El afer Eurobank y el "defensismo revolucionario" (Parte 1ª)
Para un revolucionario de izquierdas, el afer Eurobank contiene elementos de mucho interés para el análisis de las dinámicas fascistas. El fascismo es, como la guerra imperialista, una de las acciones políticas drásticas que el sistema capitalista genera periódicamente para sus asegurarse el cumplimiento de sus propios fines de lucro y predominio. En situaciones de democracia formal burguesa, tanto el fascismo como la guerra imperialista se producen con el apoyo de una “mayoría” suficiente de “apoyo popular”. Naturalmente, este “apoyo popular” que obtienen los capitalistas y sus aliados para una guerra imperialista, bien directamente, bien mediante la vía intermedia de promoción de un fascismo – considérese aquí el caso del ascenso al poder de Hitler, que fue promovido por los capitalistas para que la crisis económica provocada por ellos en Alemania no desembocara en una revolución socialista de izquierdas continuación de la que tuvo lugar en Rusia en octubre de 1917 (*) – requiere la creación y existencia de unas condiciones previas “suficientes” y necesarias para que se produzcan las eventuales “mayorías” con las que los capitalistas “legitiman” sus guerras imperialistas o sus fascismos.
En el caso de las guerras imperialistas, el elemento básico que los capitalistas ponen en juego a través de la prensa burguesa es el llamado “defensismo”, intensificación ideológica revolucionaria del “patriotismo”. En el caso de la campaña imperialista de George W. Bush, el elemento activador del “defensismo revolucionario” que le ha llevado a revalidar una “mayoría” en la democracia burguesa norteamericana para continuar sus operaciones de guerra es el llamado “terrorismo islámico”, una temible e imprevisible red creada a partir de los trabajos de instigación realizados por las propios servicios de inteligencia de los Gobiernos imperialistas cuyo fin consiste precisamente en garantizar en el momento adecuado, suficiente material con el que difundir el “defensismo revolucionario” a través de la prensa burguesa. Los efectos de este “defensismo” frente al “fenómeno terrorista” llevaban siendo estudiados y perfeccionados por los servicios secretos imperialistas en el “laboratorio palestino”, en el cual el pueblo israelita y el pueblo palestino son los rehenes macabros de los “experimentos” de guerra del imperio.
(*) Posteriormente, tras la II Guerra Mundial, Stalin terminó por enterrar la revolución socialista de izquierdas mediante su pacto con los imperialistas burgueses en Yalta, a cuenta de sus propios deseos imperialistas “eslavos”.
Si en la “guerra imperialista”, el elemento de activación sociológico de las mayorías que “legitiman” a los capitalistas es el “defensismo revolucionarios”, en el caso de que se prefiera una vía intermedia para dicha guerra a través de un fascismo, el elemento “legitimador” es la creación de una “amenaza interior”, bien sea mediante la creación a través de la prensa burguesa y de las redes de inteligencia de “problemas raciales”, “religiosos” o “identitarios” que la propaganda haga crear que constituyen una “amenza para el pueblo”. El fascismo llega entonces como el “salvador” o “la solución” a las amenazas convenientemente diseñadas y preparadas por los capitalistas para poder hacer posteriormente un “uso legítimo” del poder y promover finalmente, y en el caso en que no haya sido factible su promoción directa, el objetivo último que no es otro que la guerra imperialista, además por supuesto de impedir con todo ello la formación de movimientos revolucionarios de izquierda. Estos movimientos de izquierda que luchan contra la guerra imperialista y