Decíamos la semana pasada que probablemente los inversores iban a seguir debatiéndose entre el brillante futuro a largo plazo dibujado por
la inteligencia artificial, por un lado, y los viejos problemas económicos que generan inquietud en los mercados financieros, por otro lado. Problemas como el resurgir de la inflación, el deslizamiento gradual a la baja del crecimiento o la delicada situación geopolítica global. Anticipábamos también una nueva semana de altibajos en las Bolsas, ante la creciente dificultad de encontrar un cierto equilibrio en un mundo tan dispar.
Pues bien, la semana ha tenido un claro ganador en ese debate que ocupa desde hace tiempo a los inversores, y el ganador se llama Nvidia. Las Bolsas iniciaron la semana con suaves caídas, a la vista de algunos resultados empresariales que no gustaron, como los de Palo Alto, Home Depot o Walmart (estos algo mejor que los dos anteriores) publicados el martes, y con unas actas de la última reunión de la Fed publicadas el miércoles que evidencian la casi nula probabilidad de recortes de tipos en la reunión de marzo. Pero los resultados de Nvidia, publicados el miércoles tras el cierre de los mercados, dieron un giro radical al sentimiento inversor y fueron
el auténtico “game changer” de la semana. Según algunos, tal vez también el “game changer” que puede dar lugar a un giro alcista de largo plazo en las Bolsas.
Hemos comentado en varias ocasiones, la última la semana pasada, varios episodios históricos en los que un número reducido de valores ha impulsado al mercado, tomando el liderazgo bursátil y ejerciendo una enorme fascinación sobre los inversores. Episodios como el de los Nifty Fifty en los setenta del siglo pasado o las “puntocom” en 1999 o los “siete magníficos” en 2023.
Pero lo que ha sucedido la semana pasada es que un solo valor, Nvidia, ha tenido la capacidad de mover el mundo, de impulsar a todas las Bolsas globales.
Tras la publicación de sus cuentas, Nvidia subió en la sesión del jueves un 16,5%, ganando en la sesión nada más y nada menos que
277 mil millones de dólares, superando el anterior récord de Meta Platforms, que había ganado 197 mil millones de dólares en la sesión del 2 de febrero, también tras publicar sus cuentas.
Pero lo impresionante no es que la cotización de la compañía reflejase así sus buenas cifras y sus buenas previsiones, lo realmente impresionante
es el efecto expansivo inmediato que tuvo una sola empresa sobre todos los mercados globales.
En la sesión del jueves el Nikkei, el Stoxx 600, el S&P, el Dow Jones, el Dax y el Cac superaron sus máximos históricos de todos los tiempos, en una especie de celebración global y universal de los buenos resultados de Nvidia. El
Nikkei subió un 2,2% en la sesión, superando por primera vez en 34 años sus niveles de diciembre de 1989, el
Eurostoxx un 1,7%, el
S&P un 2,11%, el
Dow Jones un 1,2% y el
Nasdaq un 2,96%. A nivel de empresas concretas,
Micron Technologies o Broadcom, entre otras muchas, se unieron a la fiesta con subidas importantes el jueves y, ya el viernes, siguieron las subidas, con las acciones de
Block (la antigua Square), por ejemplo, disparándose un 16,1% tras anunciar que sus ingresos del cuarto trimestre habían estado por encima de las estimaciones de Wall Street.
Pero ¿realmente tienen tanta importancia los resultados de Nvidia? ¿Es tan revolucionaria la inteligencia artificial o estamos ante una nueva burbuja?En un reciente evento en Dubai, celebrado este mismo mes de febrero, el fundador de Nvidia, Jensen Huang, dijo que la IA es el comienzo de una nueva revolución industrial, pero que va más allá porque en esta revolución industrial no se trata de la producción de energía, ni de alimentos, sino de la producción de inteligencia, que es algo mucho más importante. Probablemente Wang no exagera, pero, a pesar de ello, hay que plantearse que los inversores tal vez sí estén exagerando.
Tras las subidas y ya con los beneficios del 2024 cerrados, Nvidia cotiza a 66 veces beneficios y a más de 30 veces ventas. Es verdad que si extrapolamos a escala anual las ventas y beneficios del cuarto trimestre el multiplicador se reduce bastante y es también verdad que la progresión de ventas y beneficios es tan espectacular que justifica un elevado PER, pero en todo caso los números imponen respeto.
Hace un año se hablaba del efecto FOMO, el temor a quedarse fuera de la subida de las Bolsas, un temor que impulsaba a los inversores a comprar a cualquier precio, bajo la idea de que cuanto antes estar dentro del mercado, mejor.
Ahora no sólo hay un miedo a quedarse fuera sino también una
total falta de preocupación por estar dentro, una
ausencia de sensación de riesgo, que es lo que algunos llaman YOLO, “you only live once”. Como “sólo se vive una vez, hay que disfrutar de la vida”, aunque eso implique tomar riesgos. Bajo esa premisa los inversores no miran los riesgos y, por el momento, disfrutan de las subidas, lo que traducido a términos bursátiles significa disfrutar de la vertical subida de Nvidia.
Pero hay que saber que cuando una compañía se valora de forma tan optimista lo que puede suceder es que cualquier pequeña decepción puede provocar desplomes en la cotización. Es lo que le ha sucedido a otra de las “darling stocks” de Wall Street,
Palo Alto Networks, una compañía que en cinco años ha quintuplicado su valor en Bolsa, pero que el miércoles pasado perdió un 25% de su valor tras anunciar que espera crecer a un ritmo del 16% en lugar del 25% previsto hasta ahora. En la sesión del viernes vimos también como
Super Micro Computer, una compañía también vinculada a la inteligencia artificial y también muy querida por los inversores, que ha subido un 812% en un año y un 202% desde el uno de enero, caía un 12% tras decepcionar sus cifras al mercado.
Más allá de esos posibles desplomes, otra lección que nos deja la semana pasada es que lleva un largo tiempo digerir las “burbujas” de precios. El Nikkei japonés, como ya hemos dicho, recuperó el pasado jueves los niveles de diciembre de 1989, es decir,
ha tardado 34 años, casi tres décadas y media, en recuperar esos niveles máximos que, sin duda, y esto siempre es fácil decirlo a posteriori y no tan fácil verlo a priori, eran niveles de burbuja. Aunque es verdad que las empresas japonesas hoy son mejores que entonces en su gobernanza y que los Bancos han reconstruido sus balances y el sector privado en general funciona mejor,
la economía japonesa de hace tres décadas y media no era mala.
Al revés, se hablaba del “milagro japonés”, su nivel tecnológico y su robotización fascinaban al mundo, e incluso se daba como ganador a Japón frente a Estados Unidos.
Esa fascinación llevó a una gran sobrevaloración de activos, a una burbuja. Y sólo 34 años después se ha podido volver a la casilla de salida.
Esta semana van acabando ya los resultados empresariales, aunque todavía quedan algunos como Ferrovial
, pero sobre todo hay datos macro económicos interesantes como la segunda lectura el PIB americano del cuarto trimestre (la primera fue del 3,3%), la inflación preliminar de la zona euro y de varios países miembros de la misma, la confianza del consumidor americano de la Conference Board el martes y de la Universidad de Michigan el viernes, los PMI de manufacturas de febrero de la zona euro, China y EE. UU. y,
sobre todo, el dato de deflactor de gastos personales en Estados Unidos (PCE deflactor), que se publica el miércoles y que, como es bien sabido, es el indicador de inflación preferido por la Fed. Este fin de semana, Berkshire Hathaway ha celebrado su Junta de accionistas anual en Omaha y Warren Buffet decía a los accionistas que deben olvidarse de los tiempos de beneficios “espectacularmente sorprendentes” (“eye popping”) y pensar en beneficios más normales. Un mensaje bastante diferente al de Jensen Huang en la presentación de resultados de Nvidia
. En esa línea, apostaríamos por una semana más tranquila, con las Bolsas digiriendo los muy elevados niveles alcanzados en tan sólo dos meses de 2024.