Jajaaaa, ¿madrugadaaa? jojojo, ¿Desde cuándo las casi 10 de la mañana son la madrugada? jajaaaa. Sonrisita divertida, jijiji. Bueno, un vecino tiene un gallo que canta a las 5 de la tarde, muy inglés él, se ve que les avisa a sus dueños del "tea time", jajaaa
Como a mí Antoine al entrar en el foro. Esta mañana ya me había reído con SPAU que ha robado los calcetines al jefe y le ves al paticojo corriendo detrás del peque, ¡lástima de cámara de vídeo!
Sí que soy inquieta, sí. Pero quien quiere encontrarme sabe cómo, ;-)
Me has recordado con esa frase la leyenda del ermitaño Haakon.
Cuenta una antigua leyenda que había un hombre llamado Haakon que cuidaba de una ermita. A ella acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta ermita había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle al Crucificado algún favor, una gracia, un milagro...
Un día el ermitaño Haakon, impulsado por un sentimiento generoso y sacrificado, se arrodilló ante la cruz y dijo:
- "Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto."
El Señor habló de esta manera: "Siervo mío, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición."
-¡Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda Señor! respondió el viejo ermitaño.
"Suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de guardarte en silencio siempre".
Haakon: - "Os lo prometo, Señor!"
Y se efectuó el cambio. Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al ermitaño, colgado con los clavos en la Cruz.
A nadie dijo nada, siempre en silencio, pero un día, llegó un rico, después de haber orado, dejó allí olvidada su cartera. Haakon lo vio y calló.
Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas después y se apropió de la cartera del rico.
Ni tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su gracia antes de emprender un largo viaje.
Pero en ese momento volvió a entrar el rico en busca de la bolsa. Al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. El rico iracundo le dijo al joven:
- "¡Dame la bolsa que me has robado!"
El joven sorprendido replicó:
- "¡No he robado ninguna bolsa!"
Rico: - "¡No mientas, devuélvemela enseguida!"
- "Le repito que no he cogido ninguna bolsa!"
El rico arremetió furioso contra él. Sonó entonces una voz fuerte:
- "¡Detente!"
El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al joven, increpó al rico por la falsa acusación. Este quedó anonadado y salió de la Ermita. El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje.
Cuando la ermita quedó a solas, Cristo se dirigió a él y le dijo:
- "Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio".
Haakon: - "Señor, ¿cómo iba a permitir esa injusticia?"
Jesús ocupó la Cruz de nuevo y el ermitaño se quedó ante la cruz.
El Señor, siguió hablando:
"Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.
El pobre, por el contrario, tenía necesidad imperiosa y vital de ese dinero.
En cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de zozobrar el barco y él ha perdido la vida.
Tú no sabías nada.
Yo sí sé. Por eso callo".
Y el señor nuevamente guardó silencio.
Moraleja:
"Muchas veces nos preguntamos por qué razón Dios no nos contesta. ¿Por qué razón se queda callado? Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír, pero, Dios no es así. Dios nos responde aún con el silencio. Debemos aprender a escucharlo. Su divino silencio son palabras destinadas a convencernos de que, Él sabe lo que está haciendo. En su silencio nos dice con amor: confía en Mí, que sé bien lo que debo hacer."
***
Y ahora mismo también creo saber lo que debo hacer, ir a cortar judías verdes, jajaaa. Espero no cortarme con el cuchillo y si me corto, que sea por un bien que ahora mismo no entendería...
Un abrazo fuerte, silencioso.
No siempre el que calla otorga y no siempre quien más habla tiene la razón. Y el tiempo se la da, pausada y calladamente a quien supo callar, a pesar de las muchas e injustas insinuaciones.
¡Sed felices!