El arbitraje enseña las garras ante las ampliaciones que vienen.
El arbitraje enseña las garras ante las ampliaciones que vienen. Que se lo pregunten al Santander
El mercado nunca camina en línea recta, la que marca la ortodoxia. El mercado ríe y llora según sea el estado de ánimo de los participantes. Sentimientos que provocan reacciones exageradas en las dos direcciones, es decir, desvían los índices de la línea recta. Ahí reside la magia de la Bolsa, ahí está la enorme dificultad que entraña la inversión en acciones, máxime si el dinero sigue empeñado en cursar órdenes al instante, de ida y vuelta. Los sabios que dejaron libros escritos a base de amasar y perder enormes fortunas definieron el estadio anterior del siguiente modo: En bolsa dos y dos no son cuatro, sino cinco menos uno. El mensaje viene a cuento de lo que sucede con la ampliación de capital de Banco Santander desde su inicio y, también, lo que va a suceder con otras tantas ampliaciones de capital que se van a cursar en Bolsa en los próximos meses. Bancos, constructoras, energéticas y demás valores necesitan un core capital con más músculo, dinero fresco. El interbancario no funciona como debe; los bancos no fían y, hasta ahora, la Bolsa es el único mercado que ha demostrado solvencia en lo que respecta a la liquidez, aunque el coste es excesivo como lo demuestran los fuertes retrocesos acumulados desde enero en la totalidad de las acciones. Ampliaciones que vienen y buitres que están al acecho. El arbitraje juega una baza principal y es el que hace que las reacciones sean exageradas, que los índices no caminen en línea recta.