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Las éticas profesionales especiales: El caso de Anna Maruny y la ética profesional de los actores

Las éticas profesionales "especiales". El caso de doña Anna Maruny y la ética profesional de los actores

                                                                 Fernando Esteve Mora

La noticia del día en esta apacible mañana de domingo la trae en primera página el periódico digital "El confidencial". (https://www.elconfidencial.com/espana/2019-08-11/anna-maruny-actriz-help-catalonia-ficha-ministerio-cultura_2170019/). En ella se cuenta cómo la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), dependiente del Ministerio de Cultura, ha contratado para uno de los papeles principales de "La vida es sueño" de Calderón de la Barca a nada menos que doña Anna Maruny, la "conocida" actriz que protagonizó aquel video propagandístico (reconocido por todos, como un "fake") en el que la asociación independentista Omnium Cultural mostraba a los ojos del mundo (estaba en inglés. Se titulaba "Help Catalonia") una versión de lo que había sucedido en Cataluña el día en que la Policía y la Guardia Civil trataron infructuosamente de impedir la votación en el referéndum independentista catalán del 1 de octubre de 2017, plagiando descaradamente un vídeo, este sí más realista y correcto informativamente hablando, de unos hechos dramáticos que habían sucedido en la revuelta del Maidan en en Ucrania en 2014. Con los ojos llorosos, doña Anna pedía ayuda al mundo entero ante la bárbara agresión que decía haber sufrido (bueno, no pedía ayuda sino  "help") ella y el pueblo catalán por tratar de llevar adelante sus más que legítimos, "legales" derechos a votar acerca de la independencia de Cataluña.  

 

Sin duda, este video, ejemplo de "agit-prop" hizo un enorme daño a España en el escenario internacional, y a cualquiera le puede resultar extremadamente curioso que como "remuneración" por tan singular contribución al deterioro de la llamada "marca España", (que me atrevo a aventurar habrá sido de cientos por no decir miles de millones de euros, caso de que se midiese), la dirección del CNTC, en concreto una tal doña Helena Pimenta, su directora, la recompense no sólo con un sueldo (no se si grande o pequeño)  sino con un puesto protagonista tan especial en una obra tan importante como la de Calderón en esa compañía teatral pública.

 

No sé si la señora Pimenta sabe poco o mucho de su oficio. O sea, no sé si tiene  o no "inteligencia artística", pero lo que, obviamente, no tiene es la menor "inteligencia política". Carece de la misma, y ello la inhabilita para el cargo que ocupa. Y, de nuevo, el Ministerio de Cultura se convierte en una fuente de problemas para el gobierno de Pedro Sánchez. Que otra vez vuelve a manifestar una notable falta de perspicacia en la "selección de personal" en este campo de la cultura, una manifiesta incapacidad para elegir en "Cultura" a  gente que no devenga en problemática para sus propios intereses. ¡Qué inutilidad entre gentes que se consideran a sí mismas cultísimas y modernísimas!, Y, por otro lado,  ¿qué tendrán en común las sedicentes "gentes de la cultura" para ser incapaces de mirar más allá de su propio ombligo cuando ocupan cargos políticos? Me imagino que un narcisismo patológico. 

 

Y es que, doña Helena Pimenta lo ha hecho rematadamente mal pues se supone que una directora del CNTC debería velar por la difusión de las obras de nuestro teatro clásico, y, ciertamente, me temo -por no decir que estoy casi seguro- que tal cosa no lo va a conseguir y que va a pasar a la pequeña historia del CNTC por este asuntillo. Y es que hay muchas probabilidades que cuando se estrene en Madrid esta versión de la "vida es sueño", unos pocos días después de la Diada anual en Barcelona y a los pocos días de la publicación de la sentencia del Supremo, lo que menos va a importar será el texto de Calderón, sino que doña Anna Maruny, la actriz independentista o la independentista actriz que tanto monta, participe en él. Ya veremos si el CNTC no se ve al final obligado, si el asunto acaba traduciéndose en líos de orden público que se monten en la platea, a suspender las funciones, y también tengo grandes dudas de que -salvo en Cataluña-, la gira por el resto plazas del estado, caso de que se lleve adelante, vaya a ser triunfal. O sea, un posible despilfarro económico, y unos probables problemas  políticos (al menos para el PSOE) que se podrían haber perfectamente evitado si la incapaz de doña Helena Pimenta no hubiese contratado a la independentista actriz doña Anna Maruny. 

 

Por supuesto, doña Helena Pimenta asegura que no sabía nada del curriculum como actriz para el independentismo de doña Anna Maruny. Tal cosa sólo se la puede creer quienes crean en los reyes magos o en harry potter, pero aún si así lo fuera, si fuese verdad, ello no haría sino aumentar la certeza acerca de su incapacidad para las responsabilidades y funciones gerenciales.

 

Pero, en su descargo, cabe preguntarse si podria doña Helena Pimenta haber hecho otra cosa para evitar de antemano el  previsible cúmulo de problemas que la contratación de doña Anna Maruny puede suponer para el CNTC, el Ministerio de Cultura y el gobierno del PSOE. Entramos así de lleno en las cuestiones éticas que el caso plantea. Siendo la primera de ellas si la CNTC debe o no discriminar por razones ideológicas a quienes, como doña Anna Maruny es tan actriz independentista como  independentista actriz. ¿Se la debe "discriminar" por independentista? Es este un tema que se está planteando estos días en diferentes "escenarios"  conforme se ha ido sabiendo que el Ayuntamiento de Madrid tiene como "política de contratación cultural" el no contratar a artistas cercanos a Podemos o a los partidos independentistas, o que el Ayuntamiento de Bilbao haya eliminado la actuación del rapero C.Tangana por sus letras machistas.

 

La respuesta no es nada fácil, pero desde la Economía puede ofrecerse un criterio de actuación a partir de un principio que creo que es generalmente compartido.Y es que, frente a la inmediata respuesta de que las administraciones públicas no deben discriminar por ningún tipo de razones ideológicas, porque ello sería anticonstitucional, cabe argüír que los recursos de que gozan son escasos, que no se puede contratar a todos los artistas, sino que hay que elegir. Y en este asunto del arte y la cultura, cualquier selección se tiñe de ideología inevitablemente. Y hay aquí que acentuar que el deber de las administraciones públicas es gestionar lo más eficientemente que puedan esos recursos limitados, los dineros que pagan los ciudadanos.

 

Es decir, que dado que las administraciones públicas tratan de servir eficientemente el interés de los ciudadanos, han de conocer o interpretar como mejor puedan, ese interés o preferencias del público así como el "interés público", y para ello están las elecciones. Para saber qué quieren los ciudadanos. Pues no es tarea fácil descubrir esas preferencias públicas. De lo anterior o se sigue que  si han llegado al poder "los de derechas" en una localidad puede suponerse que el interés o las preferencias de sus ciudadanos tienden un poco más a los valores  y gustos estéticos de derechas (más autoritarios y más conservadores) que a los de izquierdas (más liberales/permisivos y más renovadores) , por lo que  la interpretación "derechista" de una política de contratación que dejase un poco a un lado a los "artistas " de cuyas obras responden en mayor medida a planteamientos  izquierdas y priorizase un poco a los artistas de derechas sería eficiente, pues así se usarían lo más eficientemente posible los recursos públicos en satisfacer las preferencias mayoritarias de la población. Por supuesto, la exclusión total de los "artistas de sensibilidad izquierdista o machista o independentista (o unionista en Cataluña)" según la administración de que se tratase, reflejaría también una ineficiente asignación de los recursos públicos en la medida que la "derecha" no habría obtenido  el 100% de los votos ya que  ni mucho menos el 100% de los votantes lo son.

 

Lo que vengo a decir en suma es que, dada la escasez de recursos, su administración eficiente debería buscar la mejor satisfacción de las preferencias de los ciudadanos, lo que se puede o mejor se debe llevar en la mayoría de los casos a políticas culturales asimétricas o no estrictamente igualitarias, en el mundo real, diga lo que diga la Constitución. Cierto es que, habitualmente, ese interés de la gente es mal interpretado y las administraciones públicas actúan según criterios que no se corresponden al interés del público ni al interés público. Por ejemplo, cuando responden a intereses particulares de grupos poderosos o a lo que se llama "lo políticamente correcto". Pero, al margen de estas situaciones,  el principio subyacente está relativamente claro: lo ético debe responder, al menos en cierta medida, a lo que es eficiente si se comparte el principio de que el  uso de los escasos recursos públicos ha de responder al criterio de la máxima adecuación a las preferencias colectivas, y no a las de grupos particulares. Es el "inconveniente" de vivir en una democracia representativa. A mí, que vivo en Madrid, me temo que en los próximos años me va a tocar padecer una política cultural desde el Ayuntamiento y desde la Comunidad Autónoma que con seguridad se podrá calificar de  ineficiente pues con seguridad será "casposa" (por usar de este concepto ampliamente usado en el mundo artístico), ya que con seguridad al dúo formado por el alcalde señor don José Luís Martínez "_________" Almeida y doña Begoña Villacís, con la inestimable colaboración de doña Andrea Levy, se le va a ir la mano hacia la derecha estética descaradamente. Me tendré que aguantar.  Qué se le va a hacer. Es lo que hay.  Es lo que toca en esta democracia tan imperfecta.

 

En consecuencia, de lo anterior se sigue que doña Helena Pimenta podría y no debería haber contratado a doña Anna Maruny para "la vida es sueño" en atención al muy evidente rechazo que su presencia en las tablas suscita para la mayoría de los españoles, que no son proclives al independentismo catalán, y a cuya formación y deleite teatral con las obras de "nuestros" clásicos se deben orientar los recursos del CNTC, y más aún cuando con certeza hay otras muchas actrices que podrían hacer al menos igual de bien su papel.

 

La otra cuestión ética que plantea el caso de doña Anna Maruny es el de la ética especial de los actores. Hace unos años traduje un libro muy interesante, una obra maestra por su profundidad y a la vez por su sencillez, El sistema de mercado de Charles Lindblom. En uno de sus capítulos indagaba por los requisitos éticos para que una sociedad funcionase eficientemente, y trataba en particular de aquellas éticas profesionales "especiales" que obligaban a comportamientos "distintos" a los que establecía la ética general. Por ejemplo, la ética profesional de los abogados les obliga, para la defensa eficiente de de sus clientes, a comportarse de modo "inmoral" desde el punto de vista del común de los ciudadanos, que no entienden su comportamiento profesional en defensa de asesinos de niños, violadores,etc.

 

Cosa nada baladí es la de si hay o no una ética profesional de los economistas, empresarios  y  managers o gerentes de empresas. Para uno de los padres del neoliberalismo, Milton Friedman, sí que la habría de modo que la obligación de los empresarios y economistas que trabajasen para ellos sería maximizar los beneficios sin mirar a otro lado. O sea, sin hacer caso a las consecuencias que se siguiesen de ese comportamiento enteramente egoísta. la idea subyacente es que, en una economía de mercado,  estaría operando la famosa "mano invisible" de Adam Smith  que trasmutaría la persecución egoísta del propio interés en bienestar colectivo, como por arte de magia. Hoy, tal "ética" empresarial está más que cuestionada aunque con poco éxito por  los movimientos en pro de lo que se conoce como RSC (Responsabilidad Social Corporativa).

 

Pues bien, en el caso de Anna Moruny, ha habido "artistas" (fundamentalmente otros actores) que han salido en su defensa han hablado de "caza de brujas" y han señalado que hay una ética profesional "especial" para ellos similar a la de los abogados que exonera enteramente a doña Anna Maruny de toda crítica que no sea "profesional".  Un artista se debería enteramente a su papel, por lo que -así lo afirman- la llorona de doña Anna Maruny en el famoso vídeo independentista ha de ser "juzgada" no por lo que dice sino por cómo lo dice. O sea, por cómo interpreta su papel, no por lo que contiene éste.  Otra cosa muy diferente, sería la ética de Omnium Cultural cuando hizo pasar como noticia y como documental reflejo de la realidad esa interpretación. Es decir, que en lo que respecta a doña Anna Maruny no se le podría culpar éticamente por hacerse pasar por una joven maltratada por las fuerzas represivas del orden del fascista estado español por simplemente querer votar, en un falso documental, aunque ella supiese no sólo que no había sufrido de ningún golpe por parte de la policía o de la guardia civil sino que lo que se contaba y ella contaba tan "verazmente" por ser tan "buena" actriz en ese documental era falso. 

 

Pues bien. Creo que en esto último está el meollo de la cuestión. Y es que doña Anna Maruny, cuando grabó el vídeo, sabía que no estaba interpretando un papel (o sea, siendo actriz y gozando por ello de la venia de la ética profesional de los actores que les exige mentir encima de un escenario) en una obra de ficción, sino en un documental que -como todo documental- ha de ser juzgado por su capacidad de describir con verdad la realidad, de ser un documento. Y ella sabía que ese documental era falso. Por tanto, su comportamiento como persona y actriz-  fue en ese caso inmoral. (Subrayo que "en este caso", o sea, en el vídeo "Help Catalonia"; del resto de su vida no digo nada). Permitió conscientemente que sus capacidades como actriz se usasen para un fin perverso: manipular engañosamente al público.

 

El participar a sabiendas en un documental destinado a engañar convierte a un actor o a una actriz en una persona mentirosa, que en persecución de su interés privado afecta negativamente a los demás. Dicho de otra manera, la ética profesional "especial" para los actores les "cubriría" para su participación en obras de ficción, pero no en documentales. La inmoralidad de estos les contaminaría, no como actores, sino como personas. Hacer de"malo" en una película no se traduce en que el actor sea malo como persona (puede sí ser un mal actor), pero hacer de bueno o de malo en un documental moralmente perverso, sí que es un comportamiento inmoral por parte del actor (sea o no un buen actor).  

 

Me asombra, por último, y me lleva a constatar la singular ausencia de entendederas en tanto artista que hay por ahí, que en defensa de doña Anna Maruny se cite una espléndida frase de un excelente  actor, Yves Montand. Parece ser que una vez dijo lo siguiente:  “Podría interpretar el papel de fascista en una película antifascista, pero jamás interpretaría el papel de antifascista en una película fascista”. No les entiendo lo más mínimo. No entiendo que no sepan distinguir entre una película y un documental.  Porque si eso dijo Yves Montand respecto a su participación en películas o sea, en obras de ficción, fascistas, ¿qué no diría respecto a su participación en un documental fascista? ¿Hubiera aceptado doña Anna Maruny actuar en un falso "documental" de corte "españolista"  contra el independentismo catalán?

 

En atención a esto último, no contratar  a doña Anna Maruny NO hubiera sido una discriminación injustificable sino la adecuada elección por parte del CNTC ante un curriculum con ese "punto negro", que si es verdad lo que dice la señora Pimenta, sabe que lo es y trata de ocultar. Exactamente igual que no es discriminador el que un empresario no contrate a un trabajador del que, por su curriculum, tenga dudas acerca de su moralidad. 

 

Nota: Tras acabar este post, me ha venido a la mente el caso de la campaña publicitaria de la Junta de Andalucía explícitamente contra "el maltrato a las mujeres", no explícitamente contra la violencia de género (para no herir la sensibilidad de los de VOX, siempre a flor de piel en este tema). La campaña, en forma de documental acerca de las vidas de unas mujeres maltratadas, sería tan inmoral y condenable como el "Help Catalonia" de Omnium Cultural porque es un documental mentiroso. La Junta de Andalucía estaría a sabiendas mintiendo a la gente, pues haría pasar por verdad una falsedad: la falsedad de que las mujeres que salen en ella, tan sonrientes y felices ellas,  no son actrices sino mujeres "corrientes" víctimas de la violencia machista. En la medida que las actrices no saben esto, o sea, de que los responsables de la Junta estaban haciendo una mentira, de lo que estoy convencido, sería inocentes pues la ética profesional de los actores las cubriría en este caso sin la menor de las dudas.

                                                                         FERNANDO ESTEVE MORA               

 

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  1. #4
    Madoz
    18/08/19 11:42

    Sentiriamos mucho algunos que uno de los pocos blogs de calidad de Rankia desapareciera.

    Se pueden compartir las opiniones o no, pero eso es secundario porque este blog por lo menos justifica las posturas que no son inamovibles (no deberian objetivamente)y cada uno puede pensar lo que quiera, mientras que en otros el dogmatismo ideologico es patetico e injustificado e injustificable.

    Un saludo

  2. en respuesta a Fernando esteve
    -
    Top 100
    #3
    12/08/19 12:52

    Coincido con usted que no se trata de un tema baladí.
    Aún así, no coincido con usted. De lo contrario, acabaríamos incluso criminalizando a los abogados de los asesinos en serie o a los médicos que salvan la vida de un homicida.
    Sinceramente, comparar la actriz que aparece en un anuncio independentista con los técnicos del gas de los campos de exterminio nazi denota falta de rigor y me parece una gran falta de respeto hacia las miles de víctimas de estos campos.
    En cualquier caso, está bien que podamos hablar abiertamente de estos aspectos, sea o no Rankia el mejor lugar para hacerlo.
    Un saludo.

  3. en respuesta a Pvila314
    -
    #2
    12/08/19 10:04

    Es evidente que, pese a mi habitual prolijidad, no le he convencido a usted y se declara partidario de extender la "patente de corso" que supone el dar a los actores el paraguas protector a sus comportamientos que implica el permitirles acogerse a una ética profesional "especial". No es un asunto baladí este de las eticas profesionales especiales. Como bien señaló Hanna Arendt puede, en algunos casos, no obviamente en el caso de los artistas, conducir a la "banalización del mal". ¿Hubiera concedido usted una etica profesional especial a los trabajadores del gas en los campos de exterminio nazis por la que sólo se les juzgase por lo buenos técnicos que eran?. ¿Son éticos los economistas y abogados que usan de sus conocimientos para defraudar a Hacienda? ¿Les ampara una etica profesional especial? Son temas nada fáciles e importantes. ...y me reafirmo en mi opinión de que los actores sólo pueden acogerse a una ética profesional especial que les permite mentir a sabiendas si trabajan en ficción, no en información. Y lo último. Tiene usted toda la razón. Tampoco yo sé qué pinta esta entrada en Rankia, y puestos a eso, tampoco sé qué pinta el entero blog de Oikonomía en Rankia. Como otras tradiciones que se mantienen por absurdas que sean porque son tradiciones, me da que no hay otra razón de peso. Quizás haya que replanteárselo

  4. Top 100
    #1
    11/08/19 23:05

    Que forma de mezclar la velocidad con el tocino. Será el calor veraniego...
    ¿De verdad no sabemos entender que un actor o una actriz interpreta un papel y listo? Da igual que sea en una película, un anuncio o una obra de teatro. Si hay que juzgar a algo, se debería juzgar a la película, al anuncio o a la obra de teatro, no a quien actúe en él/ella.
    En fin. Tampoco entiendo muy bien qué pinta esta entrada en Rankia pero también será el calor veraniego...