Gaceta de los Nego cios
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Una OPA polémica
GAS Natural ha lanzado una oferta pública de adquisición para hacerse con el 100% del capital de Endesa. Aunque las espadas están en alto, el resultado de la OPA es incierto y sus términos concretos, difusos, es importante realizar algunas consideraciones de carácter general. Desde algunos sectores se considera esa operación como una seria amenaza para la creación de un mercado energético competitivo; desde otros se enfatizan las razones de eficiencia derivadas de la constitución de un gran campeón nacional en el sector de la energía; desde muchos se ponen de manifiesto las indudables implicaciones políticas de una operación pilotada por una institución, La Caixa, cuyo control último está en manos de un Gobierno autonómico. La concentración de poder ha de ser vista con inquietud por quienes desean una economía de mercado para España. Este conjunto de elementos hace de la OPA una operación polémica que ha de ser analizada con sumo detalle.
LA adquisición de Endesa por Gas Natural tiene lógica en el plano empresarial. La compañía eléctrica tiene altos niveles de endeudamiento y su futuro se ve amenazado por Kioto ya que su mix de generación presenta una acusada dependencia del carbón. En este contexto, su integración con la gasista le permitiría mejorar su posición financiera y tener acceso al “input de producción” básico para el desarrollo del sector eléctrico español, el gas. Al mismo tiempo, esa integración vertical es coherente con la tendencia a la convergencia de las compañías energéticas (eléctricas, petroleras y gasistas) según apuntan los modelos más recientes sobre la posible evolución de esas industrias en los próximos años. Sin embargo, este argumento favorable a la operación debe ser matizado.
El gas es casi un monopolio de facto en manos de Gas Natural. Controla su distribución mayorista y minorista en España, que le ha concedido la vigente regulación. Al mismo tiempo, las centrales de ciclo combinado son la variable estratégica esencial para el crecimiento de las compañías eléctricas en el horizonte del medio y del largo plazo ante el rechazo de la energía nuclear, la saturación de la hidráulica y la limitación de las alternativas. En este marco, la posición ventajosa de Gas Natural, unida a la fuerte presencia de Endesa en el mercado eléctrico, generaría poderosos incentivos para que la gasista discriminase a favor de su socio eléctrico, ya que esa política dotaría a la compañía fusionada de una ventaja competitiva imbatible frente a sus rivales reales o potenciales. Esa discriminación permitiría a la eléctrica un crecimiento “ilimitado” y restringiría la capacidad de expansión de sus competidores.
Si la OPA plantea problemas para la preservación y para la extensión de la competencia en el mercado energético de España, también produce serios y graves interrogantes en el plano metaeconómico. La razón es evidente. El operador dominante en el sector de la energía estaría en manos de una entidad sin propietario y mediatizada de hecho por los poderes públicos. Con independencia de su racionalidad económica, la OPA trasciende a una simple operación empresarial y además presenta unas implicaciones competitivas y regulatorias que es imprescindible tener en cuenta para valorarla en sus verdaderos términos.
ANTE este panorama, la adquisición de Endesa por Gas Natural, si llega a producirse, debería estar sometida a una serie de condiciones, entre ellas, una draconiana política de desinversiones, la eliminación del monopolio de la distribución del gas con la posible conversión de Enagás en una compañía independiente, similar a Red Eléctrica, abierta en igualdad de condiciones a todos los operadores y con una participación minoritaria de éstos en su capital social. Por último, el Gobierno cometerá un gravísimo error si sucumbe a la tentación de poner las cajas de ahorro al servicio de su política industrial y/o de sus deseos conscientes o inconscientes