Los Pulpos de la Bolsa
Sé que estás harto de oír hablar del pulpo Paul, querido amigo. Soy consciente de que tienes encima una profunda indigestión de cefalópodo alemán, qué se está repitiendo más que los episodios de los Simpson… Pero el fenómeno Paul resulta indispensable para la reflexión que quiero compartir contigo en este artículo.
Todos nos hemos reído del pobre bicho, sus aciertos nos hacen gracia y muchos hacemos chistes, incluso financieros, sobre sus dotes, pero no creo que haya nadie que se lo haya tomado en serio. Y si lo hubiera hecho, ¿alguien habría apostado su dinero a los resultados de los partidos sólo siguiendo las elecciones alimentarias de Paul? Le tildaríamos de loco para arriba. Parecería absurdo. ¿No? Pues resulta que en bolsa sucede eso bastante a menudo.
Muchos inversores siguen a pies juntillas lo que dice otro inversor, en ocasiones también conocidos con ese palabro tan manido que es “gurús”, sólo porque ha logrado una buena racha de aciertos en sus últimas profecías sobre el Ibex, el euro, el mercado inmobiliario… o lo que sea.
Y no me refiero aquí a los analistas que intentan establecen precios objetivos para las compañías que estudian, a los que los periodistas hemos intentado convertir en adivinos y le hemos echado encima a los inversores cuando vienen mal dadas. Ni tampoco a las previsiones siempre erróneas de los organismos oficiales.
Los “pulpos Paul” de los que yo hablo son aquellos que, tras un análsiis somero de las empresas y economías, o después de tirar tres líneas y cuatro ondas, se dedican a afirmar que eso que ellos ven en su bola de cristal, perdón, en sus pantallas, será lo que ocurra en el mercado. Y no otra cosa.
Se me viene a la mente un “Pulpo Paul” español, un señor mayor que vende libros y sale mucho en la radio, que define sus palabras y recomendaciones como “irrefutables”. Y la gente le hace caso ¿Por qué?
Porque le recuerdan muchos aciertos en momentos concretos. Claro, las muchas veces que se equivoca se han olvidado o ha sido porque en el mercado han pasado cosas imprevisibles… Estos “gurús” tienden a dibujar escenarios dramáticos y polarizados (comodín del 50%) para atraer la atención de la gente cuando aciertan. Y cuando fallan… cuando fallan, luego pasa lo que pasa.
Y no me refiero a todos los analistas técnicos tampoco. De hecho, yo sigo de cerca de aquellos que elaboran sus análisis tras dedicarle mucho tiempo y plantean distintas posibilidades. Sólo considero “Pulpos Paul” a aquellos que creen poseer la verdad absoluta del mercado, que sólo puede pasar lo que ellos ven entre sus líneas, que los hay y tienen legiones de seguidores.
Pero, un momento, ¿de quien es la culpa? Desde luego, no es del “bicho”. ¿Qué mal ha hecho Paul al acertar seis resultados seguidos? El problema está en los “seguidores”, que estamos tan perdidos que cuando vemos alguien aparecer con un reloj estropeado (ya sabemos que incluso los relojes estropeados dan bien la hora dos veces al día) creemos que es un sabio con una brújula mágica.
Con el caso del cefalópodo, es muy fácil reconocer lo absurdo y casual de la situación: es un pulpo, y los pulpos no tienen dotes adivinatorias. Pero cuando el que coge una racha de aciertos es un humano todo se complica: pensamos que puede tener unas capacidades especiales para interpretar la realidad y que siguiéndole nos haremos ricos... Y se da la absurda circunstancia de que seguimos a muchos pulpos Paul disfrazados de humano sin darnos cuenta. ¿No os parece?
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Sacado de El Confidencial-Cotizalia