Buenos días a todos! Ya al pie del cañón y en la cafetería. Buen ambiente, como suele ser habitual los viernes. La cafetera tiene ritmo de lavandería china. En la otra esquina de la barra veo a Draghi. Creo que lo que acaban de servirle es un carajillo. No está mal; lo que se dice un desayuno de toda la vida. Habla en veinte minutos... Vaya, pues ahora que lo pienso, el que de verdad necesita un carajillo soy yo. O mejor, una copita de orujo. A ver si hay suerte y se anima a darnos un empujoncito hacia arriba, Abengoa incluída. Voy a pagar y salgo pitando..."¡Cholo! ¡Cóbrame lo mío y lo de Mario!". Espero que sea agradecido. Me piro.