En los antecedentes tambíén cuentan las diferencias.
El caso Eurobank que citábamos anteriormente tiene desafortunadamente para los afectados una diferencia esencial con el caso filatélico, y es que en aquélla ocasión se trataba de un banco que tenía solvencia patrimonial y liquidez, aunque su gestión no era buena. Entonces, suedió que el Fondo de Garantía de Depósitos Bancario, controlado por la banca y el Banco de España, vendió a un grupo de clientes como "solución" un Convenio de Acreedores en el cual en vez de castigarse al banco con un interés de demora y unas penalizaciones por haber cerrado puertas sin ton ni son en pleno mes de agosto para compensar el mal causado a miles de clientes con ese "corralito" forzoso e injustificado, y le perdonó o condonó más de la mitad de los intereses que tenían que abonar por contrato, dejando el sobrante para que se los repartieran sus accionistas. El señor Bacalo todavía no se ha enterado que fueron los clientes los que perdieron esos intereses, y que los ganó el banco gracias a la intercesión del Fondo de Garantía de Depósitos, el cual además cobró una prima del 2,5 por cien anual cuando si era acreedor fue por obligación legal y no porque hubiera sido captado como cliente gracias a los consejos de DINERO QUINCE, entre otros medios que recomendaban reiteradamente los productos de Eurobank.
Lo que entonces hizo el Fondo de Garantía de Depósitos Bancarios convenciendo a un grupo de clientes de que el Convenio de Eurobank era "bueno" para sus "intereses" cuando en realidad suponía una pérdida de intereses es más o menos lo que intentan hacer ahora las asociaciones incentivadas por el Gobierno a través del Consejo de Consumidores y Usuarios.