La hiperinflación, (o inflación) necesita por definición un incremento de la cantidad de dinero en circulación, (y es importante el concepto de “en circulación”), que acaba afectando a la demanda de un número limitado de bienes y servicios. Sin embargo cuando hablamos de una situación en la que la mayor parte de dinero es creada por el sistema bancario, mediante el sistema de créditos, tenemos una frontera clara; no es posible alcanzar una situación de hiperinflación, ya que tendríamos antes una crisis de deuda.
A lo largo de todos estos años, (los años posteriores a la implosión de la burbuja punto.com), hemos asistido con toda claridad a este proceso; el sector financiero se ha desarrollado de forma espectacular, de forma que la oferta monetaria se ha incrementado de forma espectacular de tal forma que hemos llegado a tener una expansión monetaria totalmente descontrolada. Sin embargo la situación no ha degenerado en una situación de hiperinflación, (si desde luego inflación), sino que ha degenerado en la situación en la que estamos actualmente.
El problema es que el sistema financiero, tal y como está planteado en la teoría, hace completamente imposible la situación de hiperinflación, al estar limitado por la evolución de la economía. Sin embargo, lo que ocurre es que la laxitud de los reguladores, todos los análisis y una buena cantidad de dogmas, han provocado un efecto perverso. Y no es otro que tratar de actuar sobre la percepción de la economía. Es decir, la economía limita el sector financiero, pero podemos hacer ciertas trampas para alterar la percepción del conjunto de la economía, de tal forma que el sector financiero puede expandirse por un tiempo saltándose la situación económica. Es importante que distingamos perfectamente lo que es hiperinflación de una burbuja, de tal forma que mientras el primer efecto es algo global y generalizado, (subida generalizada de precios), las burbujas son subidas de precios de bienes intercambiados en mercados financieros.
Esto parte de la distinción entre los conceptos de riqueza y renta que son dos variables tan relacionadas que incluso a menudo se llegan a confundir, (ocurre más o menos lo mismo con deuda y déficit). Es fácil entender que la riqueza es una variable de stock o estática, (indica la situación en cada momento), y que la renta es la variable flujo que acaba derivando a esta variable. En definitiva, para cada persona la riqueza que tiene en cada momento es igual a las rentas que ha tenido a lo largo de su vida que no haya gastado.
Es clave entender que a falta del desarrollo de las rentas, se puede actuar con mucha más facilidad sobre el efecto riqueza que sobre el efecto renta. Por esta razón cuando las punto.com se expandieron hasta el infinito, lo que se estaba era expandiendo la oferta monetaria por la vía del efecto riqueza, efecto que no estaba en absoluto justificado por las rentas.
En definitiva, lo que ha ocurrido es que las burbujas no han sido la consecuencia de unas políticas monetarias, sino que han sido las políticas monetarias en sí mismas, y lo que ocurre es que al final estallan.
La expectativa de inflación es necesaria siempre para mantener estas burbujas, pero curiosamente, el único argumento para defender la existencia o posibilidad de un proceso de hiperinflación no es otro que la necesidad de justificar la burbuja que tenemos actualmente, que no es otra que el oro.