Son razones diversas que hasta aquí me han traído. Posición que mantengo desde hace ya mucho tiempo.
Pero la fundamental es que no tengo ningún interés en malgastar ni un segundo de mi tiempo con fulleros mentirosos y finalmente ladrones. Valen lo mismo que su palabra imposible de llevar a término, porque sencillamente no puede ser o porque no existe la menor intención de que sea, y por tanto irremediablemente incumplida en el futuro próximo. Nada. La ventaja de mi posición es que jamás me podrán decepcionar porque no espero nada de ellos. Seré lo que pueda lograr con mi propio esfuerzo y con la colaboración e inestimable ayuda de algunas personas cercanas que si son merecedoras de confianza.
Ningún político ha ganado unas elecciones ni las ganará contando la verdad. La verdad siempre es mas fea que la mentira y casi nadie la compra. La mentira suena mucho mejor aunque siempre termina saliendo mucho más cara. Ellos lo saben. Nosotros también lo sabemos, pero se lo seguimos comprando. Por eso funciona así.
Evidentemente, existen opciones políticas que no votaría porque sencillamente, de forma acertada o no, no creo en ellas. Con otras puedo mantener mayor afinidad, pero de qué me sirven si se que quien se postula me está engañando.
Alguna vez he llegado a pensar que si se permitieran los votos negativos igual me animaba. Sólo por putear al que me caiga peor. Pero igual tampoco voy porque me lo están poniendo muy difícil.
Esa es mi actitud y mi posición que cada vez alimentan más con la suya. Entre elegir algo que no me agrada o acudir a votar tapándome la nariz, mi decisión es quedarme en casa. Que les den a todos ellos sin excepción.