Chapuz...opa Endesa
Al final, la cruda realidad pone a cada cual en su sitio. A Gas Natural le puso rápidamente en evidencia el mercado, donde se alzó un clamor unánime: el precio ofrecido por Endesa era escaso y, por más que la oferta tuviera el "nihil obstat" político –algo insólito en este país, donde el anterior Gobierno del PP había frenado en seco cualquier intento de formar un gran grupo energético español–, una oferta tan corta de dinero suponía empezar con mal pie.
Los siguientes que quedaron en evidencia fueron quienes se llenaron la boca de patrioterismo pseudoliberal para, desde dentro de la empresa "opada", montar una numantina defensa nunca antes vista. ¿Por qué la gente se pone tan nerviosa? Si era tan evidente que el precio era bajo y si, además, había la posibilidad de que, ante la facilidad para mejorarlo, surgiera un "caballero blanco", ¿a qué venía tal virulencia, tales declaraciones, demostraciones, súbita apuesta por planes de crecimiento y de dividendo nunca antes vistos? ¿No será que alguien sospecha que, por más que surja un "caballero blanco", no será tan blanco ni tan suficiente como para salvar la situación? ¿O es que hay que salvar más cosas que una compañía?
En esto llegó E.ON. Además de volver a dejar en evidencia a los antes citados, añade a la lista de los que se quedan con cara de póker a los políticos que esgrimieron el falso argumento del nacionalismo económico. Les preocupaba que la sede se fuera de Madrid a Barcelona pero no les parece inquietar que la sede de la matriz esté en Düsseldorf. Una vez más se demuestra que el nacionalismo económico es el más absurdo de los nacionalismos y que confundir Estado (un concepto claramente definido por las realidades políticas, sociales y económicas) con nación (un término que pertenece más al ámbito de los sentimientos pero siempre difícil de definir y de justificar) es un error demasiado habitual en estos tiempos.
Pero la lista de gente con el pie cambiado amenaza con hacerse interminable: por supuesto, el Gobierno se encuentra en la tesitura de actuar (y le van a poner otra vez de antiliberal los mismos que sólo son liberales cuando les interesa), pero no sin antes devolver la pelota y dejar en evidencia al mismísimo "caballero blanco", que no es tan inmaculado. Para empezar, ¿qué tendríamos que oír en este país si el "opante" fuera una compañía participada por la comunidad catalana, la vasca o la extremeña, por ejemplo, en vez de por el estado federado de Baviera? Por no hablar del "pequeño" detalle del blindaje del gobierno germano sobre la propia E.ON, que demuestra una vez más lo que todos sabemos: en Europa, nadie es liberal cuando le tocan sectores estratégicos como la energía, con lo cual pocos pueden dar lecciones de liberalismo. ¿Qué cara se le tiene que quedar al consejero delegado de E.ON cuando, el mismo día que viene a Madrid a presentar la OPA, el mismísimo presidente del Gobierno español –que fue avisado un día antes por la canciller alemana– le recibe en Moncloa para explicarle algunas cosas? ¿No tendrá la impresión de que se ha tirado a una piscina cuya profundidad no conocía del todo? ¿O de que alguien le ha vendido algo diferente de lo que cree
estar comprando?
Pero no se retieren de la pantalla, porque la lista de caras coloradas y de chapuz...OPAs no ha terminado.
INVERCA-RAFAEL MORENO CAPA
