Cumbre de Copenhague
La difusión mediática de la nueva cumbre del clima no puede ser mayor. Grandes propósitos al menos en teoría se suceden entre los diferentes países, insistiendo en la necesidad de reformas que salven nuestro planeta. Hasta China se compromete a emitir menos CO2, y Barack Obama se convierte en uno de los estandartes del cambio climático. A simple vista parece que esta vez será diferente.
La dudas que a mí me surgen son:
Parece ser que esto será un acto faraónico de propaganda del clima, ya que de la cumbre no saldrá ningún acuerdo vinculante, nada más que un código de conducta entre los países, y la experiencia demuestra que éstos no se cumplen.
La vaguedad de las propuestas de reducción de emisiones, ya que se toman años cuando la emisión de gases eran mucho menores a la base tomada para Kioto, por lo que en el caso de que se cumpliesen, las medidas son insuficientes.
Las sugerencias de las potencias desarrolladas a los países emregentes de reducir sus emisiones se han tornado en un conflicto, ya que suponen frenar el crecimiento de los más pobres. Éstos contestan que ellos no tuvieron frenos de contaminación durante su crecimiento. ¿Quién tiene ahora derecho a contaminar?
Un perverso incentivo surge cuando las medidas ecológicas de los países se vinculan a lo que otros países hagan (contamino menos si tu contaminas menos).
El resultado de esto es un dilema del prisionero en el que se llega a un equilibrio de Nash donde el resultado global para el planeta es el peor posible.
Después de esta reflexión, me gustaria preguntaros si compartís mis dudas, o si sois más optimistas que yo, y si hay motivos fundados de tener esperanza.
Saludos.