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                                                          FERNANDO ESTEVE MORA

La distancia geográfica entre Madrid y Barcelona o Bilbao no ha variado ni un ápice de anteayer a hoy, pero la distancia social y política ha aumentado de forma espectacular -se diría que hoy están en distintos continentes por no decir planetas- tras el espectacular triunfo ayer del PP en las elecciones en la Comunidad de Madrid, pues -que nadie lo dude- tanto el PP como Vox son hoy unos partidos separatistas. Sí, como lo son también aunque de otra manera,  de una manera explícita, los tradicionales partidos independentistas: Bildu, Esquerra Republicana de Catalunya, Junts per Cat y demás.

Y lo anterior no es ninguna "boutade" ni responde a ninguna de esas tonterías acerca de la pretendida singularidad de la vida madrileña que el curioso cerebro (sic) de doña Isabel Diez Ayuso es capaz de elucubrar.

Desde un punto de vista económico, podemos distinguir entre empresas generalistas que se dirigen a satisfacer las demandas de un amplio público en uno o varios  campos y empresas especialistas que se especializan en determinados nichos de mercado, es decir, en la satisfacción o de unas determinadas y concretas  necesidades del público en general o en la satisfacción de las más amplias necesidades de un segmento definido el mismo. Amazon sería hoy el prototipo de la empresa generalista. Una ferretería sería una empresa ya especiallsta pues sólo atiende a las necesidades de tornillería y otras herramientas del público en general. La carnicería halal de la esquina,  podría ser un ejemplo de empresa totalmente  especialista  pues se dirige sólo a satisfacer las necesidades de carne de, solo o fundamentalmente, el público  musulmán. Ya sé que no es esta una clasificación enteramente nítida, pues sin dificultad pueden encontrarse casos ambiguos o intermedios, pèro como pasa con otras clasificaciones en "conjuntos borrosos" en el campo de las ciencias sociales, creo que puede ser útil.

Los partidos políticos, como se ha venido repitiendo en este blog, pueden asimilarse a empresas que buscan satisfacer las necesidades o intereses públicos y del público  compitiendo en los mercados políticos o electorales. Y, como a empresas que son, a ellos se les puede aplicar la clasificación recién expuesta.

Desde esta perspectiva, los partidos independentistas serían, obviamente, unos partidos/empresas de tipo especialista pues pretenden (o dicen pretender) satisfacer las necesidades o intereses de unos colectivos concretos, como lo son los ciudadanos de Cataluña o el País Vasco. También serían partidos/empresas especialistas partidos como el Partido Animalista. Aunque, obviamente, este partido y otros semejantes  no sean separatistas como sí lo son los independentistas, pues su base de especialización no es geográfica. Y esto, como se verá más adelante, tiene una importancia esencial.

El PSOE es, obviamente, un partido generalista. Se dirige a todo tipo de público, viva donde viva, si bien en su lejano origen, la O de obrero en sus siglas señalaba a las claras que su público era sólo una parte de la sociedad, la por entonces llamadas "clase obrera". Pero hoy, esa O ya sólo cumple una función estética, y en su programa el PSOE pretende o dice pretender el satisfacer las variadas necesidades colectivas del conjunto de la población, independientemente de su lugar de residencia. Menos generalista lo es obviamente Unidas Podemos y las llamadas "confluencias" cuyo nicho de mercado es más limitado y estrecho  socialmente (ya que su público son las genéricamente denominadas "clases trabajadoras") y geográficamente (en la medida que el  nivel de centralización o articulación política de esas confluencias es muy bajo y consecuentemente el peso de lo "local" elevado). Podríanse por todo ello ser denominados  partidos semigeneralistas.  Los Verdes, pese a que su público es todo el mundo mundial, no pueden asimilarse a un partido generalista pues, como en el caso de una ferretería, sólo tratan de satisfacer una parte específica de las necesidades de la gente: las ecológicas y medioambientales.

El PP, inicialmente, era como lo es el PSOE también un partido generalista, como la P de popular en sus  siglas trataba de  atestiguar, pero está más que claro que, hoy por hoy, su programa  tiene una mínima  audiencia en  Cataluña y  en el País Vasco, y en esa medida e independientemente de que sus políticas económicas sean conservadoras y proelitistas (o sea, muy especializadas en un determinado sector de la sociedad: el más rico) se ha convertido en un partido/empresa especialista,  pues resulta obvio que su "producto" no se dirige a satisfacer las necesidades o intereses de catalanes y vascos, como se vcomprueba  en el bajo nivel de "ventas" que el PP logra en esas regiones en el mercado electoral. Al contrario de lo que sucede en Galicia, en Andalucia y -obviamente- en Madrid donde sus electores/compradores son mayoría y le compran de buen grado todas las "propuestas" que sus dirigentes les ofrecen.

En consecuencia, y en términos no económicos sino políticos, el PP es, hoy, en su práctica política un partido claramente  especialista.  Pero es que, adicionalmente, el PP tiene unas características que le hacen merecedor de ser calificado como  separatista. Y esquees un partido que, por un lado,  como partido especialista y no generalista, se dirige consciente y directamente sólo a una parte del electorado: a la que no vive ni en Cataluña ni en el País Vasco; pero es que ,  por otro, lo hace definiéndose  CONTRA ella, contra las características peculiares o identitarias de esas poblaciones. Y es por eso por lo que se le puede calificar no solo como partido especialista radical o separatista, aunque no -obviamente- independentista pues es su objetivo que ni Cataluña ni el País Vasco se independicen aunque mayoritariamente así lo deseen sus poblaciones.

Y esta deriva especialista-separatista  es lo que se ha visto con absoluta claridad en la reciente campaña de las elecciones madrileñas. Ha sido evidente el  definitivo paso en esa transformación del PP de partido generalista en especialista-separatista.  En cuanto a Vox, mejor ni hablar, de salida siempre ha sido, es y lo será, un partido especializado dirigido a los "ciudadanos" más que nostálgicos, amantes de los viejos tiempos de la dictadura franquista.

¿Tiene esto importancia? Sí que la tiene. Y mucha. El gran historiador árabe del siglo XIV, Ibn Khaldun, considerado uno de los padres de la "ciencia histórica", acuñó en su gran obra Muqaddimah (La Historia) un término: la asabiya para reflejar un fenómeno al que hoy la Economía se refiere como "capital social" en sentido amplio. Por  asabiya Ibn Khaldun alude a las ligazones de solidaridad entre los individuos que conforman una comunidad que se constituye por ello, por su propia existencia,  en  grupo. La asabiya está en función de la cohesión social del grupo. Los grupos, sean tribus, ciudades, naciones, estados o imperios,  florecen o menguan en función del grado de asabiya que mantienen.

Pero Ibn Khaldun argumentaba que todo grupo organizado tiene dentro de sí las semillas de su propia caída. Ello sucede cuando sus miembros de modo creciente actúan más descoordinadamente o indiciplinadamente. Su asabiya se disuelve en faccionalismo e individualismo y es incapaz, a partir de un momento, de sostener al grupo como unidad política. "En una tribu compuesta de varios clanes, con su cohesión interna propia, es preciso que una solidaridad superior los reúna bajo un único mando. En esta situación la tribu constituiría una fuerza con cohesión específica; si sucediera lo contrario, la comunidad en su conjunto padecería interminables querellas intestinas" (Ibn Jaldun, Introducción a la historia, Sevilla, 1985, pp.71-2).

Ni qué decir tiene que el nivel de asabiya en la tribu que llamamos sociedad española está bajo mínimos. Por no haber ya no hay ni siquiera símbolos o signos que expresen materialmente la mínima cohesión tribal de  los  distintos clanes territoriales  desde que el PP y Vox se apropiaron, no sólo de la bandera, sino incluso de la propia palabra "España" (  https://www.rankia.mx/blog/oikonomia/4634060-vox-bandera-espana-como-simbolico), lo que obviamente convierte instantáneamente en no-españoles o incluso en antiespañoles a quienes no les "compran" sus propuestas. Resulta evidente que la consecuencia de convertir a una parte de la población española en antiespañola es el deterioro de la asabiya, de la cohesión social territorial imprescindible para que la tribu en su conjunto prospere. Y es que, como bien señala Ibn Khaldun y los modernos economistas del crecimiento demuestran, sin un adecuado nivel de asabiya, de capital social, no se dan las condiciones para el crecimiento económico.

Pero ¿por qué  el nivel de asabiya es cíclico en opinión de Ibn Khaldun? La respuesta, usando de una terminología más actual, la proporciona un historiador conservador, Carroll Quigley, cuando distingue entre organizaciones instrumentales y organizaciones institucionales. Una organización es instrumental cuando su objetivo está fuera de ella, y es o consiste en  la resolución o satisfacción del problema o necesidad que ha llevado a su constitución. Por contra, una organización deviene de instrumental en institución cuando su objetivo es su autoperpetuación, y más en concreto, solo la satisfacción de las necesidades de quienes la forman y, sobre todo, dirigen. Las empresas y también los partidos políticos pueden ser instrumentosinstituciones, en este sentido de Quigley, y lo que tanto Khaldun como Quigley mantienen es que con el paso del tiempo  pasan de ser de instrumentos a instituciones. Cuando eso le sucede a una empresa, el resultado es pérdida de eficiencia y de cuota de mercado y a la corta o a la larga, la desaparición. Son así escasísimas las empresas que duran 50 o 70 años.

Pero con los partidos políticos, la cosa es más peligrosa pues en el intento de sus dirigentes por perpetuarse recurren inevitablemente a estrategias clánicas particulares, a su conversión en partidos políticos institucionalizados y especialistas,  que debilitan la asabiya, o sea, la cohesión general. No hay mejor ejemplo de esto que la estúpida  "política" madrileñista de la señora Ayuso, que magnifica hasta el delirio el "narcisismo de las pequeñas diferencias"  como Freud definía el nacionalismo. Ahora bien, el resultado de ello en el caso de los partidos, a diferencia de las empresas, es que su disolución o desaparición acaba viniendo ligada  a la desaparición del entero grupo social. Ésa es hoy la amenaza clara que se cierne sobre todos los que más o menos formamos todavía parte de la tribu de los españoles. Que la dominancia política del clan conformado por los que se han apropiado de la idea de España, conlleve  la desaparición de la asabiya, o sea,provoque la reacción de los otros clanes, y con ella se de paso a la definitiva extinción de la tribu, de la propia España.

Y ese es el inevitable y lógico -si el anterior análisis es correcto-  destino que acontecerá una vez que el único partido generalista que todavía queda, el PSOE sólo o en coalición con un conjunto de partidos semigeneralistas, pierda el poder,  y acceda al gobierno central un partido ya claramente especialista-separatista como es el PP. En ese momento ya nada impedirá que la lógica del ciclo de la asabiya o de la taificación prevista por Ibn Khaldun y estudiada  por él en la disolución del Califato de Córdoba y la aparición de los Reinos de Taifas se desencadene hasta sus últimas consecuencias. Una vez más.


   

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  1. en respuesta a Ana Páramo
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    #3
    03/09/22 17:28
    Es un axioma que las rencillas internas se atenúan en tiempos de rencillas externas. Casi es lo biológico, lo natural. Quizás sea porque los dirigentes "indepes" son muy, muy  católicos, ahora mismo están aplicando la máxima de San Ignacio de Loyola que reza que "en tiempos de turbación, no hacer mudanza". Y sin duda estos son tiempos de mucha  turbación en el exterior. Pero me da que en cuanto las cosas se tranquilicen, la "mudanza" independentista resurgirá con fuerza. Qué, ¿cuántos son? Pues los datos electorales ofrecen una aproximación bastante fiable. Y su objetivo es obvio: llegar a ser la fuerza electoralmente mayoritaria: Por ello me reafirmo en lo que dije en esta entrada: sólo con políticas que aspiren a conquistar los "hearts and minds" de catalanes y vascos puede afrontarse el independentismo. El enfrentamiento testosterónico, muy de casta y de toro de lidia, enarbolando la bandera "nacional" como bandera de reconquista está condenado al fracaso en mi opinión. Y me da que esto lo sabe hasta Feijoo  
  2. #2
    03/09/22 02:30
    Disiento en dos cosas.
    "...pues es su objetivo que ni Cataluña ni el País Vasco se independicen aunque mayoritariamente así lo deseen sus poblaciones." Habría que ver qué mayoritaria es esa población que quiere la independencia, yo lo pongo en duda.

    Por otra parte "desde que el PP y Vox se apropiaron, no sólo de la bandera, sino incluso de la propia palabra "España"... Creo que como los partidos de izquierda han despreciado no sólo la bandera sino la propia palabra "España" estos otros han aprovechado la oportunidad. Total el desprecio de unos y el apropiamiento de otros nos ha dejado huérfanos de patria y bandera a muchos; tanto que parece que ser español de izquierdas sea un oxímoron.


  3. #1
    06/05/21 18:16
    Muy interesante su aporte, yo aun me estoy recuperando de “shock”, hay mucho que analizar y mucho que reflexionar, en términos económicos el PP ha intentado parecer eficaz y digo parecer por que no ha transcendido el efecto de su eficacia (solo a las empresas contratadas para tal efecto).

    Con respecto al integrismo y populismo que ha demostrado durante estos dos años, puede ser que un día sean visitados y aupados por algún esperpento con cabeza de buey, como ocurrió en el congreso de los EE UU, ya que con salir a tomar cañas y no encontrarse con tú “ex”, tienes cubiertas todas las necesidades básicas.

    Hace relativamente poco leí un libro de David Harvey, “Breve historia del neoliberalismo”. Lo curioso es como los “think tank” financiados por las clases elitistas, difundieron la imperiosa necesidad de la libertad individual y el derribo del estado que tanto nos oprimía. Se cambio el manifiesto comunista por el camino a la servidumbre, las ideas de la Escuela de Frankfurt por el pragmatismo oscuro de la Sociedad de Mont-Pèlerin, todo eso aupado por unos medios (megáfonos) al servicio de su causa y seguido por una clase política cooperativa y una izquierda desvirtuada.

     En definitiva, mucho que reflexionar. Pero lo cierto, según el autor, es que toda esa estrategia en el primer sitio que fue inoculada fue en las universidades, creo que debe ser el primer lugar, siempre y cuando podamos retirar las garras de los execrables, para buscar el antídoto.

     

    Un saludo.