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La potenciación del turismo histórico y cultural: La ruta del Santo Grial - I

    El turismo del presente y del futuro, sobre todo el demasiado dependiente de la nieve y la meteorología, está necesariamente inmerso en cambios estratégicos para su supervivencia. En este contexto la desestacionalización, la digitalización, la transformación digital y la potenciación de rutas históricas, culturales y de naturaleza son elementos clave.

    La ruta del Santo Grial es una de esas rutas históricas y culturales que pueden potenciarse mucho más de lo que se hace hasta ahora y  se puede combinar con otras, relacionadas con la Ornitología por ejemplo así como el deporte de la bicicleta de montaña, también por supuesto con las rutas gastronómicas y otras muchas en buena y adecuada proporción. 
    Existe ciertamente un creciente interés por este tipo de rutas históricas y culturales, que también pueden vincularse al recreacionismo histórico, documentales, películas etc.   La ruta  del Santo Grial la trato sucintamente. con alguna fabulación añadida,  en mi reciente libro "Misterios y Magia de Aruej", una fabulación sobre el Valle de Aruej y del Aragón en el Siglo XI. 

      Esta ruta del Santo Grial, icono emblemático sobre todo en la Edad Media y también en nuestros días,   realmente empieza en la "Última Cena" y es el Cáliz o Copa, Grial o Graal, que empleó Jesucristo en dicha cena última con sus discípulos en donde tienen lugar acontecimientos y  diálogos memorables para la Historia y para la Religión.  La ruta proseguiría con destino a Roma y  parece que termina en Valencia, pero antes de este destino,  En España el Santo Grial tiene una serie de peripecias y periplos que le llevan inicialmente a Huesca, cuando no existía todavía el Reino de Aragón, y luego, resumidamente,  en el Pirineo de Aragón por pequeños pueblos, incluyendo muchas y diversas  joyas del Arte Románico como la propia impresionante Catedral de Jaca, estando allí el Santo Grial entre otras cosas porque era la capital del Reino de Aragón en su momento, más tarde la capital del Reino sería Huesca y luego Zaragoza, en acompasamiento y sincronía con la lenta retirada del Islam ante el imparable avance cristiano hacia el Sur. 
    
    
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