FERNANDO ESTEVE MORA
Aunque sean o debieran ser tiempos de relax o de pre-relax y de no pensar antes de meterse de lleno en vacaciones, merece y mucho la pena leer este pequeño informe de El País que salió hace un par de semanas a cuenta del derechismo que invade a las jóvenes generaciones españolas. Se trata del siguiente: "El fanatismo antiimpuestos español se sube a la ola de Milei en busca de adeptos jóvenes" (https://elpais.com/espana/2025-06-16/el-fanatismo-antiimpuestos-espanol-se-sube-a-la-ola-de-milei-en-busca-de-adeptos-jovenes.html).
Aunque sean o debieran ser tiempos de relax o de pre-relax y de no pensar antes de meterse de lleno en vacaciones, merece y mucho la pena leer este pequeño informe de El País que salió hace un par de semanas a cuenta del derechismo que invade a las jóvenes generaciones españolas. Se trata del siguiente: "El fanatismo antiimpuestos español se sube a la ola de Milei en busca de adeptos jóvenes" (https://elpais.com/espana/2025-06-16/el-fanatismo-antiimpuestos-espanol-se-sube-a-la-ola-de-milei-en-busca-de-adeptos-jovenes.html).
Y lo merece porque muestra a las claras un fenómeno muy real de cuyo surgimiento y expansión he sido testigo directo en mi ámbito profesional en los últimos 20 años. Se trata del progresivo viraje hacia el neoliberalismo (y dentro del neoliberalismo, hacia el más radicalizado) de los jóvenes a los que les he ido impartiendo clases de Economía, lo cual ha sido una sorpresa para la gente como que fuimos parte de aquella por entonces joven generación, hoy más que vieja viejísima, de estudiantes que conformamos esa tonta imagen, hoy ya de color sepia, de que la juventud es mayoritariamente de izquierdas, y de que la Universidad es, en esencia, un nicho ecológico para el pensamiento de izquierdas y, en general, "alternativo". Imagen por cierto claramente alucinatoria que todavía parece habitar espectralmente en las mentes de no pocos miembros de algunas de las izquierdas parroquiales de nuestro país que se apuntan sin pararse un momento a pensarlo a la política estúpida de disminuir la edad de voto hasta los 16 años, imaginando delirantemente que así aumentarán los caladeros de votos de esas izquierdas.
Nada de esa imagen era real. Y hoy lo es aún menos. Nada de esa propensión juvenil a la izquierda se sostiene hoy en día. Los jóvenes estudiantes de hoy son mayoritariamente de derechas, y dentro de ellos, me atrevo a decir que los más a la derecha, los más radicales anti izquierdistas, los muy muy de derechas, suelen ser los estudiantes de Economía, los que otrora solían contarse en cierta medida relevante -aunque nunca mayoritaria- como de izquierdas, ya fueran moderadas o extremadas.
Así son hoy mayoría los estudiantes de Economía que se oponen ya no al socialismo sino a la misma intervención de los estados en la economía a efectos de regular al capitalismo con vistas a hacerlo más estable y menos desigual, y así garantizar su supervivencia, o sea, mis estudiantes cada vez apoyan en menor medida ese conjunto de políticas intervencionistas que, tras la II Guerra Mundial, se convirtieron así en políticas asumidas mayoritariamente por los liberales de entonces, políticas pues también asumidas por los partidos de la derecha de entonces que conformaron los estados del bienestar responsables del crecimiento y del bienestar que han experimentado las generaciones de los países occidentales en los últimos 75 años.
Y no sólo abundan los jóvenes universitarios de extrema derecha económicamente hablando sino que también lo son muy de extrema derecha políticamente hablando. Pretenden que, de la forma que sea, incluso de modo autoritario se lleven a la práctica desde el poder político esas políticas antisistema del bienestar. Obviamente, para ellos, un payaso mediático como Milei es un líder a seguir. Se declaran así anarquistas de derechas, anarcocapitalistas.
Pero la cuestión es entonces la de que a qué se debería esa deriva derechista entre los jóvenes. El artículo de El País señala un abanico de diferentes "causas" o "razones" explicativas de ese viraje juvenil. Pero creo que se olvida de dos que, para mí, son las más relevantes y cuya importancia y potencial explicativo he ido observando cómo aumentaba en el curso de estos últimos años.
La primera es una razón explicativa de tipo material u objetivo . Una razón que por cierto aparece muy bien documentada en otro artículo de El País que también ha aparecido hace pocos días. Se trata del siguiente: "La gran transferencia : por qué los 'millenials' están a punto de heredar miles de millones de euros" de Miquel Echarri: "La gran transferencia: por qué los ‘millennials’ están a punto de heredar miles de millones de euros de Miquel Echarri (https://elpais.com/icon/actualidad/2025-06-18/la-gran-transferencia-por-que-los-millennials-estan-a-punto-de-heredar-miles-de-millones-de-euros.) que muestra cómo el inevitable paso del tiempo y el inexorable triunfo de la muerte junto con la disminución empíricamente observada en la tasa de fertilidad desde hace más de cincuenta años se va a traducir en que las jóvenes generaciones de españoles de "pata negra", como dirían los de VOX, o sea, los españoles descendientes de aborígenes españoles van a heredar un patrimonio increíble con un valor hoy altísimo. Sencillamente está empezando a suceder que la generación de los babyboomers, la que nació entre 1945-1965 y de la que yo soy miembro, está empezando a morirse, Se trata de una generación ahorrativa que invirtió muchos de sus ahorros en el ladrillo, se trata también de la generación que empezó a no reproducirse como sus padres y abuelos lo habían hecho, o sea, a lo grande, la consecuencia es la existencia de familias con pocos hijos a los que la muerte de sus padres les supone a estos escasos hijos un regalo que ya lo quisieran para sí los reyes magos: heredan los pisos y otras propiedades de sus padres, y como son cada vez menos la implicación es obvia: sin necesidad de ahorrar, estos jóvenes españoles hijos de españoles propietarios son de salida, sin hacer nada, propietarios de activos ya sean bonos, acciones y sobre todo activos inmobiliarios cuyo máximo interés económico es que el valor de sus propiedades sea y se mantenga elevado para tratar de vivir y de vivir bien de él.
Dicho de otra manera, es constatable que en las nuevas y menos abundantes generaciones de españoles de "pura" cepa, el número y porcentaje de propietarios es alto. Y como es de esperar, la defensa de sus intereses económicos les lleva a ser de derechas, y no sólo de derechas sino muy de derechas, como lo suelen ser quienes su "papel" económico fundamental es el de ser unos pasivos rentistas.
Por cierto, por anterior, sabiendo de esa realidad, es por lo que nunca me he sentido muy satisfecho y de acuerdo con esa repetida cantinela de que hay un enorme problema que afecta a toda la gente joven, el problema del acceso a la vivienda. No digo, eso es obvio, que no haya muchos jóvenes que tengan grandes problemas para acceder a las viviendas...propiedad -ya o en un futuro no demasiado lejano - de otros jóvenes.
Pero junto con esta razón objetiva que avala la deriva derechista de la población más joven, hay también otra razón de tipo subjetivo. Se trata del conocido sesgo o efecto de Dunning-Krueger de la Psicología y Economía Conductual que establece que los individuos dotados de capacidades relativamente limitadas en áreas concretas tienden, precisamente debido a esas limitaciones, a sobreestimar su capacidad y desempeño reales en tales áreas. Es decir que existe una tendencia en los individuos con bajas habilidades o capacidades en el desempeño de las tareas asociadas con una dimensión concreta a darse a sí mismos evaluaciones de su comportamiento demasiado positivas, es decir, a juzgar incorrecta o erróneamente su propia habilidad. El efecto Dunning-Kruger implica, obviamente, que aquellos que son incompetentes en un área determinada tienden a ignorar su incompetencia, es decir, carecen de la capacidad de darse cuenta de su incompetencia.
La primera es una razón explicativa de tipo material u objetivo . Una razón que por cierto aparece muy bien documentada en otro artículo de El País que también ha aparecido hace pocos días. Se trata del siguiente: "La gran transferencia : por qué los 'millenials' están a punto de heredar miles de millones de euros" de Miquel Echarri: "La gran transferencia: por qué los ‘millennials’ están a punto de heredar miles de millones de euros de Miquel Echarri (https://elpais.com/icon/actualidad/2025-06-18/la-gran-transferencia-por-que-los-millennials-estan-a-punto-de-heredar-miles-de-millones-de-euros.) que muestra cómo el inevitable paso del tiempo y el inexorable triunfo de la muerte junto con la disminución empíricamente observada en la tasa de fertilidad desde hace más de cincuenta años se va a traducir en que las jóvenes generaciones de españoles de "pata negra", como dirían los de VOX, o sea, los españoles descendientes de aborígenes españoles van a heredar un patrimonio increíble con un valor hoy altísimo. Sencillamente está empezando a suceder que la generación de los babyboomers, la que nació entre 1945-1965 y de la que yo soy miembro, está empezando a morirse, Se trata de una generación ahorrativa que invirtió muchos de sus ahorros en el ladrillo, se trata también de la generación que empezó a no reproducirse como sus padres y abuelos lo habían hecho, o sea, a lo grande, la consecuencia es la existencia de familias con pocos hijos a los que la muerte de sus padres les supone a estos escasos hijos un regalo que ya lo quisieran para sí los reyes magos: heredan los pisos y otras propiedades de sus padres, y como son cada vez menos la implicación es obvia: sin necesidad de ahorrar, estos jóvenes españoles hijos de españoles propietarios son de salida, sin hacer nada, propietarios de activos ya sean bonos, acciones y sobre todo activos inmobiliarios cuyo máximo interés económico es que el valor de sus propiedades sea y se mantenga elevado para tratar de vivir y de vivir bien de él.
Dicho de otra manera, es constatable que en las nuevas y menos abundantes generaciones de españoles de "pura" cepa, el número y porcentaje de propietarios es alto. Y como es de esperar, la defensa de sus intereses económicos les lleva a ser de derechas, y no sólo de derechas sino muy de derechas, como lo suelen ser quienes su "papel" económico fundamental es el de ser unos pasivos rentistas.
Por cierto, por anterior, sabiendo de esa realidad, es por lo que nunca me he sentido muy satisfecho y de acuerdo con esa repetida cantinela de que hay un enorme problema que afecta a toda la gente joven, el problema del acceso a la vivienda. No digo, eso es obvio, que no haya muchos jóvenes que tengan grandes problemas para acceder a las viviendas...propiedad -ya o en un futuro no demasiado lejano - de otros jóvenes.
Pero junto con esta razón objetiva que avala la deriva derechista de la población más joven, hay también otra razón de tipo subjetivo. Se trata del conocido sesgo o efecto de Dunning-Krueger de la Psicología y Economía Conductual que establece que los individuos dotados de capacidades relativamente limitadas en áreas concretas tienden, precisamente debido a esas limitaciones, a sobreestimar su capacidad y desempeño reales en tales áreas. Es decir que existe una tendencia en los individuos con bajas habilidades o capacidades en el desempeño de las tareas asociadas con una dimensión concreta a darse a sí mismos evaluaciones de su comportamiento demasiado positivas, es decir, a juzgar incorrecta o erróneamente su propia habilidad. El efecto Dunning-Kruger implica, obviamente, que aquellos que son incompetentes en un área determinada tienden a ignorar su incompetencia, es decir, carecen de la capacidad de darse cuenta de su incompetencia.
Es el más que común sesgo cognitivo que nos lleva a pensar que, por lo general, y en una amplia variedad de dimensiones o tareas somos mejores que la media. Así, todavía no he encontrado a nadie que aunque reconozca que no es un demasiado buen conductor no se crea que pese a no serlo, no sea un poco mejor que la media. Tampoco he encontrado a nadie que se considere más tonto, incapaz o que la media. Y cuando en alguna dimensión, uno reconoce que es peor que la media, inmediatamente encuentra una dimensión que más que compense esa sinceridad o también inmediatamente encuentre razones que minusvaloran esa dimensión en la que uno es inferior a la media. No hay profesor que no haya visto una y otra vez cómo los malos estudiantes estiman que en la evaluación de sus exámenes, se les ha juzgado mal, se les ha evaluado incorrecta, injusta y hasta discriminatoriamente, pues ellos se merecían más, mucho más porque se habían esforzado mucho.
No soy psicólogo así que no se si la siguiente intuición es o no científicamente correcta. Pero el caso es que a mí me da que los miembros de las nuevas generaciones son más susceptibles a sufrir del efecto Dunning-Kruger por la sencilla razón de que son miembros de familias poco numerosas. Me "da" que son los hijos únicos quienes más padecen ese "síndrome" pues es el caso extremo de niños que no han nacido en un entorno no competitivo donde -de salida- siempre eran considerados como lo mejor en la medida que eran los únicos. ¿Cómo no va a padecer uno del sesgo de Dunning-Kreger si desde que uno nace no recibe de padres, abuelos y demás familias todos los premios y parabienes? Es lo más natural del mundo. Y, por supuesto, si a uno se le dice y repite incansablemente en la familia que se lo merece todo, es fácil acabar creyéndoselo e imaginar que también se lo merece en el mundo exterior, en la sociedad.
Y, claro está, para alguien que vive alegremente en el sesgo de Dunning-Kreger, uno que se sabe un triunfador, nadie y menos aún el Estado tiene el menor derecho a interponerse en ese futuro radiante que a uno le espera con certeza y del que las redes sociales no paran de mostrarle ejemplos de otros que ya se han hecho famosos, ricos e influencers y que se han visto "obligados" a irse a lugares como Andorra para ser libres de alcanzar su "merecido" y seguro y triunfal destino. ¡Cómo no va a ser uno de derechas, un anarcocapitalista, si a uno de salida, casi de nacimiento, ya su abuela le convenció de que era no sólo un triunfador sino encima el más listo y el más guapo del vecindario!
No soy psicólogo así que no se si la siguiente intuición es o no científicamente correcta. Pero el caso es que a mí me da que los miembros de las nuevas generaciones son más susceptibles a sufrir del efecto Dunning-Kruger por la sencilla razón de que son miembros de familias poco numerosas. Me "da" que son los hijos únicos quienes más padecen ese "síndrome" pues es el caso extremo de niños que no han nacido en un entorno no competitivo donde -de salida- siempre eran considerados como lo mejor en la medida que eran los únicos. ¿Cómo no va a padecer uno del sesgo de Dunning-Kreger si desde que uno nace no recibe de padres, abuelos y demás familias todos los premios y parabienes? Es lo más natural del mundo. Y, por supuesto, si a uno se le dice y repite incansablemente en la familia que se lo merece todo, es fácil acabar creyéndoselo e imaginar que también se lo merece en el mundo exterior, en la sociedad.
Y, claro está, para alguien que vive alegremente en el sesgo de Dunning-Kreger, uno que se sabe un triunfador, nadie y menos aún el Estado tiene el menor derecho a interponerse en ese futuro radiante que a uno le espera con certeza y del que las redes sociales no paran de mostrarle ejemplos de otros que ya se han hecho famosos, ricos e influencers y que se han visto "obligados" a irse a lugares como Andorra para ser libres de alcanzar su "merecido" y seguro y triunfal destino. ¡Cómo no va a ser uno de derechas, un anarcocapitalista, si a uno de salida, casi de nacimiento, ya su abuela le convenció de que era no sólo un triunfador sino encima el más listo y el más guapo del vecindario!