En estas fechas son propicias las discusiones off-line, o sea las de toda la vida. En una de estas discusiones, ha surgido el tema del barómetro del CIS y cierta interpretación de un dato que a algunas personas de mi familia les ha parecido curioso.
El dato es que cerca del 80% de los españoles piensan que la situación económica Española es mala o muy mala, mientras que sólo un poco menos del 40% de los españoles piensan que su situación económica es problemática. La primera impresión de esta idea sugiere que existe un pesimismo sobre el colectivo pero no tanto sobre el particular.
Y estos resultados, unido a esta interpretación podrían llevar a la conclusión de que gran parte de esta crisis es algo que no existe y se encuentra en el miedo. Esto apoyaría las teorías acerca de que lo que necesitamos es confianza.
Sin embargo esta interpretación es errónea y desde luego los datos son compatibles con una situación muy grave; otra cosa curiosa es que estos resultados demuestran una gran inteligencia de los encuestados, ya que lejos de ser contradictorios, lo que demuestran es un gran análisis, al cambiar el enfoque.
Voy a tratar de exponer en un ejemplo un poco exagerado lo que nos está indicando esta encuesta y estas respuestas. Para ello pensemos en el tema del peligro en las carreteras; imaginemos que hacemos dos preguntas básicas:
¿Cree que habrá muertos en las carreteras en el próximo año?. Desgraciadamente estoy seguro que el 100% contestará que sí. Por lo tanto el 100% de las personas detectarán un peligro en la circulación vial.
A continuación preguntaremos: ¿morirá Vd. en la carretera en el próximo año?. Pues es de suponer que el 100% contestará que no. Y además resulta que la inmensa mayoría acertará, porque afortunadamente una gran mayoría de los conductores no mueren en las carreteras.
Como podemos entender, el ámbito de análisis es distinto, el sujeto es distinto y desde luego los resultados son distintos de forma que las respuestas que en principio pueden parecer contradictorias son totalmente coherentes entre sí al valorar aspectos que, aunque relacionados, son diferentes por el enfoque.
Por supuesto, imaginando una situación en la que la situación en las carreteras se complique, (bien porque se reduzca mantenimiento, bien porque vengan nuevas situaciones climáticas, bien porque se reduzca seguridad de los vehículos o cualquier razón que afecte a nuestra seguridad), algunas personas pasarán a tener un mayor sobre su situación personal y seguro que no estarán tranquilos cuando salen a la carretera, por lo tanto las contestaciones a la segunda pregunta varían, y del mismo modo afectan a la primera.
Sí volvemos a la encuesta del CIS y sobre la percepción de la situación económica, la explicación de las respuestas es muy sencilla y en síntesis es la misma que en este proceso. Si preguntamos a cada ciudadano sobre su situación personal, encontraremos ciudadanos que mejoran y ciudadanos que empeoran. Por supuesto, nos encontraremos con ciudadanos que están bien y ciudadanos que están mal. Por lo tanto, cada uno hablará según su situación y según sus perspectivas, de forma que da una situación de cómo está todo el mundo.
En este caso, tenemos ese famoso 40% de personas que les preocupa su situación económica, que puesto al lado del 80% que piensa que la situación española es mala o muy mala, puede parecer muy poco; pero debemos analizar el dato al revés y enfocar primero el 40%, que es un porcentaje elevadísimo de personas que creen que su situación económica es grave. Y una vez determinamos que un 40% de las personas están preocupadas por su situación económica; ¿Cómo debemos entender la situación del país?. ¿Un país puede estar en una situación económica aceptable cuando el 40% de los ciudadanos se ven en una situación difícil?.
Pensemos en la pregunta de los muertos, (a veces llevarnos al extremo sirve para aclarar las cosas), y supongamos que un 40% de los conductores se ven en riesgo de morir al cabo de un año. Y después preguntemos si se ve seguridad en las carreteras.
En el caso económico, cada uno de nosotros sabe nuestra situación, que puede ser tan variada como personas seamos, pero en todo caso, todos tenemos claro que vamos a hacer ajustes para responder a los ajustes y a la situación. Es decir, si nos suben los impuestos, la electricidad, tendremos que pagar más por los commodities o por los créditos o bien tengamos que renunciar a intereses de nuestro dinero porque resulta que las entidades financieras tienen que generar beneficios para salir de esta situación, tendremos que ajustar aún más nuestra situación restringiendo donde podamos. En función de las cuentas de cada uno, el ajuste será más o menos dramático, o mejor dicho, más o menos posible. Por tanto, si lo que tenemos es que renunciar a bienes o servicios que no son esenciales, todos somos conscientes de que nuestra situación no se verá especialmente dañada, por lo tanto individualmente la situación no genera un problema; pero a su vez estamos comprobando que trasladamos ese ajuste a otras personas, de tal forma que el problema colectivo existe.
Esta es la razón por la que en la respuesta a esta encuesta encuentro bastante inteligencia entre los encuestados, ya que es muy fácil deducir que si yo tengo que renunciar a cafés, o a comprarme una camisa, mi situación personal no pasa a ser grave; pero en cambio la situación personal del dueño de la cafetería o del comercio es distinto.
Es decir, un gran 40% de las personas, van a tener problemas para ajustarse a la nueva situación, (probablemente porque no tengan ingresos o bien estos ya estén totalmente comprometidos con productos básicos o no elegibles), pero una gran parte del resto de la población es capaz de entender que van a tener menor renta disponible, que no va a suponer un excesivo problema propio, pero que va a tener efectos en el colectivo. O dicho de otra forma, que van a lograr evitar los problemas traspasándolos.
Y este razonamiento, implícito en una respuesta a una encuesta que puede parecer a simple vista incoherente, está a años luz de los análisis de los expertos y dirigentes económicos.