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Inversores al descubierto

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ECONOMÍA
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Inversores al descubierto
De las muchas dudas que asaltan a los inversores estafados, una prevalece: ¿se recuperará el dinero depositado en los fondos filatélicos? Dos afectados por Gescartera y Eurobank exponen su experiencia
ITSASO ÁLVAREZ [email protected]/BILBAO

JOSÉ COTÓN. Presidente de la Asociación de Afectados de Eurobank. / FOTOS DE JOSÉ RAMÓN LADRA
«Entre las dos hemos perdido 276.000 euros»
-Amancio, ¿cree que recuperará todo su dinero?

-No queda otra. Sólo sé que no voy a volver a invertir. Haré como hizo aquél que escondía los chines en una pared de casa y lo tapaba con escayola.

De las muchas dudas que asaltan a los afectados por la estafa de Afinsa y Fórum Filatélico, una prevalece, la que Amancio, un afectado que prefiere refugiar su identidad en el nombre de pila, resuelve con nublado optimismo. El abogado Andrés Vilacoba, el primero que presentó una denuncia en el caso Banfisa, principal acusación particular en el escándalo de Gescartera, y que ya suma un millar de clientes por Afinsa y Fórum, no se atreve a aventurarle una cifra. «Cuando menos, recuperará una parte de la inversión», dice. Andrés de Ruz, socio del despacho Ariño y Abogados, estima que el asunto podría tardar en resolverse dos o tres años y que, después, a la hora de cobrar, rige una estructura de prioridades para pagar a los acreedores afectados: «Los trabajadores, Hacienda y, en última instancia, los clientes». Miles de clientes. Pero que, como se presupone que los activos de una empresa insolvente no llegan para hacer frente a sus deudas, la ley establece el pago de sólo un determinado porcentaje. La «parte» de la que hablaba el letrado Vilacoba.

«Si la inversión generaba intereses tan altos, ¿cómo fue posible que en todo el mundo sólo dos empresas, Afinsa y Fórum, se dieran cuenta?». La pregunta planea en un foro de Internet de afectados por estafas financieras. Con la facilidad para ver más allá que ofrece disponer del hecho consumado, la respuesta es un sencillo «el fraude se veía venir». Se lo había figurado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) cuando en abril de 2004, de forma anónima, contrató productos de ambas entidades y comprobó que no contaban con garantías suficientes. «Se ofrecían altas rentabilidades -entre el 6 y el 8%-, pero la garantía de estas inversiones, que las entidades se comprometían a recomprar a un precio superior al invertido, según el valor de catálogo, no superó el 16% del dinero invertido», explica José María Múgica, director del colectivo.

«Lamentablemente, no nos sorprende nada de lo que está pasando», añade. Quizá porque no es novedad. Una docena de casos y unos 5.000 millones de euros perdidos viene a ser el balance de los principales escándalos en que se han visto implicados en las últimas tres décadas miles de ahorradores por fiarse de quienes prometían duros a pesetas. Personas atrapadas con el señuelo de los valores filatélicos, en algunos casos, de las propiedades inmobiliarias, en otros, y que acabaron con los dedos pillados y vieron incluso que los responsables de las estafas ni siquiera iban a prisión.

«Crisis insalvable»

Manuel Pardos, director de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorros y Seguros (Adicae), plataforma que agrupa al mayor número de estafados por los fondos filatélicos y que ha facilitado el contacto con los protagonistas de este reportaje, es negativo. No duda en calificar el mazazo financiero que hoy afecta a 350.000 clientes como «la mayor catástrofe económica de los últimos años» y como «crisis insalvable».

Cierto es que la experiencia es un grado. Dos 'sufridores' por dos de las engañifas más escandalosas sucedidas en España -Gescartera, 2001, el fraude que tocó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y a Hacienda; y Eurobank, 2003, el caso más reciente- se prestan a narrar su calvario. Hablan de las sensaciones de frustración y desamparo que se padecen por un dinero volatilizado por en

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JUAN JOSÉ MORENO RAMOS

Afectado por Gescartera

«De 72.000 euros, he recuperado 900»

La Bolsa era poco menos que una «ciencia oculta» para Juan José Moreno cuando, sin consultárselo, la agencia de valores Gescartera optó por jugar con los 72.000 euros que Juan José había sacado de la venta de un piso y que iba a destinar al pago de otra vivienda. «La idea era retirarlo en un par de años o tres, cuando hubiera rendido algo, y liquidar la hipoteca», dice. «Aquel 14 de junio de 2001 me presenté en las oficinas para reclamar lo que era mío. 'No hay estafa', me decían. ¿Pero si aparece en todos los periódicos!». Recuperó una parte ínfima, 900 euros. No ha visto más, aunque sigue cotizando por los dividendos que sus 'acciones-fantasma' le generan. «¿Dónde está mi dinero?», pregunta cada año que pasa en su banco. Y la historia se repite: le enseñan, sobre el papel, cómo oscila su inversión. Sube, baja, sube, baja. «Me reconocen que es un dinero mío, nada más». La sorpresa de encontrarse los 71.400 euros que restan se hace de rogar. «Sigo peleando, mando cartas, pero ya no recibo ni respuestas. Quizá se resuelva cuando salga el juicio para los que, aun sin quererlo, éramos accionistas».

«Era un dinero claro, transparente, lo tenía declarado. Dinero honrado. ¿En qué me equivoqué?», se dice. Juan José Moreno se dejó llevar: «Me dijeron que la ONCE, Caja Madrid, la Iglesia, la Mutualidad de la Policía y no sé qué otra institución estaban metidos en Gescartera. Y me fié, claro que me fié. Tiene que ser normal, pensé. Nada raro». A medida que la agencia se dedicaba a desviar el dinero de sus clientes, lo ocultaba con operaciones ficticias de compraventa diaria de acciones. Se manejaba en dinero negro el doble de los fondos declarados.

El asunto se le escapaba de las manos a Juan José Moreno, pequeño empresario de Madrid, que veía que, a medida que avanzaba la investigación, el 'agujero' crecía. Recurrió a la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas de Ahorros y Seguros (Adicae), que organizó la defensa de buena parte de los 2.000 afectados.

Algo más cambió para Juan José Moreno. «Ya no invierto. Tenemos una sola vida y el poco dinero que saco lo dedico a pasarlo bien con mi familia. Quién sabe, a lo mejor yo tuve oportunidad de ser un estafador y lo dejé pasar. Me podía la conciencia de hacer lo correcto». Preside la Asociación de Enfermos de Alzheimer de Torrejón de Ardoz. Todavía le quedan cinco años de hipoteca. «Me lo quito en unos años, pensé. Y así fue. Me lo quito, pero de golpe y porrazo, de la imaginación».

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