A la del banco le puedes decir: "Si no te importa, échame el sello del banco en este documento".
Lo normal es que no ponga pegas. Si se niega, tienes tres opciones: poner una reclamación en defensa del cliente, mandar un burofax dejando constancia de que pides la cancelación de la cuenta, o no hacer nada pensando que no va a surgir ningún problema.
Hace 30 años nadie pedía la cancelación de cuenta porque se suponía que con el tiempo, si estaba sin saldo, la cancelaba el propio banco. Los problemas vinieron cuando los bancos descubrieron el "negocio" de cargar comisiones en las cuentas no canceladas expresamente.
El silencio es hermoso cuando no es impuesto.