Y si en vez de elegir presidente, confeccionamos la chaqueta de presidente
Eso, y cada cuatro años eligiéramos al mangante que ha de ponérsela, a ver si el chorizo queda a la altura de la miga que lo envuelve.
Dado el coeficiente de nuestros próceres, añadiríamos un criterio de glamour a la ceremonia de las elecciones cambiando talante por talento.