Bon día, Andreu Jordi.
Si me has leído desde años ha que peregrino por tan hermosas tierras rankiana y trato de no despeñarme por los escarpados desfiladros pro-anti independentistas, sabes que intento mantener una posición integradora (que no nacionalista hispánica) de la compleja mixtura de todos los maravillosos pueblos-tradiciones-lenguas que conforman España.
Maleducados, déspotas, ladrones, expoliadores, traidores, opresores... bla, bla, bla,bla... hay tanto en la España cañí como en la Catalunya independentista; pero llega un momento en que la inmensa paciencia castellana de, aquí el menda, se colma al atronar en mis trompas de Eustaquio el chirrido obstinado de que los mesetarios roban-expolian-oprimen-expulsan-sangran-niegan cultura y lengua.... a Cataluña, como único soniquete de fondo para defendr el deseo independentista de una parte (no todos) de tan hermoso y admirado pueblo.
Se ha lanzado en las últimas décadas una campaña de márketing de tal magnitud por ciertos sectores interesados (económicamente, claro) para fomentar el independentismo, así como la opresión de España (estado) y el desprecio-envidia... de los españoles (ciudadanos) hacia Cataluña, que al final ha calado desde la tierna infancia hasta la dura senectud.
Steve Jobs dijo "“nuestros clientes no saben lo que quieren hasta que no se lo mostramos” y es lo que se ha hecho en este caso y cada vez de forma más constante y ostensible desde los poderes hacia una sociedad desorientada y carente de valores; el problema es que ni catalanes, ni el resto de españoles, ni la inmensa mayoría de los ciudadanos, mantienen la más mínima consciencia racional ni reflexiva, siendo verdaderos indigentes intelectuales al delegar (como aburguesados) en los poderes públicos su cuidado (plebeyos, oh, tiernos infantes desvalidos) y la capacidad de sopesar alternativas, meditarlas y juzgarlas con asertividad, pragmatismo y objetividad.
Saludos con un pensamiento crítico desarrollado e independiente.