Todo lo que reluce no es oro. Tampoco reluce mucho últimamente el honor de los organismos que tienen que supervisar y garantizar el patrimonio de la sociedad.
Parece que se han falsificado unas cuantas toneladas de lingotes de oro rellenándolos de tungsteno como si fueran bollicaos. Lo gracioso es que, como dichos lingotes tienen todos los controles en regla, la única forma de saber cuáles son los buenos y cuáles los rellenos es cortándolos por la mitad para ver si están rellenos de oro o de chocolate.
El problema puede salpicar también a los ETFs que tienen oro físico, pues entre pillos, cuando se descubre el pastel no vale devolver la jugada.
También se está poniendo en duda si el oro sigue estando en FORT KNOX, si la caja fuerte estará llena de telarañas o la cobertura de oro de los lingotes se habrá desteñido y el tungsteno está impresentable para una inspección. Lo cierto es que hace medio siglo que nadie ha visto ese oro.