Re: Me voy a Lisboa
Mientras el parón no haya sido debido a problemas de salud no vamos mal. La salud es lo más importante y sin ella no hay nada...
Me alegro de que hables de este "tiempo complicadillo" en pasado, son rachas que acontecen en la vida. Hay momentos buenos, regulares y malos y hay que pasar también por estos últimos porque nos dan experiencia y nos van haciendo fuertes.
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Ya veo que tu hijo es todo un terremoto, jajjaa, ¿a quién habrá salido? ;-) Supongo que lo que no se le ocurra a su hermana, se le ocurrirá a él y viceversa. Debe ser muy divertido y una gran alegría verles crecer.
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Sin duda es la sal y el aliciente y motor de nuestras vidas; los hijos para quienes sois padres, y las mascotas para los demás. Para otros será el trabajo, los viajes o lo que sea, pero no son comparables.
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Cierto es que por mucho que te quejes de si te han roto una figura de porcelana o -en el caso de los chuchos- han hecho sus necesidades en pleno salón, jajjaaaa, cuando no estás a su lado, les echas irremediablemente de menos. A mí me ocurre, que cuando tengo que salir, voy por la calle y me voy preguntando qué estarán haciendo, estarán nerviosos con mi ausencia y cuando vuelvo y me están esperando, se abre la puerta y comienzan a ladrar, es bajar del coche y abalanzarse a lamerme, como si no me hubieran visto en días y te produce un regocijo interior, algo dificilmente explicable con palabras.
Es una verdadera alegría.
Y cuando rompen algo y saben que se la van a cargar, te miran con cara de "yo no he sido", o "ha sido sin querer", que te da pena hasta castigarlos, jajjaaa. (Soy muy mala educadora, jajajaaaa)
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Porque me encanta inmortalizar los recuerdos es por lo que te dije que guardases los escritos que posteas sobre tus hijos. Estoy completamente segura de que, cuando sean más mayorcitos, les encantará leer lo que su padre pensaba de ellos y con qué orgullo lo transmitía a sus amigos del foro o a otras amistades. Les hará inmesamente felices.
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Yo guardo con amor unas libretas de mi madre con apuntes de cómo íbamos creciendo mi hermano y yo y qué nos iba ocurriendo día a día. Como una especie de diario de sus hijos.
Recuerdo que cuando se acababa de ir, no podía ni releer estos escritos de la emoción que me producían. Hoy en día, los leo con alegría, con cariño, con nostalgia y doy gracias a Dios (y a ella) por guardar estas libretas. No las cambiaría ni por todo el oro del mundo.
Un abrazo fuerte
P.D.: Me alegro de que no te hayas enfadado tanto como mi marido con la inocentada, jajjaaaaa. ¡Menudo susto que se ha llevado el guiri! ;-)
Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.