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Una reflexión sobre los pseudo debates televisivos de la prensa rosa

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Una reflexión sobre los pseudo debates televisivos de la prensa rosa
Una reflexión sobre los pseudo debates televisivos de la prensa rosa
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Una reflexión sobre los pseudo debates televisivos de la prensa rosa

https://www.lavanguardia.com/opinion/20210406/6629443/carrasco-versus-flores.html

Para leerlo.es posible que tengáis que registrarnos, por tanto voy a transcribir su contenido (al final)

Este articulo ha sido redactado por el abogado penalista Sr. Xavier Melero, al que probablemente muchos recuerden del juicio de proces, el abogado defensor del Sr. Joaquim Forn

Sin pretender que este hilo se convierta en un asunto político, no es el lugar, se trata de un jurista de mucho prestigio, y fue reconocido su impecable trabajo en dicho juicio tanto por personas favorables a los condenados como por los contrarios.

Personalmente no es que me agrade el personaje, el estilo, las formas del Sr. Flores, bueno, por lo poco que sé de sus tertulias, participaciones televisivas, etc., aunque en realidad no tengo mucha base para formarme una idea completa ni de él ni de la Sra. Carrasco, Telecinco no es una cadena de mi agrado, sus programación está lejos de mis preferencias, aunque no es el tema aquí.

Suelo decir que no me gusta el flamenco, pero si escuchas a Paco de Lucia, ves bailar a Sara Baras, etc., debes reconocer el talento, rebosa por todos los poros...  y  normalmente lo reconoces en pocos segundos.

Aquí yo diría que es algo similar, no se trata de que nos agrade uno de los personajes, y nos disguste el otro, se trata de convertir a la televisión en una sala de juicio por capítulos, donde unos tertulianos se constituyen en fiscales, acusaciones particular, jueces, jurado, abogados defensores ... me parece algo extremadamente peligroso, sin embargo resulta que que a nivel colectivo nos pareced lo más normal del mundo, y además parte de los tertulianos no son siquiera periodistas, y el folletín/programa ese se permite el lujo de poner como tertuliano/a a algún/a jurista que no acabo de entender como se presta a ello.



Carrasco versus Flores

Fuente: La Vanguardia - 06/04/2021 00:25 Actualizado a 06/04/2021 02:57 Xavier Melero.

La presunción de inocencia es una cosa muy curiosa. Se ve enseguida cuando uno se fija en cómo funciona en la práctica. Y hablo tan solo del sistema legal: es evidente que en el mundo de los medios de comunicación y las redes sociales hace tiempo que ha fallecido, de lo que podría dar buena cuenta el señor Teddy Bautista.

Empieza a disminuir cuando alguien interpone una denuncia y esta es admitida a trámite. De hecho, disminuye tanto que hasta es posible que un juez, aún en esa fase embrionaria, decrete la prisión provisional.

Es muy peligroso convertir el debate sobre el maltrato a las mujeres en un entretenimiento banal


Sigue menguando cuando el sujeto va a juicio y, por si acaso, se acuerda el embargo de sus bienes. Y no queda casi nada cuando se dicta una sentencia condenatoria, aunque aún exista la posibilidad de apelarla. El acusado va viendo como disminuye progresivamente según le vaya en las diferentes etapas judiciales, hasta quedarse prácticamente con el saldo a cero.

Sin embargo, si después del juicio nuestro hombre obtiene una absolución, el fenó­meno se invierte. Respecto de ese concreto hecho por el que fue acusado, su presunción de inocencia es más fuerte que la de cualquier otro ciudadano. Todos podríamos haber sido el asesino. Todos menos aquel que pasó por el filtro judicial con éxito y ya no puede volver a ser juzgado por el mismo crimen.

Les digo todo esto pensando en el documental Allen v. Farrow (HBO, 2021), que ha sido la tribuna desde la que la señora Farrow ha podido exponer su particular versión de una historia (los presuntos abusos cometidos por el cineasta contra sus hijos menores de edad) sobre la que seguramente nunca llegará a saberse toda la verdad.

Obviamente, la señora Farrow está en su derecho a decir lo que le dé la gana, sobre todo dado que el señor Allen es un personaje importante, que ha dispuesto durante los treinta años que llevan de disputa de importantes altavoces mediáticos para dar su versión de los hechos.

Sin embargo, y aquí está la clave de la cuestión, lo que no se puede hacer es obviar que el señor Allen pasó por el filtro de la Fiscalía de Nueva York y resultó definitivamente exonerado de cualquier responsabilidad. Que, por tanto, goza de esa presunción de inocencia reforzada de la que les hablaba antes.

Lo pienso, también, dándole vueltas al contencioso Carrasco v. Flores (Telecinco, 2021), a raíz del reportaje con esas confesiones en las que la señora Carrasco relata años de malos tratos a manos de quien fue su cónyuge, un tal señor Flores, personaje recurrente de esos programas llamados del corazón (y otros órganos y vísceras situados más abajo). El dato por retener es que el señor Flores también ha sido sometido a investigación oficial y ha salido indemne de ella hasta la fecha.

Como en el caso Farrow, aunque en una versión más cañí, con guardias civiles y tonadilleras de por medio, no estará de más que extrememos el cuidado ante temas tan delicados. La violencia contra la mujer ha de ser abordada con la máxima consideración y sin prejuicios, pues hablamos de una de las más ominosas lacras de nuestra sociedad. De esas que hacen que uno se pregunte cómo la prosperidad y la modernidad no solo no hacen disminuir, sino que, en algunos casos, incrementan la crueldad, el egoísmo y la maldad que solían asociarse al atraso y la miseria.

Y algún prejuicio llega a generar la naturaleza del medio por el que el mensaje se difunde. No creo pecar de mojigato si les digo que entiendo que todo lo que venga de determinado tipo de programas y de según qué cadenas debe ser cogido con guantes y una buena dosis de desconfianza. Sobre todo, cuando se trata de medios donde prosperan supuestos debates en los que se vocifera con la mayor ligereza sobre las cosas más importantes, despojándolas de todo sentido social y reduciéndolas a un intercambio de exabruptos entre hooligans del colorín.

Porque nos movemos en un difícil equilibrio entre lo necesario y lo peligroso: en una compleja zona gris que exige prudencia. Poca reflexión hace falta para afirmar que es imprescindible prestar un altavoz mediático a las víctimas y facilitarles un vehículo de expresión masivo para combatir la violencia de género. La misma que para decir que es extremadamente peligroso trivializar la presunción de inocencia y convertir el debate sobre el maltrato a las mujeres en un entretenimiento banal, en el que valga lo mismo ser partidario que detractor y todas las opiniones acaben por contar lo mismo. Aún más cuando el señor Flores, por muchas que sean las dudas que nos genere su imagen pública y su modo de ganarse la vida, goza plenamente de esa presunción legal. Y, de momento, los veredictos de inocencia y culpabilidad no se dictan a base de tuits o de debates en prime time .

Esta conclusión puede resultarle insatisfactoria a mucha gente, sobre todo a la señora Carrasco, pero es imprescindible recordar que la piedra de toque de los derechos fundamentales se evidencia cuando exhiben su eficacia en situaciones socialmente impactantes, emocionalmente controvertidas o beneficiando a individuos que no son en absoluto de nuestro gusto.