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Asúmalo: no tiene ni idea de bolsa

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Asúmalo: no tiene ni idea de bolsa
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Asúmalo: no tiene ni idea de bolsa

Cuanto antes asuma que no tiene ni idea de hacia dónde va a ir el Ibex 35 el próximo año, antes va a empezar a tomar decisiones sensatas de inversión. Pero no se lo tome como algo personal. La dirección del Dow Jones, qué porcentaje subirá Jazztel, cuánto bajará Nokia... Todo eso no lo sabe ni usted ni nadie. Y quien diga lo contrario, es un charlatán que merece ser arrojado al fuego del olvido. Este es básicamente el mensaje que transmite Tadas Viskanta, uno de los blogueros financieros más respetados y leídos del mundo, en su libro "Abnormal Returns".

Viskanta parte de un hecho: los humanos tenemos una necesidad intrínseca de predecir el futuro para poder adaptarnos a él, pero casi todos los estudios que se han realizado demuestran que somos muy malos en ese aspecto. No sabemos hacerlo.

Nuestro mayor error es que tendemos a pensar que las cosas van a seguir siendo como están ahora y tendemos a infravalorar la incertidumbre y el riesgo de cambio. El autor recoge el guante de Nassim Taleb y su teoría del Cisne Negro, y lo aplica a la inversión: "Vivimos en un mundo donde eventos que solo deberían ocurrir cada 10.000 años acaban ocurriendo regularmente", afirma irónicamente en un pasaje del libro. En consecuencia, aconseja blindar su cartera contra hecatombes. ¿Pero cómo hacerlo si hemos dicho que tratar de predecir el futuro es inútil?.

Pues facilísimo y dificilísimo a la vez: diversificando. Pero no en varias acciones o sectores. Ni tan siquiera en otros mercados europeos, americanos o emergentes. Sino por clase de activos: bonos, materias primas, divisas, depósitos bancarios, activos inmobiliarios, metales preciosos. Y ojo, la dificultad no viene por cómo acceder a estas inversiones. El mayor enemigo de esa estrategia somos nostros mismos.

Primero hay que asumir una máxima muy incómoda: "No existen los productos libres de riesgo". Échenle un ojo a la deuda pública. No hace tanto tiempo los bonos griegos cotizaban a la par que los alemanes y el año pasado tuvieron que asumir unas pérdidas "voluntarias" del 70% de la rentabilidad esperada.

El segundo problema es el del entorno. El autor habla en el libro de productos complejos y poco líquidos que los profesionales de las finanzas tratan de vender a los clientes. Es difícil resistirse a los cantos de sirena: "Lo mejor que hemos vendido en años", "Solo clientes muy especiales", "Se arrepentirá toda su vida si no invierte".

Aunque el autor se refiere a EEUU, no hace falta echarle imaginación para trasladar esta situación en España, donde las sucursales de los bancos son los asesores financieros de la población media. Basta ver el drama de las participaciones preferentes vendidas como si fueran depósitos. A un banco hay que entrar a comprar, no a que le vendan. Si no, le van a colocar lo que le interesa a ellos, en lugar de lo que necesita usted.

Pero yendo a las soluciones. ¿Qué es exactamente diversificar, para qué sirve y cómo se hace?. Diversificar no es otra cosa que asumir que no sabemos si un determinado mercado se va a hundir. Y para evitarlo, no invertimos todo nuestro capital en él.

Imagínese un ahorrador japonés que en los 80 tuviera su cartera invertida en acciones de su país. El índice de referencia de la Bolsa de Tokyo ha caído un 77% desde entonces. Y eso es precisamente de lo que hay que huir: una caída del 50% requiere una subida del 100% para recuperarse. Diversificación es un palabro que resume un refrán de toda la vida: no poner los huevos en la misma cesta.

Y en el cómo diversificamos está la clave. Una opción es vía fondos de inversión. Hay miles de ellos. Por clases de activos, por países, por regiones... Pero tienen un problema, además de las comisiones que cobran. Están gestionados por humanos, cuyo mayor incentivo -disculpen la generalización- es no quedar por debajo de la media y así mantener su puesto de trabajo. El resultado es el que es: mediocre. Un libro clásico de la inversión, "Un paseo aleatorio por Wall Street" (Burton Malkiel), lo deja claro: poquísimos gestores de fondos baten a los índices de forma consistente a lo largo del tiempo.

Entonces, si casi nadie bate al índice, invirtamos en fondos que repliquen el índice. Pero con bajas comisiones, porque ya no estamos pagando al gestor por hacer un trabajo de predicción del futuro, sino por una labor más bien mecánica. Y ahí aparece lo que Viskanta llama uno de los mejores inventos para el inversor minorista: los fondos cotizados (ETF). Tienen comisiones mucho más bajas que los fondos de inversión y cubren prácticamente todas las clases de activos imaginables.

A la última página de "Abnormal Returns" se llega con una conclusión: haga una cartera basada en fondos cotizados, que no tenga una exposición demasiado grande a un solo país ni área geográfica, que incluya bolsa, metales preciosos, renta fija pública, renta fija corporativa, activos en otras divisas... Hágalo si quiere con un asesor, pero déjele claro que lo que usted espera de él es que diversifique, no que le lea el futuro.

Asumamos que no tenemos ni idea de hacia dónde van los mercados, que el señor que tenemos enfrente en el banco tampoco y que la vida es demasiado corta para perder el tiempo tratando de hacer lo imposible: batir al mercado. Siempre y cuando usted no sea Warren Buffet, que ya sería casualidad. Entonces ya me callo.
http://www.expansion.com/blogs/roig/2012/07/20/asumalo-no-tiene-ni-idea-de-bolsa.html