Evitando por lo menos, la desigualdad en las rentas y favoreciendo la redistribución de las mismas o su reparto más justo y equitativo.
Las rentas bajas que no consumen es porque están o no llegan al límite de subsistencia y no consumen porque no quieran, sino que lo harán obligatoriamente ante la necesidad y eso aunque la perspectiva de esos bienes sea a la baja y harían mejor en esperar.
El riesgo de deflación, como el de inflación lo son porque se retroalimentan en una espiral nefasta, es decir la gente deja de comprar ahora y espera si baja el precio o compra ahora y acumula si piensa que subirá el bien.
Esto hace revolver "en su tumba" a los que piensan que toda redistribución o intervención en un mercado de asignación eficiente (todo el mundo tiene lo que se merece)haría desincentivar el esfuerzo y ya no sería Pareto eficiente o que cualquier variación perjudique a otro.
A diferencia de los talibanes, algunos pensamos en que cualquier intervención no vale, pero SI SE PUEDE buscar un equilibrio:
TEOREMAS FUNDAMENTALES DE LA ECONOMIA DEL BIENESTAR
Como hemos visto, el primer teorema es generalmente considerado como la confirmación analítica de la hipótesis de “la mano invisible” de Adam Smith. En otras palabras, la confirmación de la percepción que mercados competitivos llevan a una asignación eficiente de los recursos económicos. En ese sentido -se alega- el teorema apoya la no intervención estatal en asuntos económicos: déjese que el mercado opere libremente y el resultado será eficiente en términos de Pareto.
Sin embargo, se ha sugerido que la situación descrita en el primer teorema depende -a fin de llegar a la eficiencia de Pareto- en ciertas condiciones, conocidas en su conjunto como de competencia perfecta. Sin embargo tal condición es un ideal que no existe en el mundo real. Por ejemplo Greenwald y Stiglitz publicaron un teorema (el llamado Teorema de la Asimetría de la información) que establece que, en la presencia ya sea de información imperfecta o mercados no perfectamente competitivos, el resultado no es eficiente en términos de Pareto. Sigue que en la mayoría de las situaciones de la economía en el mundo real, esas desviaciones de las condiciones ideales deben ser tomadas en cuenta.
Adicionalmente se ha alegado que eficiencia en términos de Pareto no es ni una definición precisa de “eficiencia” ni equivalente a deseable. El término “Óptimo de Pareto” simplemente indica una situación en la cual no se puede mejorar la situación de alguien sin hacer que algún otro sea peor . Por ejemplo, si un individuo posee el 99% de la riqueza y el 99% de la población se reparte de alguna manera el otro 1%, eso es un Óptimo de Pareto, en que no se puede mejorar la situación de ese 99% sin reducir la del individuo que tiene todo. Pero igualmente óptima para Pareto seria la otra situación en la cual cada individuo en una sociedad tenga exactamente lo mismo que cualquier otro. Lo mismo se puede decir de las numerosas posibilidades intermedias. Desde el punto de vista del Óptimo de Pareto, no hay un criterio que permita seleccionar una como preferible a las otras. Esto implica que el criterio de optimalidad de Pareto es débil en relación a elegir propuestas concretas que maximicen el bienestar general.
En consecuencia Amartya Sen señala que sigue que pueden haber muchas situaciones que son eficientes en término de Pareto sin que todas sean igualmente deseables o aceptables desde el punto de vista de la sociedad (o sus miembros).
Aún más, pueden haber situaciones que no son óptimas de acuerdo con Pareto pero que sin embargo son preferibles desde el punto de vista general. Por ejemplo, en una situación hipotética en la cual el 10% de la población poseyera el 90% de la riqueza general y el 90% restante de la población poseyera el 10% de la riqueza, medidas redistribuidas podrían ser vistas en general no sólo como equitables, sino que podrían tener un efecto positivo en la economía general, en la medida que un aumento en la demanda puede incrementar la producción. Un argumento en ese sentido es avanzado por Davis.
Sin embargo tal sugerencia implica la necesidad no solo de un criterio económico para efectuar la redistribución sino un mecanismo efectivo. Adicionalmente, si, por cualquier motivo aceptamos que los mercados son el mecanismo, si no inmejorable, por lo menos el más efectivo en regular una economía a fin de lograr equilibrio competitivo o, alternativamente, creemos que es conveniente en términos, por lo menos, políticos, minimizar las intervenciones del estado, esto impone una demanda adicional sobre las posibles soluciones.
El segundo teorema establece que, de la totalidad de posibles resultados que son eficientes en términos de Pareto, se puede lograr uno específico a través de simplemente alterar las condiciones iniciales y posteriormente dejando que el mercado actúe libremente. En otras palabras, que se puede “escoger” uno de esos resultados a través de la distribución o redistribución general a la población de una “suma de riqueza” adecuada. Por ejemplo si se distribuye toda la riqueza de la sociedad igualmente entre sus miembros, esa distribución llevará -según el argumento- a un Óptimo de Pareto. Y, si se asume además que se está en una situación de competencia perfecta, esa distribución será estable, tenderá a perpetuarse en el futuro.
Esto sugiere que la intervención estatal tiene un papel legítimo en política económica : la redistribución nos puede ayudar a implementar, seleccionando entre todos esos posibles resultados Óptimos de acuerdo con Pareto, aquel que tenga las características deseadas, no solo de acuerdo con criterios externos (por ejemplo: ético o políticos) sino de racionalidad económica y bienestar social. Por ejemplo, la propuesta por Lerner.
Posibles soluciones a este problema envuelven, entre otras, consideraciones de “compensación” a quienes sean afectados negativamente por las políticas redistributivas. Varias propuestas existen en ese sentido
y tienen una cierta atracción dado que la propuesta: “ se basa en la noción que es probable que pocas políticas vayan a beneficiar (directamente) a absolutamente todos, y que, si ese fuere el criterio quizás seríamos capaces de implementar muy poco”. Así, por ejemplo, si las políticas redistributivas realmente incrementan la producción (a través de un incremento en la demanda) el incremento en las ganancias que resulten de un proceso redistributivo pueden ser vistas como la compensación necesaria por la demanda en la riqueza (impuestos) que la redistribución impone.
http://es.wikipedia.org/wiki/Teoremas_fundamentales_de_la_econom%C3%ADa_del_bienestar#Discusi.C3.B3n
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ACLARACION
Obviamente no es redistribución, ningún delito que suponga coger dinero público para engordar el privado propio.
Un saludo