El porqué de las fusiones de las cajas
Opinión de un profesor universitario de Economía sobre el particular
http://www.lavozdegalicia.es/opinion/2010/07/08/0003_8598193.htm
Mientras el sector inmobiliario español creció a tasas elevadas, familias y empresas se endeudaron hasta niveles de vértigo. Tanto que a día de hoy su deuda viva con el sector financiero es mayor que la de sus homónimas alemanas, aunque la economía española dista mucho de parecerse a la germana. Gran parte de esta deuda la mantienen con las cajas de ahorro; un sector que durante el bum aprovechó la fuerte demanda de crédito para expandir la oferta. En lugar de prestar de forma selectiva, aumentó la oferta -con la apertura masiva de oficinas- hasta el nivel requerido por la demanda, sin tener en cuenta que la fase expansiva del ciclo tendría fecha de caducidad. Y para satisfacer las necesidades de financiación, acudió raudo al exterior e importó el ahorro que internamente faltaba.
Las cajas de ahorros concedieron, pues, créditos a largo plazo y se endeudaron a corto y medio plazo en los mercados internacionales. Un desajuste temporal con potenciales efectos nefastos para el sector. Porque en cuanto la actividad inmobiliaria se detuvo y la economía en su conjunto se estancó, los niveles de mora crecieron y las cajas necesitaron refinanciar su deuda. La alternativa -requerir a los prestatarios, con créditos a 20 o 30 años, que los amortizasen anticipadamente para así cuadrar sus balances- era inviable. Fue entonces cuando encontraron dificultades para convencer a sus prestamistas internacionales acerca del aplazamiento de los pagos. Por añadidura, la penalización de estos prestamistas no dejó de crecer a medida que fue transcurriendo el tiempo, lo cual desencadenó un proceso de descapitalización preocupante.
Para colmo de males, los tipos de interés fueron cayendo imparablemente hasta reducir de forma drástica los márgenes financieros, a lo que acompañó una repentina contracción de la demanda de crédito -contracción que es previsible que persista en los próximos 2 o 3 años-. Es natural, pues, que la rentabilidad del negocio haya menguado, la capacidad del sector sea excesiva y su mantenimiento muy costoso.
Como no cabe esperar una recuperación de la demanda para que haya márgenes financieros rentables, es necesario actuar en el lado de la oferta. ¿Cómo? Reduciendo los costes y mejorando la eficiencia para sanear las cuentas. Aquí es donde el regulador está obligado a promover el adelgazamiento del sector, alentando todo tipo de fusiones: pone a disposición de las cajas la primera inyección de capital a través del FROB, pero una vez utilizado este fondo, deberán buscarse la vida por su cuenta. Y el regulador cree que lo harán mejor si el sector adelgaza y las entidades surgidas con las fusiones reducen costes, para que los mercados financieros internacionales perciban que son más eficientes. Así conseguirán -en opinión del regulador- refinanciar su deuda y captar capital en el exterior en mejores condiciones que las actuales, y su viabilidad mejorará. Como no es posible recorrer esta senda sin que haya consolidación, el regulador solo permite acceder a los recursos del FROB a las entidades fusionadas.
En síntesis, la ola de fusiones era inevitable y su efecto inmediato será un menor tamaño del sector de las cajas y uno mayor del de los bancos. Para vislumbrar el resto de efectos habrá que esperar.