El ingreso público es la cantidad total de recursos que recibe un Estado de los agentes económicos, así como de los servicios que este ofrece. Con los ingresos públicos, el Estado financia el desarrollo de sus funciones y la financiación de su operativa.
El Estado, como agente económico que es, tiene una serie de funciones, así como de objetivos que debe cumplir. La seguridad, la sanidad, la educación, la justicia, entre otras cuestiones, son responsabilidad de un Estado. Y al igual que estas cuestiones, objetivos como reducir la desigualdad, la redistribución de la riqueza, la reducción del
desempleo, entre otros objetivos, también son responsabilidades que el Estado asume con su ciudadanía.
Para financiar todas las obligaciones descritas anteriormente, así como para cumplir con esos objetivos planteados, el Estado cuenta con una serie de ingresos y una serie de gastos que financian y permiten su operativa. Es decir, le permiten financiar su actividad, a la vez que le permiten llevar a cabo políticas que, a lo largo del tiempo, le llevarán a alcanzar los objetivos previamente planteados.
El Estado, a través de los
impuestos, las tasas, las contribuciones, las cotizaciones sociales, entre otros elementos, genera una serie de ingresos. Estos ingresos, como decía, los utiliza el Estado para financiar todo el gasto en el que incurre este a la hora de llevar a cabo la operativa descrita, así como las políticas que, puestas en marcha, le permitirán alcanzar los objetivos previamente establecidos.
A todo estos ingresos, es decir, a todos los recursos que el Estado recibe, y que sirven para financiar todas las actividades que este lleva a cabo, es a lo que los economistas llaman "ingreso público".
Por tanto, y dicho de otra manera, hablamos de todo el dinero que recibe el Estado para cumplir con todas sus obligaciones y, de la misma manera, con lo prometido a su ciudadanía.
Clasificación de los ingresos públicos
Aunque denominemos "ingreso público" a todos los ingresos que recibe un Estado, hemos de señalar que, como ocurre en el mundo de las finanzas y la empresa, podemos clasificar estos ingresos públicos en función del tipo de ingreso, o en función de su procedencia.
Oficialmente, y al contrario de lo que ocurre con el gasto público, únicamente existe una clasificación presupuestaria de los ingresos públicos: la clasificación económica.
Por ello, atendiendo a esa clasificación económica, podemos clasificar los ingresos públicos de la siguiente manera:
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Impuestos directos: Hace referencia a los ingresos que provienen de aquellos impuestos que gravan el capital de nuestros ingresos o patrimonios. Por ejemplo, los derivados del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (por sus siglas, IRPF).
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Impuestos indirectos: Hace referencia a los ingresos que provienen de aquellas acciones de consumo que realiza la ciudadanía. Por ejemplo, el Impuesto sobre el Valor Añadido (por sus siglas, IVA).
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Tasas y otros ingresos: Aquellos ingresos que provienen de la venta de bienes, o la prestación de servicios. Por ejemplo, cuando nos hacemos el Documento Nacional de Identidad (por sus siglas, DNI).
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Transferencias corrientes: Este tipo de ingresos los recibe el sector público para la realización de operaciones corrientes.
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Ingresos patrimoniales: Es el tipo de ingreso que recibe el sector público proveniente de activos patrimoniales de los que este es el titular. Por ejemplo, del alquiler de bienes públicos.
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Enajenación de inversiones reales: Son aquellos ingresos que provienen de la venta de bienes públicos. Por ejemplo, la venta de un terreno, o un edificio.
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Transferencias de capital: Todos aquellos ingresos que provienen de otros entes del sector público para financiar operaciones de inversión. Por ejemplo, los fondos europeos.
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Activos financieros: Son todos los ingresos que recibe el sector público de la venta de activos financieros, o la concesión de préstamos.
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Pasivos financieros: Los ingresos que recibe el sector público a la hora de emitir pasivos financieros. Por ejemplo, cuando se hace una emisión de deuda pública.
Importancia de los ingresos públicos
La importancia del ingreso público radica en que, sin este, no podría prestar los servicios que este ofrece a la ciudadanía, así como alcanzar los objetivos que este plantea a la misma.
Si el Estado no obtiene ingresos, este no puede invertir en seguridad ciudadana, por ejemplo. En este escenario, el sector privado debería contratar dicha seguridad; quedando desamparados todos aquellos ciudadanos que no poseen recursos para contratarla por su cuenta.
De la misma manera, si el Estado no cuenta con ingresos públicos, este no podría invertir en sanidad o educación. En este caso, sólo podrían acceder a ella aquellos ciudadanos que posean los recursos para financiársela, debiendo dejar desamparados a todos aquellos ciudadanos que, por el motivo que sea, no cuentan con recursos para pagarse un seguro privado, o un colegio privado.
Y al igual que ocurre con la seguridad, la sanidad y la educación, ocurre con otras muchas cuestiones que, siendo responsabilidad del Estado, producen un mayor bienestar a toda la población.
Por todo ello, la importancia del ingreso público se encuentra en los servicios que este ingreso financia, así como los objetivos que estos ingresos públicos nos permiten alcanzar.
Ejemplo de ingresos públicos
Por último, y aunque ya hemos visto numerosos ejemplos de lo que son los ingresos públicos, repasemos algunos de los ejemplos vistos a lo largo del artículo para quedarnos bien con este concepto.
Como ejemplo de ingreso público tenemos los impuestos directos, los impuestos indirectos, las tasas que cobra este por los servicios prestados, los ingresos derivados de activos patrimoniales o activos financieros que este posee, las ayudas que provienen de Europa y otros entes públicos, la venta de activos, entre otras cuestiones que, como hemos visto en este artículo, son ingresos que recibe el sector público.
Dependiendo de los ingresos públicos de los que disponga el Estado, este podrá financiar más o menos servicios. Pero, en resumen, hablamos de todo el dinero que recibe el Estado para cumplir con todas sus obligaciones y, de la misma manera, con lo prometido a su ciudadanía.