Su nuevo compañero de trabajo puede ser un robot
En el Foro Económico Mundial de este año ya se avanzó que la llamada revolución industrial 4.0, la de la automatización, destruirá cinco millones de empleos para 2020 solo en los países más industrializados del mundo. Ford no es tan optimista. Este escritor e informático de Silicon Valley no apunta solo a recepcionistas, tenderos o camareros, que serán los primeros en caer. También opina que abogados, contables o ingenieros podrían perder su empleo dentro de no demasiado. “Adquirir más capacidades o más títulos académicos no nos protege necesariamente de la automatización del trabajo”, escribe. Por ejemplo, la radiología es una especialidad médica basada en la interpretación de imágenes clínicas. “Los ordenadores son cada día mejores analizando esas imágenes. Es muy fácil imaginar que un día no muy lejano la radiología será un trabajo realizado casi exclusivamente por máquinas”, sentencia.
La consultora española Cumbria se dedica, entre otras cosas, a evaluar el potencial de robotización de distintos negocios. “El 99% de los procesos de los call centers los pueden llevar a cabo robots, el 94% en el caso de los departamentos de recursos humanos”, explica Vicente Lage, presidente de la citada firma. Hay programas que pueden realizar todos los días revisiones de cuentas, conciliaciones de saldos y otras tareas relacionadas con la contabilidad. Las auditoras, acostumbradas a trabajar con muestreos, han acogido de brazos abiertos la posibilidad de poder examinar el 100% de las operaciones gracias a la robotización, explica Lage. También hay software capaz de hacer análisis de riesgos financieros, “aunque es cierto que la máquina no puede comentar sus resultados con colegas y ponderar su decisión”, matiza.
Banca, seguros, energía, telecomunicaciones e industria son otros sectores que ya están apostando por programas a medida para realizar determinadas tareas. Eficiencia, disponibilidad de 24 horas y confidencialidad son algunas de las ventajas de los robots. Aunque la principal es el coste: “Nuestros programas más complejos cuestan unos 8.000 euros, mientras que el coste laboral de un empleado de back office es de al menos 25.000 al año”, ilustra Lage.
La robotización de las oficinas provocará cambios mucho más profundos de lo que esperamos. Y lo hará pronto. “La cruda realidad es que la gran mayoría de la gente estudiará una carrera, se especializará y aprenderá idiomas para buscar trabajo estable y, sin embargo, no lo encontrará”, augura Ford en su libro. Si sus previsiones son ciertas, la experiencia de los Joad en Las uvas de la ira pronto nos resultará familiar.
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