Ayer, en el transcurso de las XV Jornadas del Seguro Balear intervino como ponente Miguel Benito.
Quienes seguimos desde hace años su trayectoria como periodista sabíamos que no iba a defraudar. Dicho pronóstico se cumplió.
Miguel Benito nos describió, en corto espacio de tiempo un escenario, el de quienes nos dedicamos a la mediación de seguros, que está en un momento de evolución. ¿A peor? Digamos que lo que está pasando simplemente se traduce en la desaparición de un modelo caduco por la entrada en escena de nuevos operadores, con sus particulares métodos basados en el poder de presión y persuasión que surge ante la eventualidad de perder un hogar o un negocio. Quien haya suscrito una hipoteca y haya soportado la imposición de seguros sabe de qué va el tema. También nuevos hábitos de acceso al consumo por parte de las nuevas generaciones impulsará cambios en los modelos tradicionales; Internet y el SMS romperán esquemas. Quien no se adapte sucumbirá.
Miguel Benito nos traducía en pocas palabras la realidad del cambio: debemos ser nosotros, los mediadores, quienes lo llevemos a cabo sin otra ayuda. Resulta espúrio pretender que la institución aseguradora nos eche un cabo si tenemos en cuenta que cerca de un 50% ya está estrechamente vinculada (si no dirigida) por la banca. No les interesamos un pimiento y no somos para la mayoría sino un molesto compañero de viaje, de momento necesario.
No obstante, cabe aspirar a un espacio donde podamos desarrollar nuestra actividad profesional, como profesionales y con profesionalidad. He redundado en el uso del término adrede. No cabe ya hablar de profesionalidad si las cosas se hacen de cualquier modo y no podemos llamarnos profesionales si no somos reconocidos como tales aunque cuelgue un título de la pared. Así que, viendo el patio, se avecina un tiempo de mutación y evolución de los mediadores interesados en sobrevivir hacia modelos que rompan con el resto de distribución de seguros. Quien desee calidad, seguridad en estado puro, debe poder contar con auténticos profesionales preparados, especializados y orientados hacia el cliente en todas sus facetas. Quien siga pensando en clave de facilidad de contratación y precio tendrá las restantes opciones. Hasta que acabe escocido.
Miguel Benito nos advirtió acerca de nuestra escasa o nula relevancia en la sociedad. Tanto la asociación con el vendedor de seguros del pasado (el del pie en la puerta) como la clara vinculación del seguro con hechos desagradables nos aparta del glamour. ¿Cómo romper con esta tragedia mediática? Probablemente deberemos pararnos a pensar, establecer nexos entre nuestra actividad y situaciones que resulten valiosas para la sociedad. Que en lugar de asociarnos al drama lo hagan al desenlace felíz, propiciado por nuestra ayuda.
Salvando las distancias, recordemos que cuando Superman salva a la chica del villano esta se halla en una situación muy desagradable. Pero no relacionamos al héroe con lo trágico sino con el aura que otorga restablecer el bien. Tal vez deberíamos incidir en que la tragedia se consumará solo si no aparece el héroe.