Acaba de terminar el Tour de Francia. Actualmente, no es ni de lejos la mejor carrera del calendario, pero el perfil de una de las etapas que más han dado que hablar en esta edición nos va a servir como ejemplo:
Visto así, el recorrido se asemeja bastante al perfil del S&P, con la crisis puntocom comenzando una vez coronado Peyragudes (km. 15), la crisis financiera tras Val Louron (km. 37), y el momento actual en algún punto de la ascensión al Col du Portet.
Sería muy fácil tener éxito en bolsa sabiendo los kilómetros que quedan hasta cada cima, pero eso no es posible, o, al menos, no de forma precisa. La observación de los sucesos que van produciéndose a nuestro alrededor nos pueden aportar pistas que indiquen, dentro de un amplio e impreciso rango temporal, que la cima del ciclo no ha de estar lejos, igual que en una ascensión la mayor presencia de público, el cambio del tipo de vegetación o el entrar en una zona vallada puede indicar que la meta está próxima. Pero jamás con certeza. La única certeza es que, cuanto más se asciende, más cerca está uno de la cima.
Pero no va a ser la comparación con el S&P el objetivo del artículo, sino llegar a entender el funcionamiento de los ciclos económicos usando como símil una etapa de ciclismo.
En la siguiente gráfica he trazado una línea roja que se correspondería al nivel de energía de un corredor en cada momento de la etapa (sin tener en cuenta el cansancio acumulado). Como se puede ver, conforme va transcurriendo por una subida, el nivel de energía disminuye, y al contrario cuando circula por un tramo de bajada:
Desde un punto de vista ciclista, ¿cuándo es posible destacar sobre tus rivales? Alguno pensará que la pregunta es muy fácil, pues simplemente con tener más energía que nuestros rivales lo podremos hacer. Sobre el papel es así, pero en la práctica no resulta tan sencillo, pues no se trata de una relación lineal en la que un punto extra de energía suponga lo mismo tanto en una subida como en una bajada. En una bajada, ese punto extra de energía resulta imperceptible, pues la propia inercia del descenso junto con la plenitud energética de los demás desechará casi por completo cualquier diferencia. Sin embargo, en un tramo ascendente, el mantener un punto extra de energía cuando el resto está agotado sí va a ser determinante para marcar la diferencia. Además, cuantos más kilómetros de ascensión llevemos, más acusada será esa diferencia.
¿Qué actitud suelen tomar muchos corredores? Aquella a favor del ciclo. Es decir, una vez coronan con dificultades un tramo de dura subida, y tras un pequeño descanso en los primeros kilómetros de la bajada para recuperar energía, se sienten confiados para atacar a sus rivales (hay un dicho en el ciclismo que viene a indicar que el que ataca en bajada es porque no puede hacerlo subiendo). Este “envalentonamiento” en las zonas de recorrido más favorable suele prolongarse hasta los primeros kilómetros de la siguiente subida, donde chocan de bruces contra la realidad. Su actitud no les suele llevar muy lejos, pues la diferencia que consigan en la bajada o primeros kilómetros de la siguiente subida suele ser escasa, y pronto la carretera les pondrá en su sitio. En algunas ocasiones sí funciona la estrategia de atacar en descenso, pero se ha de ser muy cuidadoso y selectivo al llevarlo a cabo, y contar con la suficiente reserva de energía para lo que queda.
Por otro lado, están quienes son prudentes cuando el recorrido favorable no permite marcar muchas diferencias, y valientes cuando el recorrido desfavorable si lo permite. La apuesta puede salir bien o salir mal, pero es más fácil que tenga éxito si se cuenta con un punto extra de energía cuando la mayoría de rivales estás agotados.
¿Qué tiene esto que ver con la inversión? Todo. Omitamos por un momento que la gráfica se corresponde con una etapa de ciclismo, y pensemos que la línea del perfil del recorrido es el indicador del estado de la economía, y la línea del nivel de energía es la cotización de un índice bursátil. Cuando la situación económica global es desfavorable (tramo de carretera ascendente), los principales índices bursátiles descienden (nivel de energía decreciente). Cuando la situación económica global es favorable (tramo de carretera descendente), los principales índices bursátiles crecen (nivel de energía creciente).
¿Y cómo es la actitud de muchos inversores ante esos escenarios? De forma similar a la de muchos ciclistas, es decir, a favor del ciclo. Cuando un período de crisis termina, muchos inversores están tan escarmentados/desengañados que no quieren ni oír hablar de la bolsa. Conforme la situación mejora, empiezan a ser menos reticentes a la bolsa, hasta que un día recuperan la confianza perdida y vuelven a invertir. Tomando las mismas palabras ya utilizadas anteriormente, “este envalentonamiento en las zonas de recorrido más favorable suele prolongarse hasta los primeros kilómetros de la siguiente subida, donde chocan de bruces contra la realidad“. Su momento de euforia o plenitud de energía coincide con un mercado sobrevalorado, donde, al igual que en el ejemplo contrario, sólo existe la certeza de que, cuanto más se desciende, más cerca está uno del comienzo de la siguiente subida. Cierto es que se puede seguir invirtiendo con éxito aunque el mercado y los índices se derrumben, pero se ha de ser muy cuidadoso y selectivo al llevarlo a cabo, y contar con la suficiente reserva de liquidez para lo que pueda venir.
Por último, están quienes son prudentes cuando el mercado sobrevalorado hace más difícil conseguir buenas rentabilidades, y valientes cuando el mercado infravalorado si lo permite. La apuesta puede salir bien o salir mal, pero es más probable tener éxito si se cuenta con un punto extra de energía cuando todos los demás están agotados.