Tengo poco, poquísimo respeto intelectual por la Teoría Económica que "construyen" mis colegas académicos en sus investigaciones en sus torres de marfil universitarias. Se positivamente que, en su mayoría no sirven para nada práctico para la gente de la calle, sólo para sus luchas por ascender en sus particulares carreras profesionales, y si alguna de sus elucubraciones mentales sirve para algo es como coartada intelectual para los más inicuos desmanes de determinados grupos de interés, fundamentalmente, aquellos ligados al poder económico.
Dicho esto, sin embargo, también he de decir que hay una teoría económica (así, con minúsculas), de andar por casa, que sí es útil y reveladora. Una Economía que se aprende estudiando (con aprovechamiento, eso sí) en alguna Facultad de Economía y luego también leyendo unos pocos libros y siguiendo algunos blogs. Una Economía que, por contra, me da la impresión, que no se aprende mucho estudiando en alguna de esas pomposas Escuelas de Finanzas o de Negocios de matrículas tan carísimas y tan útiles, eso sí, para conocer gente importante y concertar adecuados matrimonios (cosa ésta siempre a tener en cuenta, que casar bien es el primer paso para el éxito económico y profesional). Es una impresión, cierto. Puedo estar equivocado, pero de momento, es mi impresión.
Se me dirá que no tengo razones serias o científicas que justifiquen semejante andanada en desmerecimiento de quines estudian en escuelas que suelen incluir en sus denominaciones cosas como "empresariales y finanzas". Cierto, y ya desde ahora pido perdón para todos aquellos estudiantes de esas cosas que se diferencien de mi descripción. Pero en mi descargo he de decir que ya estoy harto de oir a empresarios y financieros, importantes o pequeños, solos o en grupo, que se enorgullecen de haberse "formado" en esos centros docentes, decir con toda seriedad toda suerte de barbaridades micro o macroeconómicas que harían enrojecer de vergüenza ajena a cualquier estudiante medianamente despierto (no hay muchos, lamentablemente) de cualquiera de nuestras facultades de Economía. (Recuérdese, a este respecto, las conclusiones y resultados de aquellas reuniones de empresarios que organizaba el más penoso y patético de los presidentes de Gobierno españoles, el olvidable sr. Zapatero, para aumentar con la gran sabiduría económico-empresarial de estos, los mejores empresarios y financieros españoles, sus ya de por sí extensísimos conocimientos económicos sacados en aquellas famosas dos tardes de estudio con su ministro Sevilla).
Y paso a contar la última de estas estupideces provenientes de un grupo de empresarios que he leído en un post de un blog intitulado "The End of Chocolate", el final del chocolate.( http://www.truthdig.com/eartotheground/item/the_end_of_chocolate_20131010?utm_source=twitterfeed&utm_medium=twitter.)
Traduzco tal cual:
"Este triste pronóstico -el del final del chocolate- fue confirmado a principios de este mes cuando expertos en este sector de todo el mundo se reunieron en Londres en la Conferencia de la Red de Industrias del Chocolate para analizar el futuro de su industria. Anunciaron a su término que el mundo se quedaría sin chocolate tal y como lo conocemos en no más de siete años, queriendo con esto decir que los precios se dispararían por las nubes conforme la oferta de cacao cayera y la demandad siguiera creciendo"-
En apoyo a esta tesis, se citaban las palabras de uno de esos expertos, un tal Angus Kennedy en el Daily Star Sunday: "habrá una escasez de chocolate y no hay solución al problema. Siete años es lo que nos queda. Los expertos han concluido que necesitariamos 2,3 planetas como la Tierra para hacer frente a las demandas de chocolate en términos de espacio agrícola...y estamos acabando con todo esto. El problema que tenemos es que buena parte del espacio que se utilizaba para las plantaciones de cacao ha desaparecido. Los Chinos aman los coches y han descubierto que con el caucho se hace más dinero que con el caco y más rápidamente. Las plantaciones de cacao están siendo taladas y convertidas en plantaciones de caucho porque dan más rendimiento económico".
Y seguía nuestro experto más dicharachero en el sector económico del chocolate Mr.Kennedy diciendo:
"Hay un pequeño crecimiento previsto en el consumo de cacao en América y en China, pero en China y Asia se va a disparar a la estratosfera. También, y, por otro lado, el cacao se usa ahora por todas partes. Desde pasteles hasta cremas de belleza a "sprinkles" para el cafe.Es un producto muy popular. A menos que se planten más arboles, esto sucederá: Lo que veremos es un precio más elevado para el polvo de cacao, y por tanto, del chocolate. El precio de las tabletas y barritas crecerá en los próximos años. Veremos cómo disminuirá la cantidad de chocolate en las barras. Habrá barras más pequeñas, con más galleta, más pasas, más nueces y avellanas ya con que estos productos se rellena de modo más barato las barras. También estas serán más dulces, pues el azúcar es el ingrediente más barato para hacer el chocolate...Va a ser un chocolate muy distinto al que conocemos y amamos hoy".
Antes de que los, y sobre todo las, amantes del chocolate empiecen a acumular barras y barras de chocolate para afrontar en la medida de lo posible tan ominoso futuro, recuerden que Mr. Kennedy es un experto.
Punto....Y final
No tengo la menor gana de perder el tiempo siguiéndole por Internet, pero nada me extañaría que hubiese ganado su posición de experto como consecuencia de sus títulos (másteres y demás) ganados en una o más afamadas "Business Schools".
Para ser compasivos, supongamos que el día en que se contaba en la Busines School a la que asistía Mr.Kennedy cómo responde la oferta de un producto al crecimiento en su demanda, Mr.Kennedy no asistió porque tenía la gripe.
No se enteró por ello, de que si el precio de un producto (como p.ej., el chocolate) sube en el corto o medio plazo a consecuencia de -simultáneamente- un crecimiento a largo plazo en la demanda y un decrecimiento a corto plazo en su oferta (por, por poner un ejemplo, el desvío de alguno de sus factores de producción a la producción de otros productos, como el caucho en el caso del suelo dedicado al cacao), la respuesta del mercado (si es lo suficientemente competitivo) en el medio o largo plazo va en la dirección de volver a su precio inicial.
¿Cómo? Pues de modo directo, la subida en el precio del chocolate redunda en un incremento de los ingresos de los productores de cacao, lo que lleva a los productores de otros bienes (como, por ejemplo, los que dedican sus tierras a la coca) a ponerse a plantar plantaciones de de cacao como locos ya que su rentabilidad relativa se habría alterado. En consecuencia, en el medio y largo plazo, la producción de cacao crecerá lo suficiente como para que no haya razón alguna como para que el precio del chocolate en el largo plazo crezca de modo ostensible.
Esto lo sabe cualquier estudiante de Económicas porque gente como yo mismo se lo explicamos desde el comienzo de su formación. Y es un análisis económico sencillo y acertado. Así que desde ya me apuesto con los señores expertos de la industria reunidos en Londres que, a medio y largo plazo, el precio del cacao o el del chocolate no subirá en términos relativos.
O mejor dicho, me apuesto que no tiene por qué subir. Pues cabe una matización. Al esbozar antes el argumento económico que se aplica en esta situación he incorporado una "pequeña" pero no baladí salvedad. He dicho que los precios no tienen por qué subir si el mercado de chocolate es lo suficientemente competitivo. Y es que quizás no lo sea, no lo sé.
Y precisamente, bien pudiera ocurrir que se hubieran reunido en Londres los susodichos expertos de las empresas del sector para organizar e instrumentar el control oligopolístico de ese mercado, de modo que el señor Kennedy y los demás expertos con sus argumentaciones tan convenientes, ya que no convincentes, lo que pretendieran no fuera sino "justificar" unas más que previstas subidas de precios idecididas de antemano por las empresas del sector para obtener así unos beneficios "monopolísticos" abusivos.
Si esta fuera la explicación correcta, me trago todo lo dicho ("nunca se me indigesta tragarme lo que he dicho" dijo una vez Winston Churchill). Me desdigo y acepto gustoso mi error y reconozco que sí, que en las Escuelas de Negocios quizás sí se enseñe algo de índole "económica": a hacer negocietes.