La ONU ha presentado el 19 de abril de 2021 su informe anual sobre el Cambio climático y las evidencias que proporcionan los datos como por ejemplo de la OMM, Organización Meteorológica Mundial son muy claros al respecto. El Cambio Climático avanza imparable, la temperatura del planeta Tierra va aumentando, así como los gases de efecto invernadero y sus devastadoras consecuencias de fenómenos meteorológicos como deshielo de casquetes polares, pérdida de superficie de los glaciares, sequias, huracanes, incendios y otros fenómenos con sus impactos diversos
El informe de tan sólo 56 páginas no tiene desperdicio y llama poderosamente la atención en cuanto a la lista detallada de impactos en 2020 tales como la sequía en el Valle de la Muerte de California, llegando a alcanzar casi 54,5 º el 16 de agosto, algo que no había ocurrido en los últimos 80 años. Las lluvias torrenciales e inundaciones fueron, en el otro extremo, un fenómeno particularmente intenso en el Sahel y el Cuerno de África. Los océanos siguen degradándose por acidificación y desoxigenación, algo que afecta negativamente a los ecosistemas marinos y la pesca. Groenlandia sigue perdiendo hielo a pasos agigantados, que si se suma a las pérdidas de la Antártida ene 2020 es como el doble de la descarga del río Rin.
No es de extrañar pues que en los informes de la ONU se establezcan conexiones con las pérdidas económicas “graves pérdidas y daños que afectan a las personas, las sociedades y las economías” y que exista una creciente preocupación en la Economía y las Finanzas por analizar y cuantificar los impactos económicos del Cambio Climático estableciéndose incluso una especialidad que podríamos denominar las Finanzas Ambientales, con reputados economistas como Nicholas Stern del que hablaremos en otra ocasión.
Luis Ferruz Agudo
Escritor y economista.