Pero los inversores debemos romper esos miedos y actuar con la cabeza bien fría. Debemos tomar decisiones económicas, basadas en principios económicos y que tengan un sólido fundamento económico. Eso es invertir.
Sólo hay que releer el párrafo magistral de Bill Miller con el que hace poco iniciamos un artículo o la famosa frase de Warren Buffet que decora este blog para darse cuenta de que todo es posible y de que a los mercados, a largo plazo, les queda un largo camino alcista que recorrer.
El inversor medio puede aprovecharse comprando poco a poco participaciones de un fondo indexado. Hemos dedicado lo que llevamos de mes a esta forma de invertir. Este inversor tendrá momentos de pérdidas y de ganancias abultadas pero, con el paso de los años, debería tener un retorno anual cercano al 10%. Es un buen fondo de pensiones, ¿verdad? En cualquier caso, esta estrategia pasiva siempre debería darnos un retorno superior a la inflación.
Los inversores con más conocimientos, en cambio, pueden dedicarse a una labor mucho más apasionante, rentable y arriesgada, como es la compra de empresas. El truco está en localizar una empresa que se vende por debajo de su valor real y que, gracias a sus especiales características, tiene la capacidad de ir aumentando ese valor real con el paso del tiempo. Es decir, el inversor de largo plazo (esto es un argumento 100% GARP) debe buscar empresas que, por mucho que suba su cotización, siempre estén infravaloradas.
Sea cual sea la estrategia inversora que sigamos, no debemos caer en pensamientos cortoplacistas que sólo sirven para cerrarnos los ojos y evitar que pensemos como inversores inteligentes. Por lo mismo que el cine pasó de las 5 pesetas a los 7€ y el Dow Jones pasó de los 1.000 puntos a los 12.000, el Ibex pasará de los 14.000 a los 50.000. ¿Telefónica en 200€? Con 20 años de por medio esto no es ningún disparate. El dis Es hasta lógico. Sólo hay que buscar una buena empresa, con una fuerte ventaja competitiva, bien dirigida y a un buen precio. El resto es sentarse y esperar.