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Lo económico y lo moral. A propósito de una sentencia del TSJM "contra" las personas LGTBi


FERNANDO ESTEVE MORA


Cada vez me da más la impresión que el estudio de la Economía tiene algo de sacramental , o sea, que "imprime carácter", o sea, que al hacerlo te "separas" del resto del personal pues te hace "ver" la realidad de otra manera muy -digamos que- especial, poco aceptable para los demás que la suelen ver como cínica, descarnada, amoral o descreída. En suma, es la perspectiva económica poco útil para sustentar solidaridades, efusiones o complicidades en los que tienen otras perspectivas más amables o "populares" .

No sé si lo que acabo de decir me habrá sido entendido. Y, como siempre, lo mejor en estas situaciones es irse a un ejemplo. Un ejemplo que esta realidad veraniega me lo suministró ayer mismo en  forma de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid (TSJM).

En esa sentencia, el TSJM anula la multa que la Comunidad de Madrid le puso a una mujer que se dedicaba al negocio (o mejor, "bisnes") de las terapias (sic)  de aversión o conversión de homosexuales en heterosexuales, cosa tajantemente prohibida en el artículo 70.4 de la Ley de Protección Integral contra la LGTBIfobia y la Discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid.

Para muchos, tal sentencia era algo esperable, dadas las sobradamente conocidas veleidades o querencias derechistas de la justicia española en general, y más aún las de los jueces madrileños para los que , para muchos, habría que sustituir en la anterior frase la palabra derechista por ultraderechista.

Pero, en este caso, el asunto es, en mi opinión, algo más complejo por lo que tal modo de razonar o, mejor, calificar esto andaría descaminado. No porque la sentencia no pueda entenderse como  "políticamente" derechista, lo que es obvio, sino porque el asunto de fondo es distinto.

Y es que la sentencia absolutoria del TSJM no se mete en la cuestión de si lo que hacía la mujer de marras era delictivo o no, sino que su sentencia se funda en un problema formal. Concretamente en el hecho de que, en opinión del TSJM, la Administración de la Comunidad de Madrid se demoró injustificadamente en exceso (31 meses) en el trámite de información previo al proceso sancionador.   O sea, que el TSJM ha encontrado una "salida" (no sé si válida o no en el Tribunal Supremo, caso de que allí acabara el procedimiento) para "salvar" a los cristianos terapeutas contra la homosexualidad (pues -por los casos que recuerdo- estos terapeutas suelen formar parte de algunas de las muy antihomófobas asociaciones cristianas ultras  que buscan "librar" a los homosexuales de lo que estiman son inclinaciones pecaminosas y que la integrista Iglesia Católica acoge maternalmente en su seno)   sin meterse en el berenjenal de enfrentarse a esa ley antidiscriminación abiertamente.

Pero, ¿qué tendría que decir aquí un economista? Pues algo muy simple. Y es que el artículo de marras en esa ley de la Comunidad de Madrid sobra. Y sobra porque  se mete en lo que no debe.

Veamos. Para un economista, es perfectamente legítimo el que un homosexual quiera cambiar su orientación sexual por las razones o motivos que estime conveniente y en las que nadie debiera en principio entrometerse. Exactamente  igual de legítimo que lo sería el caso simétrico, (y reconocidamente hoy improbable,  a tenor de la real discriminación que todavía sufren en nuestra sociedad los homosexuales en muchos  -no en todos- los ambientes laborales y sociales),  es decir, el caso en que un heterosexual  quisiera devenir en homosexual. Pero también es igualmente legítimo el que haya quienes, ante la demanda de este determinado tipo de servicios, se ofrezcan a satisfacerla  "vendiendo" los tratamientos pertinentes (hay que resistirse a llamar a estos servicios como  "terapias" puesto que la orientación sexual no es un asunto de la Patología). Es decir, que para un economista, es perfectamente legítimo que haya un mercado de tratamientos para el cambio de orientación sexual al igual que hay un entero mercado de "tratamientos" psicológicos y estéticos al que los individuos mayores de edad acuden para tratar de cambiar lo que no les gusta de sus almas o de sus cuerpos.

O sea, que es -repito-  perfectamente legítimo que aparezcan empresas que vendan el servicio de cambio de orientación sexual. El problema que  plantean aquí, para un economista,  los "vendedores" u oferentes de este tipo de servicios no es, por tanto, el de la moralidad de su existencia o presencia sino el de la "calidad" del producto que venden. Y es que, al igual que el resto de vendedores de un bien o servicio tiene por ley que garantizar la calidad y la eficacia de los bienes y servicios que venden durante un tiempo (dos o tres años), también a toda esta caterva de  estafadores (como todavía lo son hoy todos los empresarios de este "sector"),  debería aplicárseles la misma norma que a los vendedores de frigoríficos, televisores, o cirugías plásticas. 

O sea, que debería aplicárseles las leyes y normas que regulan las compraventas de cualquier tipo de productos para  impedir que los compradores o consumidores sean estafados vendiéndoles productos inservibles, inútiles o de baja calidad. No, por tanto,  deberían estar los vendedores de terapias de aversión y redirección de la orientación sexual regulados por normas "políticas" o legales, siempre susceptibles a interpretación por jueces ideológica y moralmente teñidos, sino por el Código de Comercio. Estoy seguro que, en tal caso, estos timadores no encontrarían tan fácil eludir sus responsabilidades penales y económicas, pues como es de sobra conocido es hoy por hoy científicamente imposible que los tratamientos de reversión de la orientación sexual funcionen. Dicho de otra manera, estos supuestos "terapeutas" no es que sean moralmente indignos, que es muy posible que lo sean, pero lo que sí que son son  unos timadores, unos estafadores  ¿Quién de esos supuestos "terapeutas" sería capaz de garantizar hoy a un gay que, gracias a sus servicios, no deseará  "enrollarse" con nadie de su propio sexo en los próximos dos años? Ese periodo de garantía, creo, es lo que prescribe la ley actualmente para los vendedores de artículos como los televisores y los frigoríficos, y ese periodo o más bien uno más elevado debiera exigirseles como garantía para que los servicios de estos "terapeutas" sexuales no se consideren un fraude o una estafa a los consumidores, ¿no? 

Sencillamente, las regulaciones normales de cualquier mercado, si en este especial "mercado" se aplicasen, bastarían para expulsar hoy del mismo  a todos estos estafadores sin necesidad de recurrir a complejos debates jurídicos y/o morales. No sé que pasará en el futuro, que ya se sabe que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, pero hoy por hoy está claro que la aplicación de la Economía a esta compleja y debatida cuestión proporciona una solución limpia y clara, y perfectamente aceptable por todo el mundo (salvo los estafadores)  independientemente de sus gustos sexuales, sus preferencias ideológicas, religiosas o morales  o sus posiciones políticas. 

Y es que, como el grandísimo economista Abba P.Lerner dijera una vez, la economía sirve para resolver complejos problemas políticos. Dicho de otra manera,  la conversión de los problemas políticos y/o morales en problemas económicos, cuando se puede,  facilita su resolución.  Y sí, ya sé que esta idea no será compartida por quienes piensan que lo moral o lo político está por "encima", en un plano más limpio y puro, que lo económico, lo sucio, lo más bajo. ¡Qué se le va a hacer! Así somos los economistas,

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  1. en respuesta a Devalochoa
    -
    #6
    05/08/21 11:42
    En algo estoy de acuerdo con usted. Rechazo el "derecho natural" del que las iglesias cristianas hicieron repetido uso para quemar en hogueras a homosexuales y practicantes de otros comportamientos sexuales "antinaturales" hasta bien entrado el siglo XVII. Rechazo también el "derecho natural"  a, en los siglos posteriores y  conforme no se les dejó seguir usando del fuego, utilizaron otros tratamientos menos malolientes aunque también agresivos contra esas mismas personas. Y en la base todos mis rechazos, está el rechazo a que la Iglesia Católica y sus fieles se abroguen el derecho de decir qué es lo natural y qué no lo es. 
  2. en respuesta a Fernando Labaig
    -
    #5
    05/08/21 11:34
    No sé si sería tan difícil aplicar la misma norma que ahora se les aplica a todos los vendedores de electrodomésticos y demás bienes a todos esos "vendedores de humos" más o menos tóxicos a los aludes. Yo creo que, en muchos casos, sí. Por ejemplo, en donde existen estándares de comparación claros. Por ejemplo, la homeopatía o la medicina tradicional china comparada con la científica se revela como un fraude en casi todas las dolencias del cuerpo físico que afligen a la humanidad que ya están más o menos bien establecidas. Y no, no me extraña que sean los de Podemos quienes más se creen estas paparruchas. No hay que se muy perspicaz para descubrir en ellos el olor que dejan  las sacristías. En campos más etéreos, en las enfermedades que afligen al alma, pues la cosa está menos clara en muchos casos. Y aquí no puedo sino recordar el caso de un señor de Senegal que en la salida del metro de Puerta de Toledo se anunciaba como tratante efectivo para el mal de ojo, el mal de amores, la envidia ajena y no sé cuántos trastornos más. Quizás fuese más efectivo para esos males que un psicólogo clínico. No lo sé. Es decir, que para los casos en que no hay un tratamiento científico que pueda servir como referencia de comparación, pues resulta más difícil penalizar los fraudes. Por otro lado, uno tiene a tirar su dinero donde quiera. Por lo que, para muchos de estas situaciones bastaría con la obligación, que ya aparece en los productos que venden los herbolarios, de que estos profesionales expusiesen a las claras a sus clientes que no está demostrado que sus tratamientos funcionen. Y que luego los consumidores decidan si darles o no su dinero. Una de las libertades fundamentales de las que disfruta todo ser humano y de la que hace uso repetido es la  libertad de ser un imbécil. (si te atreves aquí:http://www.nber.org/papers/w15699, puedes encontrar un artículo que analiza el "extraño" caso de cómo el mercado de los medicamentos fraudulentos en EE.UU ha crecido a pesar de los avances científicos)
  3. en respuesta a Paco Caballero
    -
    #4
    05/08/21 11:00
    Hola Paco. La pregunta del examen...sencillamente "maravillosa". ¡Dios mío! Aunque te he de decir que no sé si el efecto de calcular las correspondientes relaciones marginales de sustitución no tendría, en este caso, un efecto "perverso". Es algo que no tengo -todavía- nada claro fijándome en mi propia vida: yo he "salido" anticlerical tras haber pasado por las manos (en mi caso, metafóricas) de salesianos, escolapios y jesuitas. Así que no se hasta qué punto los humanos somos tan susceptibles a la manipulación como solemos suponer. Un abrazo y a ver si un día nos vemos
  4. #3
    03/08/21 10:20
    Atónito por la respuesta cristiana que acabo de leer y deseando que la gente aprenda a leer añado un comentario. Pese a estar de acuerdo en que desde un punto de vista racional debiera condenarse este tipo de estafas, le encuentro un problema. Es fácil castigar a quien incumple una norma cuando es la excepción, pero resulta muy difícil cuando su desacato está muy generalizado. ¿Qué hacer con todas las terapias alternativas como la homeopatía? Sobre el sesgo político he de añadir que los mayores seguidores de estas terapias se encuentran entre los votantes de Podemos, según un estudio que se realizó recientemente. A este grupo se podría añadir el psicoanálisis, los lectores del Tarot, las dietas milagro, etcétera. 
  5. #2
    29/07/21 13:04
    Don Fernando Esteve, 

    Parece claramente que para usted todo aquel que no opine como usted es ultraderechista. 

    Mire, entonces yo le voy a decir que usted es un ultraiquierdista, comunista que va en contra de la libertad de las personas y rechaza el derecho natural. 

    Y es por esa razón que usted no contempla ni respeta la libertad de las personas que piden ayuda bien sea terapéutica o espiritual por su condición de ser homosexuales. 

    Es muy curioso que usted hable, más bien ataque, a los que según usted plantea cristianos intentan revertir la condición sexual de cualquier persona. 

    Lo importante es entender que yo, como cristiano, no pretendo ni considero a nadie ni enfermo por su condición sexual y por supuesto no intentaría revertir la condición sexual de nadie en absoluto. 

    Sin embargo, sí que defiendo la libertad individual y el derecho de cada persona, la que usted niega, a solicitar la ayuda terapéutica que quiera recibir. 

    Usted no respeta la libertad de nadie que no piense como usted. Es una verdadera pena, pues parece ser que la única opinión válida es la suya y quien se salga de su guión es perseguible o criticable.

    Y además es una pena pena su persona puesto que es incapaz de respetar la libertad de otros. En algún momento y, no lo deseo, ni para usted ni para nadie, puede que sea usted el perseguido. 

    Respete a los demás, su forma de pensar y de vivir y usted será respetado como debe ser. 

    Nada más que añadir al "censor" Fernando Esteve

     

  6. #1
    28/07/21 22:35
    Así es. Pero a pesar de los « sofisticados » desarrollos de esta « ciencia », los sesgos morales siguen tiñendo nuestros análisis. Sirva de ejemplo el enunciado de este examen de la U de Chicago
    La segunda parte del artículo de Gale y Shapley del 62 es otro ejemplo. Al fin y al cabo, magistrados y economistas somos todos humanos. Saludos
    La segunda parte del artículo de Gale y Shapley del 62 es otro ejemplo. Al fin y al cabo, magistrados y economistas somos todos humanos. Saludos