Santo Tomás de Aquino nos dejó una máxima que ilustra el caso: ""Teme al hombre de un solo libro."
Dándole una vuelta de tuerca y hablando de servidumbres, el poema que citas nos refiere el culto a un solo amo: el dinero.
Cuando se pierde la perspectiva, la visión de la causa y sus efectos y todo se reduce a la persecución de un objetivo que todo lo justifica estamos ante una situación que merecidamente causa pavor. Nada detendrá ni amilanará a quien está cegado por una sola y única idea, por una sola obsesión, vicio, pasión o ambición. Maquiavelo lo describió perfectamente: "La ambición es un sentimiento tan poderoso en el corazón humano, que por más alto que lleguemos, nunca nos satisfaceremos"; más, más, más,... y las familias, las empresas, o los miembros amputados dejan de tener cualquier significado para quien solo tiene una palabra en su repertorio "¡BENEFICIOS!"
Tal vez lo que debería plantearse nuestra Administración (y la de otros estados)es si es inteligente generar estas macrocorporaciones financieras que disponen de unos recursos y poder capaces de cohartar Estados y políticas. Creo, sinceramente, que el resultado de este engrosamiento tendrá una víctima segura: el consumidor y este será víctima doblemente, tanto como ciudadano de un espacio político secuestrado por el endeudamiento público como en su calidad de necesitado de servicios financieros y, en consecuencia, con la yugular expuesta a la voracidad de la bestia. Un grave error.
Deberíamos tener entidades topadas en dimensión para estimular la competitividad, la cercanía al cliente y, sobretodo, incapaces de apretarle las tuercas a nadie.
400 años, amigo Jaime y resulta que no hemos conseguido extinguir esta plaga. ¿Alguien tiene el móvil del flautista de Hammelin?