Al figura que operan con chicharros sin stop loss, le recomiendo que lea esto:
¿Qué es lo que suele suceder? Ya sin contar con el alto apalancamiento con el que suelen “jugar” novatos y no tan novatos (máximo artífice de que la cuenta vuele en minutos. Gestión del dinero nula), se sigue operando sin stop-loss por esa vieja creencia antes comentada de que en la bolsa a largo plazo nunca se pierde.
Y ya sin contar con los factores psicológicos que no dejan que cierres una operación en pérdidas, siempre con la esperanza de recuperarla.
Es verdad, cualquiera puede observarlo cuando opera, que en la gran mayoría de las veces la cotización vuelve e incluso, dejándola correr, puedes incluso, tras haber recuperado las pérdidas, salir con importantes ganancias.
Esto hace que el cerebro relacione no poner stop con recuperación + ganancias.
Y así día tras día, operación tras operación, hasta que llega una, solo una, esa es la pena, que nos devuelve a la triste realidad: con sólo una vez que entremos en pérdidas y la cotización no vuelva al punto de entrada, vale para que nuestra cuenta vaya desapareciendo, y ello se confirme con más rapidez tras haber añadido más lotes o contratos después de haber visto un soporte donde confiamos en que se de la vuelta, pero esto último no llega a suceder.
Como digo, es una pena, porque evitaríamos la mayoría de pérdidas y saldríamos siempre victoriosos si no fuera por esa única operación que nos da al traste con la estrategia.
Por tanto, es indispensable poner un stop, si o si. Una para calmar nuestros miedos psicológicos y otra para no dilapidar nuestro dinero.
El no poner un stop en todas y cada una de nuestras operaciones tiene los siguientes…
EFECTOS SECUNDARIOS:
Quiebra de la cuenta: margin call
No poder operar más por dicha quiebra
Mucho más tiempo del que deseamos sin poder hacer operaciones por culpa de esperar a que las pérdidas se recuperen (esto es operar a corto para pasarnos a largo por querer aguantar las pérdidas)
Si no cerramos las pérdidas no podremos abrir una operación en una posición más favorable, recuperar esas pequeñas y primeras pérdidas y salir con ganancias.
- PSICOLÓGICAMENTE el efecto puede ser lamentable:
- Nerviosismo- ¿qué hago yo ahora si no recupero el dinero perdido?
- Baja autoestima- No valgo para esto, soy un negado…
- Mal humor- Ganas de darle a todo lo que te rodea. Malas contestaciones a la familia.
- Sentimiento de impotencia- No hay forma de arreglarlo a no ser que se recuperen de nuevo las pérdidas.
- Dolores físicos- De cabeza, estómago, ganas de vomitar, sudoración, falta de concentración…
- Desesperación/miedo- Cómo conseguir más dinero para promediar la posición o para recuperar lo que voy perdiendo.
- Aislamiento- Pegado a la pantalla sin hacerle caso a nadie vigilando la posición con la esperanza de que se recupere.
- Insomnio- Consulta de la cotización de madrugada a través del móvil. Estado de vigilia pensando en lo que estamos perdiendo.
- Arrepentimiento- Si vuelve la cotización a donde abrí la operación prometo no volver a operar nunca sin stop.
Todo lo anterior se dispara hasta límites increíbles en proporción al dinero en “juego”.
¿Vale entonces la pena poner un stop-loss en todas y cada una de nuestras operaciones o no?