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Uno de los cómics más raros que tengo en mi colección se trata sin duda de "El Puente". Publicado a mediados de los 80 por el Ministerio de Economía y Hacienda, intenta explicar de forma amena qué son, para qué sirven y cómo mejoran una sociedad los impuestos, para alumnos de EGB.

 

 

Guionizado por Jose María Lago y Victor Mato y dibujado por Arranz, el Puente es una divertida aunque simple historia, tremendamente inspirada en Hergé y su Tintín, especialmente el de la primera época. 

El objetivo del cómic, como admite desde su prólogo, es que como parte de la asignatura de Sociales se obtenga un conocimiento de los impuesto para quien no los conozca, aclarar ideas para explicarlos a quién sí los conozca o, al menos, hacer pasar un buen rato.

La historia, de bastante sencillez, consiste en el naufragio de Raúl de la Espina, un famoso periodista, en una isla lejana. Allí, encuentra un poblado, Aldeoka, y conoce a sus habitantes que son bastante caóticos. Los poblados de alrededor se ríen de ellos, porque son incapaces de hacer nada que cueste demasiado esfuerzo. Además tienen mucho miedo a las alturas, a pesar de vivir en lo alto de un acantilado y están continuamente haciendo juegos, y sin tomarse nada en serio.

El estilo de Tintín es claramente palpable:

 

Tras un banquete, el líder Kintokas fallece, y tienen que elegir un nuevo jefe. Como cabría esperar, el protagonista, Raúl el periodista, es elegido (de forma bastante absurda, pero hay que reconocer que divertida: la prueba consiste en ver quién se atreve a acercarse más al pico del acantilado).

 

Raúl decide intentar mejorar las infraestructuras del pueblo construyendo un puente para llegar antes a las aldeas cercanas. Y tras sopesar otras vías de financiación, la única factible que se le ocurre es a través de impuestos.

 

En un primer momento, el impuesto sobre el patrimonio, pero también sobre la renta, el IVA, etc. 

 

Lógicamente el objetivo del cómic fuerza unos bocadillos largos con muchas explicaciones. Pero es algo bastante bien llevado, que incluso los guionistas y dibujante se toman con bastante sentido del humor, bromeando constantemente sobre el tema.

 

Finalmente, con el puente construido, la vida de los habitantes de Aldeoka mejora y la aldea va prosperando poco a poco con el esfuerzo de todos, hecho que aumenta la cohesión social. 

 

Evidentemente no está en el top 10 de mis cómics favoritos, ni es una joya que guarde como oro en paño (aunque sí es cierto que le tengo bastante cariño, por menos de 10 € lo encuentras en Todo Colección).

Pero es simpático, divertido, bien hecho y bien presentado (en tapa dura), con una calidad más que decente para su propósito. 

Imagino que hoy en día algo así se politizaría al máximo. Los ultraliberales asegurando que se adoctrina a los niños a favor del keynesianismo. La ultraizquierda que si se adoctrina a favor del imperialismo o el colonialismo. Que si presenta el alcoholismo como cosa de risa, que si fomenta al juego (a los aldeokanos les encantan los juegos), que si perpetúa los estereotipos, bla, bla, bla.

 

El hecho es que los impuestos es algo que se paga hasta después de muerto, nos gusten más o menos. Miles de año de historia se han venido pagando, y seguramente se siga haciendo durante miles de años más. No está mal empezar a enseñar a la gente cuanto antes, de la forma más sencilla posible, a entender cómo funciona el mundo al que tendrán que enfrentarse cuando salga del cascarón. 

En el cómic también hay un espacio para el fraude. En la explicación de por qué se ha hecho mal, se apela al sentimiento de culpa y al rechazo del resto de los aldeanos:

 

En mi cole 7º de EGB, también en Sociales, tras explicarnos qué era la bolsa, hicimos durante un mes un juego por equipos de elegir 5 compañías, explicando el por qué (no muy avanzadamente, claro, teníamos 13 años...) y luego veíamos su evolución cada semana, decidiendo si hacíamos cambios. ¡Quién me iba a contar entonces a mí, que sólo pensaba en ligarme a María la del B, que muchos años después aquello me serviría para decidir mi carrera! Está claro que aprendí y aproveché mucho más con aquel juego que aprendiéndome las capitales de memoria. Que bueno, que también me las aprendí, aunque muchos países de entonces ya ni existan.

En fin, con el empuje que vuelven a tener los cómics gracias a series y películas, no estaría mal plantearse algo parecido. ¿Por qué no unos Vengadores combatiendo contra el fraude fiscal o la corrupción?

 

P.D. Puesto que el cómic se repartía de forma gratuita y carece de un disclaimer que impida compartirlo, doy por hecho que no pasa nada por mostrarlo y me he animado a hacer algunas fotos del mismo y compartirlas aquí. Si alguien más puesto que yo en temas de copyright (o los autores) piensa que no puedo hacerlo, por favor que me lo indique para disculparme y borrarlas inmediatamente.

 

Tomás García-Purriños, CAIA

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