En nuestra entrada anterior comentábamos el acuerdo histórico de los Ministros de Finanzas del G7 de armonización fiscal internacional, con un tipo mínimo del 15% en el Impuesto de Sociedades para empresas que operen en el extranjero. Se trata del principio de un largo camino en el que quedan mucho camino por recorrer en cuanto a extensión a muchos más países, concreciones del hecho imponible y base imponible, así como el complejo sistema de exenciones en algunos países que reducen los tipos nominales a unos tipos efectivos más bajos. Queda por definir mucho, sobre todo lo que podríamos llamar la letra pequeña del acuerdo y su extensión a amplias áreas geográficas en las que no parece que vayan a estar potencias rivales como Rusia, China, India y otras.
El objetivo es fundamentalmente acabar con las tres últimas décadas competitivas a la baja de impuesto de sociedades y unificar tipos impositivos para eliminar distorsiones de mercado y ventajas fiscales por domiciliación fiscal, que busca la deslocalización de la facturación real en otros países, atraída por tipos impositivos bajos o muy bajos como son los casos flagrantes de Irlanda (12,5%) donde realiza la mayor parte de la tributación Apple por toda su facturación en la Unión Europea, Hungría (9%) y Suiza (8,5%) para atracción de multinacionales, lo que redundará en una mayor recaudación fiscal, que incluso, desde mi punto de vista, podría aplicarse de manera finalista con una cierta porción a paliar desequilibrios financieros de la Seguridad Social y Pensiones.
Se trata de algo que parece muy de sentido común financiero y fiscal, a saber: que las empresas paguen según donde operen, tengan ventas y beneficios, y no donde esté localizada la sede social y domiciliación fiscal. La clase media y los trabajadores son los más perjudicados por esta esquizofrenia financiero-fiscal de presión a la baja del impuesto de sociedades por atraer a multinacionales, que se localizan fiscalmente en países con presión fiscal baja y cobran a sus filiales en donde realmente operan por patentes y derechos de propiedad intelectual.
El camino no va a ser tan fácil tal y como han sido las exitosas declaraciones del G7. Ahora se “pasa la pelota” ampliando el espacio geopolítico al G20 y más tarde a la OCDE, que ya lleva mucho tiempo trabajando sobre el tema sin mucho éxito, quizás porque se necesitaba empezar con el G7 como se ha hecho ahora y de ahí seguir avanzando. De cualquier manera, ya lo dice el refrán “mas vale vicios no dar que vicios quitar”. La resistencia a cambios va a ser notable por parte de países como por ejemplo Irlanda, Hungría y Suiza que tratarán de negociar tipos nominales por debajo del 15% y mantener sus sistemas de exenciones que llevan a tipos efectivos muy por debajo del 10%. Otra alternativa, con cierta sofisticación, sería mantener los actuales tipos impositivos, pero realizando las empresas la compensación correspondiente en los países en que realmente operan y facturan. Con el nuevo escenario financiero-fiscal se podrían llegar a recaudar hasta 80.000 millones de dólares adicionales.
Luis Ferruz Agudo / Escritor y economista /