FERNANDO ESTEVE MORA
Que el periodismo profesional es una profesión crecientemente desprestigiada es un hecho más que una opinión pese a los aspavientos en sentido contrario de sus más exitosos (que no eximios) miembros. Sencillamente sucede que la veracidad y neutralidad de sus informaciones cada vez se pone más en duda, por lo que la ventaja competitiva que les debería otorgar su profesionalismo frente a los informadores no-profesionales, o sea, los que abundan en el ecosistema de internet, cada vez es menor.
La inevitable consecuencia de ello es que cada vez más el personal busca y encuentra las informaciones y opiniones que necesita en la red, informaciones y opiniones que naturalmente son sesgadas en la medida que, repito que de forma natural, los seres humanos caemos en lo que los psicólogos y economistas del comportamiento denominan el sesgo de confirmación, es decir que tendemos a buscar y encontrar las informaciones y opiniones que corroboran o apuntalan nuestras opiniones previas. Esto es muy triste y peligroso en la medida que degrada y crispa las opiniones del público. Que de esa tristísima situación son en buena medida responsables los propios periodistas, y no tan sólo los dueños de los medios en los que trabajan está para mí meridianamente claro. Si el periodismo profesional está dejando de ser periodismo se debe en buena medida a que está dejando de ser profesional.
Un caso claro donde se está viendo esta acelerada degradación del periodismo lo es la información sus "profesionales" nos están ofreciendo respecto a la guerra de Ucrania en la que, como ya he señalado repetidas veces, siempre está ausente el punto de vista ruso. Mala información que se convierte frecuentemente en manipulación y desinformación. El último ejemplo de esta obvia tendencia me lo ha proporcionada el ataque ruso del domingo pasado contra el centro de congresos de la universidad de la localidad ucraniana de Sumy en la que -se nos informó siguiendo fuentes ucranianas- que habían muerto al menos 31 civiles incluyendo entre ellos varios niños.
Para todos los medios de comunicación españoles ya sea de la prensa escrita, radiofónica y televisiva ese ataque no se presentó sino como un claro crimen de guerra que ponía en evidencia no sólo la inhumanidad de Putin sino también su absoluta falta de voluntad para lograr un alto el fuego.
Pues bien, como ha sucedido en otros casos en que los periodistas profesionales de forma unánime han hablado de ataques directos y voluntarios , es decir, intencionados contra la población civil por parte de Rusia yo me he permitido hacer de periodista profesional y pensar dos veces en el hecho. Y me he guiado además a la hora de ese "doble pensar" por la más elemental y conocida lógica económica, esa que todo el mundo -incluso los periodistas profesionales- aplica en su vida cotidiana: la lógica del análisis coste-beneficio.
Es una lógica muy simple y viene a decir que alguien hace algo si lo que gana haciéndolo supera a los costes o gastos de hacerlo. De modo que si alguien hace algo que redunda en una pérdida es porque o bien es intrínseca y completamente irracional (o sea, no es humano) o bien ha habido un error informacional por su parte a la hora de estimar los futuros beneficios o costes de su acción, por la humana imposibilidad de predecir perfectamente el futuro.
Veamos, los rusos llevaron a cabo su ataque utilizando dos de las más preciadas joyas de su arsenal ofensivo, dos misiles operacionales Iskander-M. Ese tipo de misiles de precisión se utiliza en condiciones extremas, es decir en condiciones donde la guerra electrónica y la defensa antiaérea hacen inviable el uso de otros misiles menos sofisticados. Son esas las condiciones en las que se produjo el ataque pues Sumy es una ciudad que está a menos de 20 km de la línea del frente de combate.
Pues bien, no es fácil saber cuánto cuesta cada Iskander-M. Pero está fuera de toda duda que no es un arma barata. He rastreado un poco por internet y me he encontrado con distintas cifras, así que no tengo una idea precisa del "precio" de cada Iskander pero por lo que visto no parece que ese tipo de misil baje del millón y medio de dólares por unidad. O sea que el ataque del domingo de Ramos le puede haber salido a Rusia, sin contar otros posibles gastos, por unos TRES MILLONES de dólares.
Veamos. Sabemos que Rusia no es un país rico. Sabemos que está sometido a unas extensas e imponentes sanciones económicas. Sabemos que lleva tres años de una guerra que también a ella le están suponiendo unos enormes costes en recursos de todo tipo. Pues bien, con todo eso que sabemos la pregunta es obvia: ¿En qué cabeza que no sea la de un mal periodista cabe el que los rusos destinen dos de su escaso arsenal de armas de precisión y que cuestan una desorbitada cantidad de dólares a un ataque con el objetivo de matar indiscriminadamente un domingo de Ramos a unos cuantos civiles sin relevancia política y/o militar alguna que han tenido la mala suerte de estar allí donde cayeron esos sofisticadísimos misiles? ¿Crimen de guerra? Quizás. Pero lo que sí que está meridianamente claro es que ese ataque sería un auténtico desperdicio de recursos, un auténtico disparate económico. Un absurdo económico y militar.
Supongamos, incluso, que somos rusófobos y que para nosotros los rusos son o bien terroristas, es decir, que atacan a civiles para aterrorizar a la población civil, o bien -yendo al extremo- que los rusos son malos de forma esencial, es decir, que su objetivo es meramente hacer el mal. O sea, matar. Pues aún así, aun suponiendo que lo que quisiesen es matar a civiles por matar, indiscriminadamente, la pregunta seguiría en pie: ¿por qué utilizar unas armas tan escasa y caras pudiendo usar otras muchísimo más baratas? Es absurdo. Carece de la más mínima lógica económica.
Y así lo es, sólo que quien carece de la más mínima lógica económica es el elenco al completo de los periodistas profesionales. Al menos en este caso, aunque no es el único. A lo que parece, a ninguno de ellos se les ha pasado por la cabeza cuestionarse la lógica del ataque ruso. Incluso ayer oí que el que el mismo presidente de los EE.UU., Donald Trump, al que no le debe faltar información, cuestionara la voluntariedad del ataque, atribuyéndolo a un error, y no lo calificara en consecuencia de crimen de guerra implicaba una sintonía de Trump con Putin.
En suma, que la lógica económica obliga a pensar que tan carísimo ataque, o bien fue consecuencia de un error informacional a la hora de evaluar los beneficios que de él se seguirían (la muerte de unos pocos civiles no justificaría/compensaría ni económica ni militarmente el gasto de dos Iskander) , o bien no fue un error y realmente sus beneficios (para Rusia) superaron a los costes.
Pues bien, poco a poco, algunos medios occidentales, tímidamente, de modo muy marginal, se están empezando a hacer eco de algunas informaciones procedentes de medios ucranianos que apuntan a que el ataque no fue ni siquiera un error, sino que fue un ataque intencionado pero no indiscriminado: un ataque contra un objetivo militar.
Así se ha sabido, gracias a la acusación de una parlamentaria ucraniana, Mariana Bezuglaya, que los altos mando del ejército ucraniano habían organizado allí donde sucedió el ataque una ceremonia de entrega de medallas a miembros de la Brigada Territorial nº 117 en el 7º aniversario de su creación, ceremonia a la que habían invitado a civiles incluidos niños.
El Ministerio de Defensa ruso también ha informado del ataque. Afirma que en él murieron 60 altos mandos del ejército ucraniano (cosa dudable, pues ¿cómo lo pueden saber?). Ucrania, por su parte, ha informado que en el ataque han muerto militares. Entre ellos el Coronel Yurii Yula, comandante de la Brigada de Artillería de Cohetes nº 27, que es la única unidad ucraniana que está oficialmente equipada con HIMARS, el sistema de misiles USA que es usado para los ataques de largo alcance dentro de Rusia El ejército norteamericano ha considerado a este militar como un "objetivo de alto valor" militar. La diputada Bezuglayaha recalcado, en su acusación al alto mando del ejército ucraniano por celebrar una ceremonia de este tipo tan cerca del frente y sujeta por tanto al riesgo de ataque por parte de Rusia, que no es la primera vez que ocurre. El Ministerio ruso de Defensa ha señalado que el ataque era contra un objetivo militar legítimo con arreglo a las leyes de la guerra (¿lo era? No lo sé, desconozco esas leyes) y que la muerte de civiles en él se debió al uso de los civiles como escudo por parte de Ucrania (esto, obviamente, no sería del todo cierto dado que entre los civiles muertos las imágenes muestran a personas que iban en un autobús que pasaba por allí)
Finalmente, hoy, el gobierno de Ucrania, ha cesado al gobernador del "oblast" (región) de Sumy Volodymyr Artiukh, nombrando para ese puesto a Oleh Hryhorov. Fue Artiukh quien organizó y cursó las invitaciones de la ceremonia de homenaje a la Brigada nº 117, brigada a la que los rusos se "la tenían guardada" pues fue la brigada ucraniana más activa en la toma de la región rusa de Kursk el año pasado.
Que cada cual saque sus propias conclusiones. Las mías apuntan a que los periodistas españoles, una vez más, han dado un ejemplo de mala praxis profesional consecuencia de su manifiesta incapacidad para aplicar las reglas más elementales de la lógica a un acontecimiento y se han dejado llevar por sus puntos de vista y sus opiniones previas. Y si es así, ¿en qué se diferencian al así proceder de toda la bazofia informativa que abunda en la red? ¿A qué viene el sorprenderse de que entre la población más joven, los "nativos de la red", su descrédito sea ya insuperable? Se lo han ganado a pulso.
Y sí, ya sé que este es un caso y que de un caso particular no cabe deducir una conclusión general. Pero es que el tratamiento periodístico de la guerra de Ucrania se ofrece como un test idóneo de la capacidad profesional de nuestros periodistas dado que es un caso muy pero que muy especial ya que -increíblemente- hay un acuerdo unánime de toda la clase política española a la hora de posicionarse con Ucrania, posición compartida por cierto por la inmensa mayoría de la población española, por lo que en consecuencia menos la información sobre ella debería estar sujeta a deformaciones o manipulaciones de origen partidista, y por la tanto también más fiable debería de ser y por ende fiel reflejo de la capacidad profesional de los periodistas españoles. Ahora bien, si el que sea tan mala esa información no es explicable por intereses partidistas sólo puede entonces responder a algo más profundo: a la carencia de profesionalidad.
Que el periodismo profesional es una profesión crecientemente desprestigiada es un hecho más que una opinión pese a los aspavientos en sentido contrario de sus más exitosos (que no eximios) miembros. Sencillamente sucede que la veracidad y neutralidad de sus informaciones cada vez se pone más en duda, por lo que la ventaja competitiva que les debería otorgar su profesionalismo frente a los informadores no-profesionales, o sea, los que abundan en el ecosistema de internet, cada vez es menor.
La inevitable consecuencia de ello es que cada vez más el personal busca y encuentra las informaciones y opiniones que necesita en la red, informaciones y opiniones que naturalmente son sesgadas en la medida que, repito que de forma natural, los seres humanos caemos en lo que los psicólogos y economistas del comportamiento denominan el sesgo de confirmación, es decir que tendemos a buscar y encontrar las informaciones y opiniones que corroboran o apuntalan nuestras opiniones previas. Esto es muy triste y peligroso en la medida que degrada y crispa las opiniones del público. Que de esa tristísima situación son en buena medida responsables los propios periodistas, y no tan sólo los dueños de los medios en los que trabajan está para mí meridianamente claro. Si el periodismo profesional está dejando de ser periodismo se debe en buena medida a que está dejando de ser profesional.
Un caso claro donde se está viendo esta acelerada degradación del periodismo lo es la información sus "profesionales" nos están ofreciendo respecto a la guerra de Ucrania en la que, como ya he señalado repetidas veces, siempre está ausente el punto de vista ruso. Mala información que se convierte frecuentemente en manipulación y desinformación. El último ejemplo de esta obvia tendencia me lo ha proporcionada el ataque ruso del domingo pasado contra el centro de congresos de la universidad de la localidad ucraniana de Sumy en la que -se nos informó siguiendo fuentes ucranianas- que habían muerto al menos 31 civiles incluyendo entre ellos varios niños.
Para todos los medios de comunicación españoles ya sea de la prensa escrita, radiofónica y televisiva ese ataque no se presentó sino como un claro crimen de guerra que ponía en evidencia no sólo la inhumanidad de Putin sino también su absoluta falta de voluntad para lograr un alto el fuego.
Pues bien, como ha sucedido en otros casos en que los periodistas profesionales de forma unánime han hablado de ataques directos y voluntarios , es decir, intencionados contra la población civil por parte de Rusia yo me he permitido hacer de periodista profesional y pensar dos veces en el hecho. Y me he guiado además a la hora de ese "doble pensar" por la más elemental y conocida lógica económica, esa que todo el mundo -incluso los periodistas profesionales- aplica en su vida cotidiana: la lógica del análisis coste-beneficio.
Es una lógica muy simple y viene a decir que alguien hace algo si lo que gana haciéndolo supera a los costes o gastos de hacerlo. De modo que si alguien hace algo que redunda en una pérdida es porque o bien es intrínseca y completamente irracional (o sea, no es humano) o bien ha habido un error informacional por su parte a la hora de estimar los futuros beneficios o costes de su acción, por la humana imposibilidad de predecir perfectamente el futuro.
Veamos, los rusos llevaron a cabo su ataque utilizando dos de las más preciadas joyas de su arsenal ofensivo, dos misiles operacionales Iskander-M. Ese tipo de misiles de precisión se utiliza en condiciones extremas, es decir en condiciones donde la guerra electrónica y la defensa antiaérea hacen inviable el uso de otros misiles menos sofisticados. Son esas las condiciones en las que se produjo el ataque pues Sumy es una ciudad que está a menos de 20 km de la línea del frente de combate.
Pues bien, no es fácil saber cuánto cuesta cada Iskander-M. Pero está fuera de toda duda que no es un arma barata. He rastreado un poco por internet y me he encontrado con distintas cifras, así que no tengo una idea precisa del "precio" de cada Iskander pero por lo que visto no parece que ese tipo de misil baje del millón y medio de dólares por unidad. O sea que el ataque del domingo de Ramos le puede haber salido a Rusia, sin contar otros posibles gastos, por unos TRES MILLONES de dólares.
Veamos. Sabemos que Rusia no es un país rico. Sabemos que está sometido a unas extensas e imponentes sanciones económicas. Sabemos que lleva tres años de una guerra que también a ella le están suponiendo unos enormes costes en recursos de todo tipo. Pues bien, con todo eso que sabemos la pregunta es obvia: ¿En qué cabeza que no sea la de un mal periodista cabe el que los rusos destinen dos de su escaso arsenal de armas de precisión y que cuestan una desorbitada cantidad de dólares a un ataque con el objetivo de matar indiscriminadamente un domingo de Ramos a unos cuantos civiles sin relevancia política y/o militar alguna que han tenido la mala suerte de estar allí donde cayeron esos sofisticadísimos misiles? ¿Crimen de guerra? Quizás. Pero lo que sí que está meridianamente claro es que ese ataque sería un auténtico desperdicio de recursos, un auténtico disparate económico. Un absurdo económico y militar.
Supongamos, incluso, que somos rusófobos y que para nosotros los rusos son o bien terroristas, es decir, que atacan a civiles para aterrorizar a la población civil, o bien -yendo al extremo- que los rusos son malos de forma esencial, es decir, que su objetivo es meramente hacer el mal. O sea, matar. Pues aún así, aun suponiendo que lo que quisiesen es matar a civiles por matar, indiscriminadamente, la pregunta seguiría en pie: ¿por qué utilizar unas armas tan escasa y caras pudiendo usar otras muchísimo más baratas? Es absurdo. Carece de la más mínima lógica económica.
Y así lo es, sólo que quien carece de la más mínima lógica económica es el elenco al completo de los periodistas profesionales. Al menos en este caso, aunque no es el único. A lo que parece, a ninguno de ellos se les ha pasado por la cabeza cuestionarse la lógica del ataque ruso. Incluso ayer oí que el que el mismo presidente de los EE.UU., Donald Trump, al que no le debe faltar información, cuestionara la voluntariedad del ataque, atribuyéndolo a un error, y no lo calificara en consecuencia de crimen de guerra implicaba una sintonía de Trump con Putin.
En suma, que la lógica económica obliga a pensar que tan carísimo ataque, o bien fue consecuencia de un error informacional a la hora de evaluar los beneficios que de él se seguirían (la muerte de unos pocos civiles no justificaría/compensaría ni económica ni militarmente el gasto de dos Iskander) , o bien no fue un error y realmente sus beneficios (para Rusia) superaron a los costes.
Pues bien, poco a poco, algunos medios occidentales, tímidamente, de modo muy marginal, se están empezando a hacer eco de algunas informaciones procedentes de medios ucranianos que apuntan a que el ataque no fue ni siquiera un error, sino que fue un ataque intencionado pero no indiscriminado: un ataque contra un objetivo militar.
Así se ha sabido, gracias a la acusación de una parlamentaria ucraniana, Mariana Bezuglaya, que los altos mando del ejército ucraniano habían organizado allí donde sucedió el ataque una ceremonia de entrega de medallas a miembros de la Brigada Territorial nº 117 en el 7º aniversario de su creación, ceremonia a la que habían invitado a civiles incluidos niños.
El Ministerio de Defensa ruso también ha informado del ataque. Afirma que en él murieron 60 altos mandos del ejército ucraniano (cosa dudable, pues ¿cómo lo pueden saber?). Ucrania, por su parte, ha informado que en el ataque han muerto militares. Entre ellos el Coronel Yurii Yula, comandante de la Brigada de Artillería de Cohetes nº 27, que es la única unidad ucraniana que está oficialmente equipada con HIMARS, el sistema de misiles USA que es usado para los ataques de largo alcance dentro de Rusia El ejército norteamericano ha considerado a este militar como un "objetivo de alto valor" militar. La diputada Bezuglayaha recalcado, en su acusación al alto mando del ejército ucraniano por celebrar una ceremonia de este tipo tan cerca del frente y sujeta por tanto al riesgo de ataque por parte de Rusia, que no es la primera vez que ocurre. El Ministerio ruso de Defensa ha señalado que el ataque era contra un objetivo militar legítimo con arreglo a las leyes de la guerra (¿lo era? No lo sé, desconozco esas leyes) y que la muerte de civiles en él se debió al uso de los civiles como escudo por parte de Ucrania (esto, obviamente, no sería del todo cierto dado que entre los civiles muertos las imágenes muestran a personas que iban en un autobús que pasaba por allí)
Finalmente, hoy, el gobierno de Ucrania, ha cesado al gobernador del "oblast" (región) de Sumy Volodymyr Artiukh, nombrando para ese puesto a Oleh Hryhorov. Fue Artiukh quien organizó y cursó las invitaciones de la ceremonia de homenaje a la Brigada nº 117, brigada a la que los rusos se "la tenían guardada" pues fue la brigada ucraniana más activa en la toma de la región rusa de Kursk el año pasado.
Que cada cual saque sus propias conclusiones. Las mías apuntan a que los periodistas españoles, una vez más, han dado un ejemplo de mala praxis profesional consecuencia de su manifiesta incapacidad para aplicar las reglas más elementales de la lógica a un acontecimiento y se han dejado llevar por sus puntos de vista y sus opiniones previas. Y si es así, ¿en qué se diferencian al así proceder de toda la bazofia informativa que abunda en la red? ¿A qué viene el sorprenderse de que entre la población más joven, los "nativos de la red", su descrédito sea ya insuperable? Se lo han ganado a pulso.
Y sí, ya sé que este es un caso y que de un caso particular no cabe deducir una conclusión general. Pero es que el tratamiento periodístico de la guerra de Ucrania se ofrece como un test idóneo de la capacidad profesional de nuestros periodistas dado que es un caso muy pero que muy especial ya que -increíblemente- hay un acuerdo unánime de toda la clase política española a la hora de posicionarse con Ucrania, posición compartida por cierto por la inmensa mayoría de la población española, por lo que en consecuencia menos la información sobre ella debería estar sujeta a deformaciones o manipulaciones de origen partidista, y por la tanto también más fiable debería de ser y por ende fiel reflejo de la capacidad profesional de los periodistas españoles. Ahora bien, si el que sea tan mala esa información no es explicable por intereses partidistas sólo puede entonces responder a algo más profundo: a la carencia de profesionalidad.