Ni pensiones públicas… ni privadas
Luis Aparicio Pérez
Director de Contenidos de INVERTIA
Siempre se escucha la misma canción sobre las pensiones públicas. No es cosa de corto plazo y, por tanto, que lo arregle al que le toque y que lo sufra quien le pille. Los debates que se abren acaban siempre en la necesidad de combinar la pensión pública con la privada, aunque ésta aparezca como un tema tabú, casi de ricos, de países sin Estado del Bienestar e insolidarios.
Realmente, como el tema se presta a la política dada la ingente cantidad de pensionistas y su costumbre de votar, nunca se aborda con la mínima seriedad. Hoy no voy a entrar en las pensiones públicas que confío en que siempre estarán garantizadas, aunque como ya se viene haciendo en cuantías cada vez menores.
Me preocupan mucho las pensiones privadas que en este país llevan en marcha casi dos décadas y se erigen como la peor de las fórmulas para asegurarse un complemento a la pensión de jubilación. Desde su existencia, planes de pensiones, planes de jubilación, PIAS y demás historias sólo han beneficiado a sus gestores y comercializadores, preferentemente los bancos, las cajas de ahorros y las aseguradoras.
Los datos de rentabilidad de estos instrumentos son bochornosos: la ganancia media anual en los últimos diez años el del 0,30%: ¡Impresionante resultado¡ A 15 años la ganancia anual ha sido del 3,4% y aquellos que suscribieron un plan de pensiones hace tres años pierden el 1,75% de media cada año. Sería obligado buscar una menor volatilidad en las ganancias de estos instrumentos y evitar tópicos falsos como que la Bolsa siempre es la opción más rentable a largo plazo.
El punto fuerte de la fiscalidad también es un fiasco: te desgravan ahora pero pagas luego, cuando más necesitas el dinero. Además, Solbes se encargó de eliminar la exención del 30% de las ganancias si se percibía como capital, cambiando las reglas del juego en mitad de la partida.
Habría que abrir un debate serio sobre las pensiones privadas y crear instrumentos realmente atractivos en los que no sean bancos, cajas y aseguradoras los únicos beneficiados de unas comisiones altas y e independientes de los resultados. Podrían, por ejemplo, destinarse a la deuda pública para financiar al Estado con la reinversión de los intereses obtenidos y sin intermediarios o con costes bajísimos. Ello beneficiaría al conjunto de la economía y, sobre todo, a los ahorradores. Hagan ustedes los cálculos de de tipos al 4 ó 5% con un cupón cero en un plazo de 10, 15 ó 20 años. Mucho mejor que las ocurrencias de los gestores y sus invitaciones a comprar renta variable de Japón.
Este sería un debate interesante y serio. Proponer unos instrumentos buenos, sólidos con rentabilidades atractivas pero sin riesgo es lo que hay que debatir. Si además se acompaña de una ventaja fiscal tanto en la entrada como en la salida, los españoles se lanzarían a invertir en ellos. Mientras tanto, el inmobiliario es la única –pese a las caídas de ahora- hucha posible. Lo demás, son ganas de marear y de mantener un sistema para el complemento de la pensión pública que es una auténtica castaña en todas sus modalidades