración palpable de una falta de profesionalidad en lo que se está haciendo. Cualquier persona que todavía no haya comprendido que operar con una probabilidad del 75% a favor, es mejor que situarse al lado del 25% de probabilidades de acertar, debería de poner su dinero a salvo de sus decisiones.
Menos mal que las gestoras de fondos no leerán esto, porque si lo hicieran y fueran consecuentes, contratarían ratas para gestionar los vehículos de inversión colectiva que tienen encomendados.