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                                                                             FERNANDO ESTEVE MORA

En una entrada previa he argumentado en favor de la probabilidad de una implosión de Madrid como ciudad dinámica y emprendedora debido a una mezcla de factores, unos  objetivos y estructurales(la progresiva consolidación del estado autonómico-federal y la culminación de los dos ejes básicos de comunicación con Francia por las costas: el corredor mediterráneo y el corredor cantábrico-atlántico), y otros -digamos que- políticos o circunstanciales  (la pérdida de atractivo de Madrid como espacio idóneo para las "clases creativas" debida a la "casposidad" de las políticas de su élite dirigente).

 

Por hacer un símil con la astronomía, podría decirse que Madrid habría operado hasta ahora como un auténtico agujero negro demográfico y social que -hasta ahora- ha crecido engullendo todo lo que le rodeaba. El resultado ha sido la España vaciada. Pero, a partir de ahora, y como ya no queda más que pueda atraer/engullir de su entorno, su futuro no parece nada halagüeño.

 

A menos, claro está, que alguno o los dos factores objetivos mencionados pierdan influencia (del factor "político", nada cabe esperar en mi opinión: el apego de la mayoría de  los residentes de la Comunidad de Madrid a la estética casposa está fuera de toda duda). Pues bien, es difícil siquiera imaginar un retorno a un estado centralizado que volviera a dar a Madrid los beneficios (y los costes) asociados a  la centralización política. Sencillamente, el resto de autonomías no lo aceptaría. Pero, paradójicamente, la profundización de la descentralización política hasta llegar a la independencia de Cataluña, o del País Vasco, o de las dos zonas, quizás podría ser la causa de que Madrid mantuviese su actual posición de predominio.

 

No cabe duda que, sin pretenderlo y con seguridad de modo opuesto a sus intereses y deseos, la deriva independentista del nacionalismo catalán ya ha supuesto unas claras ventajas posicionales para Madrid. Ello se vio, por ejemplo, en el cambio en el domicilio social de muchas empresas catalanas cuando la "asonada" de 2017. Y tampoco puede caber demasiadas dudas de que la radicalización nacionalista y los "costes" que ello puede imponer a quienes quieran instalarse allí ha supuesto un handicap para que Barcelona haya podido superar a Madrid definitivamente como la ciudad más europea, moderna y atrayente de España, cosa que podría haber conseguido fácilmente si hubiera podido continuar la dinámica que comenzó en 1992, dinámica que el nacionalismo radical sin duda ha ralentizado.

 

Y es que Barcelona si bien a diferencia de Madrid no ha sido nunca "casposa", hoy  tampoco hay duda de que ha perdido en buena medida esa ventaja comparativa de la que antes disfrutaba respecto a Madrid en la medida que los nacionalistas radicales la han hecho antipática para quienes no son creyentes en esa nueva religión para la que lo pequeño y paleto es la "solución" a los problemas de todo tipo que trae consigo  la globalización.

 

Así que, paradójicamente -repito-, cabe razonar que Madrid -en parte- debe el  mantenimiento de su  actual e inestable posición de liderazgo a los enemigos más detestados por su casta dirigente: los independentistas catalanes. Y, más aún,  cabe pensar que, si el independentismo catalán lograse sus propósitos, ello le reportaría a Madrid un soporte duradero en la medida que ello obligaría al Estado a replantearse la continuidad de  la conexión con Europa vía Cataluña, como se ha argumentado en este mismo blog en otras entradas, aunque sólo sea porque en tal situación la única conexión con Europa pasaría estar controlada por otros nacionalistas: los vascos.

 

La sola política posible para España en tal hipotético pero nada impensable caso sería el desarrollo de una conexión autónoma propia con Europa  vía el Pirineo Central que no dependiera ni de la aquiesciencia de Cataluña ni de Euskadi, conexión que por meras razones geográficas volvería a reflotar el papel central de Madrid.

 

Sería curioso que el futuro de Madrid pasase por la independencia de Cataluña, ¿no? De nuevo, una consecuencia no intencionada de esas que tanto abundan en el mundo económico y social.

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  1. #1
    21/11/20 18:39
    Sería malo, que la supervivencia o que la relevancia de Madrid, dependiera del proyecto independentista de Cataluña.

    Yo lo veo desde otra perspectiva, debido a las políticas rancias y obtusas, Madrid ha intentado competir por el lado misero y detestable, como paraíso fiscal en proyecto y punta de lanza de las políticas neoliberales, que inicio la predecesora Esperanza Aguirre (La gran defensora de la libertad).

    Sí Madrid se hubiese dedicado a cooperar, con sus vecinos castellanos del norte, sur, este y oeste, habría sido la plataforma por donde podría haber pasado toda esa cantidad de gentío, y en donde la gente iría a gastar su dinero.

    Pero... ¿de qué forma?, en primer lugar, siendo una capital abierta y cosmopolita, segundo, lugar con una calidad de vida en “general” buena, y en tercer lugar siendo generosa e invirtiendo sus excedentes en el desarrollo económico y social de las castillas.

    En definitiva, podría haberse asegurado la capitalidad, aunque a lo mejor no de España, pero sí de la zona. Con el desarrollo de los castellanos y con cooperación, lo podría haber conseguido.

    Aunque todavía esta a tiempo...

    Cuídese, un saludo