Confundiendo a las masas, el fantasma de la España dividida resurge en RANKIA
Mirando al pasado, hace cerca de doscientos años los españoles se han enfrentado, de forma violenta, ideológicamente hablando. Parecía que desde 1975 este fenómeno había desaparecido, pero la reciente crisis de Irak y el actual gobierno crispador de ZP, ha vuelto a hacer resurgir el espectro de la España dividida.
Por lo que a buen seguro que cualquiera que lea el tema de hoy, y vea que hablar de las dos Españas es rememorar épocas que todos quieren olvidar (no en rankia, al parecer), pero la realidad es que los acontecimientos vividos en el últimos días en los foros, las diferencias dialécticas que se han planteado ideológicamente y los casos de violencia dialéctica demostrados, hacen entrever que si los líderes del foro no promueven un cambio de timón, nos podemos encontrar de nuevo con que nos derivamos hacia el enfrentamiento de las dos Españas en el foro.
Observando la historia de nuestro país, se puede comprobar que el hecho se remonta hasta doscientos años, sin que en la actualidad pueda decirse que se encuentra erradicado, lo único es que durante determinados períodos de tiempo se ha encontrado aletargado.
Cuando la guerra de la Independencia dividió en cierto modo a la nación española en dos mitades, uno los constitucionalistas, divididos a su vez en afrancesados y partidarios de la Constitución de 1812 y los absolutistas, partidarios del poder absoluto del monarca. La vuelta de Fernando VII al hogar patrio generó una oleada de violencia contra los que habiendo luchado hasta el límite de sus fuerzas por el rey, se consideraban defensores de la pepa, nueva Constitución, cayendo en el paredón don Juan Martín “El Empecinado”(ojo no el de rankia), Lacy, Vidal y otros. Con esta represión nacieron las dos Españas, desde el momento que cada una, en sus momentos de poder querían acabar con la otra según quien estuviera en el gobierno.
Al implantar la Constitución de 1812 en 1820 retrocediendo al absolutismo en 1823, las agitaciones políticas de 1834, 1837 y 1840, las sublevaciones de 1843, la revolución de 1854 y la contrarrevolución de años después, el alzamiento de 1868 y el golpe de estado de 1874, la paz ficticia preconizada por Cánovas del Castillo y la eclosión brutal de la guerra civil de 1936, son todos casos en donde se han enfrentado las dos Españas con anterioridad.
El fenómeno de la España dividida aparece históricamente cuando un partido político ha triunfado en las urnas y su contrario quiere alcanzar el poder conquistando previamente la calle (como dicen que diría Fraga, aunque nunca lo reconoció " la calle es mía", que no es el caso).
El recurso a la agitación de las masas contra el poder constituido nace durante los años 1837 y 1840, principalmente éste último año, en el cual el general Espartero alcanzó el poder y la regencia del reino, gracias al apoyo que le prestaron las manifestaciones populares y la milicia nacional.
El proceso se repite a lo largo de la historia. Contra un gobierno legítimamente constituido se inicia un estado de crispación, lanzando acusaciones fundadas o infundadas en los medios de comunicación social y presionando a las capas más desfavorecidas de la sociedad para que protestaran enérgicamente por la obtención de unos mínimo derechos (en estos momentos no es el caso pues las fuerzas sindicales están silenciadas por el gobierno). El partido denotante de esta agitación era por supuesto el que no se encontraba en el poder (que no es el caso actual). De esta forma y señalando ideológicamente, con un rasero comprensible, en 1837, 1840, 1854, 1868 y 1934 (revolución asturiana), la crispación la inició la izquierda. En 1843, 1874 y 1936 fue en cambio la derecha. Tal como se observa, siempre inicia el estado de crispación el que no posee el poder (que no es el caso actual).
Desde 1975 parecía que la generosidad y el olvido de rencillas pasadas haría desaparecer el concepto de las dos Españas y de hecho así ha sido durante más de veinticinco años, hasta la desgraciada aventura del ataque a Irak, en donde los fantasmas del pasado han vuelto a la sociedad española.
Como siempre, uno de los partidos hegemómicos, el que no ocupa el poder a través de las urnas, en este caso espoleado desgraciadamente por un partido residual y trasnochado, ha iniciado un estado de crispación, que ha llegado a desestabilizar hasta la tranquilidad y sosiego que debe existir en las familias. La guerra de Irak, potenciados sus efectos por la clase política, ha llegado a herir la sensibilidad de las personas y ha logrado el enfrentamiento de padres contra hijos y hermanos contra hermanos.
La historia se repite cíclicamente y cuando un partido quiere alcanzar el poder a través de la calle y no por medio de las urnas, está resucitando, sin saberlo o conscientemente el enfrentamiento entre las dos Españas.
Se hace necesario apagar fuegos.
Un saludo!