Una 'tormenta perfecta' sobre el euro
Como todas las películas de Hollywood sobre catástrofes, ésta comienza con planos que presentan a personajes complacientes, brindando a lo largo y ancho de Europa por 2015, "el año de la recuperación", e incluso, quizá con un par de copas de champán de más, afirmando que "la crisis es historia del pasado". En las oficinas de brokers internacionales apenas quedan analistas de guardia que justifican las primeras señales de alarma atribuyéndolas a la nueva entrada en actividad del volcán griego, con el que, por increíble que parezca, nadie parecía contar ya en 2015. En las primeras sesiones bursátiles de año, las principales plazas de la zona euro sufren desplomes de entre el 3% del DAX alemán y el 4,8% del MIB italiano. La rentabilidad del bono español repunta hasta el 1,6%, el Ibex pierde un 3,45% y el euro marca nuevos mínimos por debajo de 1,2 dólares.
Efectivamente, la convocatoria adelantada de elecciones en Grecia y la campaña electoral emprendida por Syriza han generado una onda sísmica digna de consideración. La caída del euro sorprende por su rapidez: en cuestión de minutos, volvió a su nivel mínimo desde marzo de 2006, obligando a replantear las previsiones para 2015, que calculaban que el año cerraría con una media de cambio con el dólar de 1,19. Para elaborar las nuevas proyecciones, los analistas vuelven a tirar de estadística y reparan en que el Break-up-Risko, índice de riesgo de ruptura del euro que elabora el instituto Sentix, vuelve a superar el 20%, como en agosto de 2013. "Sí, creemos que Europa es el riesgo financiero global número uno para 2015", confirma Ian Bremmer, estratega de Eurasia Group.
La parte más visible de la supuesta catástrofe, las más peliculeras escenas de pánico, tienen lugar en Grecia. Ante la posibilidad de que un amago de impago de la deuda de lugar a un corralito o incluso a la vuelta al dracma, los griegos han acudido masivamente a los cajeros automáticos y a las ventanillas de sus bancos y han sacado 3.000 millones sólo en diciembre, para intentar conservar su dinero y porque quieren conservarlo en euros. Pero, seguramente sin saberlo, corren contra corriente. La cantidad de euros mantenida en reservas asignadas cayó hasta 1,4 billones en el tercer trimestre, o sea el 22,6% del total, desde el 24,1% de finales de junio. Se trata del porcentaje más bajo desde 2002, un 28% inferior al de 2009, y quiere decir que los bancos centrales del mundo se deshacen de euros a toda prisa.