El sol, comparada con otras de su clase, es una estrella bastante estable. Su actividad aumenta o disminuye en ciclos, estudiados desde Galileo a través de las manchas solares. Cuando más activo está el sol, más manchas solares y más tormentas. Este ciclo, si bien no es perfectamente regular y varíe en intensidad, dura entre unos 10 y 13 años.
Las tormentas solares son más intensas cuando el ciclo alcanza la máxima intensidad, esto es, cuando la actividad magnética es más fuerte. Por suerte el campo magnético de la tierra y la atmósfera nos protegen de ellas, pero algunas más fuertes pueden sobrecargar las redes eléctricas, pueden provocar apagones, averiar satélites e incluso interferir en el tráfico aéreo. Por el lado positivo, también causan la aurora boreal.
Sin embargo, en 1859, esta aparente tranquilidad solar quebró y se produjo una tormenta solar tan potente que causó el fallo del telégrafo. Se conoce como el “Evento Carrington”. Fue la tormenta más violenta registrada hasta la fecha y se pudieron ver auroras boreales hasta en España. Si se produjera algo así hoy en días, las consecuencias sobre nuestra tecnología (electricidad, GPS, comunicaciones, etc) serían catastróficas.
Los mercados financieros también se mueven en ciclos, de forma relativamente tranquila cuando se mira con perspectiva. Mercados alcistas o bajistas, en medio de periodos laterales de consolidación. Pero cada cierto tiempo se produce un evento inesperado que provoca una caída rápida y desordenada, que destroza durante años las carteras. El cisne negro, tan malentendido y mal empleado por los medios de comunicación.
1929, 1987, 2000, 2008… fueron algunos de los Eventos Carrington bursátiles. Imposibles de predecir, aunque algunos gurús de bola de cristal fácil siempre los vean venir. Ya conocemos cientos de ejemplos de Dr. Doom, que se aplican eso de que “el mejor reloj es el estropeado, porque marca la hora sin titubear”.
Sinceramente, nadie tiene ni idea de cuándo llegará. Pero cuando uno construye la cartera, sabe que llegará, más tarde o más temprano. Al menos uno durante la vida inversora. No es mala suerte, es probabilidad. Es un riesgo de cola. No preparar al menos una parte de la cartera como cobertura o amortiguación, es no hacer un buen Asset Allocation.
Porque la diversificación trabaja con minimizar la volatilidad optimizando la rentabilidad. E ignorando, claro está, el incremento de las correlaciones que se produce durante los eventos de cola. Sí, funciona relativamente bien en el largo plazo, pero durante el Evento Carrington la aurora boreal llega hasta nuestros fondos monetarios. En estos momentos sólo cabe el de-risking, de cara a adaptar nuestro perfil de riesgo al nuevo escenario. Pero esto conlleva ventas a malos precios y la posibilidad de perdernos un rebote posterior.
Hay formas de cubrirse. Javi nos comentó algunas que podrían funcionar y ya analizamos en su momento que el oro también podría ser una idea.
Sea como sea, llegará sin avisar. Vale la pena prepararse de antemano.
Tomás García-Purriños, CFA, CAIA
@tomasgarcia_p