La fidelidad tiene premio
La fidelidad a Banca Civica tiene premio. Y gordo, muy gordo. Porque el banco resultante de la fusión de Cajasol, Caja Navarra, Caja Canarias y Caja Burgos ha visto cómo uno de sus clientes, uno de esos autónomos que se ganan la vida laborando día y noche, se ha embolsado la nada despreciable cifra de 121 millones de euros.
Porque ese fue el premio que ganó un panadero de Pilas, un municipio sevillano de poco más de 17.000 habitantes, a mediados de mayo. El chaval, que toda las mañanas se levantaba a las tres de la madrugada para preparar la masa y cocer el pan, descubrió todavía tumbado en la cama que había acertado los siete números de la combinación ganadora, El currante se volvió a echar para tomar aire y digerir la fortuna.
Comprobó de nuevo que el era el único apostante de Europa que había acertado la composición y, raudo y veloz, llamó al interventor de la oficina bancaria de toda la vida, el que le había ayudado cuando otros bancos y cajas le habían negado una línea de crédito o un préstamo para renovar su maquinaria o para mejorar sus instalaciones. Le despertó a las tres de la madrugada: "¿Me puedes abrir la oficina? Es que tengo un boleto de 120 millones"
La mujer del banquero le preguntó dónde iba a esas horas, a lo que le respondió que se trataba de un tema de máxima urgencia. Había que ingresar el boleto, el único documento válido para cobrar el suculento premio, en una caja fuerte. Para el panadero era vida o muerte y para el director del banco asegurarse el bonus de toda una década. Quedaron en la Avenida Virgen de Fátima –eso sí que es un milagro-, abrieron la sucursal a hurtadillas e hicieron el ingreso.
Ya que se había levantado, el joven de 36 años preparó el pan y lo repartió a los comercios como si tal cosa, si bien avisó de que sería la última vez. Al día siguiente desapareció del pueblo pese a que los medios y los directores de otras entidades financieros lo pusieron en orden y captura. Semanas después, el millonario, ya sin manchas de levadura y harina, se pasea orgulloso con el interventor de Cajasol (Banca Cívica), que cuando apretaba la crisis siempre estuvo dispuesto a echarle una mano.
Ahora tendrá la oportunidad de suscribir la OPV del grupo bancario y convertirse en uno de sus mayores y más fieles inversores. Los de Cívica, que ncesitan 1.000 millones para sacar adelante su colocación, se lo agradecerán eternamente.