Hace años me encontré a un judío ladino, bastante mayor, en un Starbucks de Santa Mónica (en Los Ángeles), con el que jugué varias partidas al ajedrez mientras hablábamos de España y de la nefasta "política migratoria" de los Reyes Católicos. Hablábamos en castellano; pero él con su castellano medieval y yo con el nuestro de todos los días. Y sabes? Me decía constantemente: "Ustedes nos echaron...!". Y es que en su familia todavía conservaban la llave de su hogar en Sepharad; un hogar que ya no existe, excepto en su recuerdo como comunidad.
Esa gente ama a España. Pero lógicamente, tienen un sentimiento contradictorio. Es de justícia que España les reconozca su amor por nuestro país y salde las deudas pendientes. Por otro lado, dudo que vuelvan, porque todos están establecidos en Estados Unidos, en Turquía o donde sea. Y les va muy bien. Pero estoy seguro que muchos optarían por la nacionalidad española por romanticismo y para honrar a sus antepasados. Saben de dónde vienen...
Un abrazo!