Esto es todo gallego: depende.
Básicamente es lo que ha explicado @Moclano, pero entendido en su literalidad. Creo que se entenderá mejor si lo expongo por pasos.
1. Tengo un objetivo financiero. Este objetivo, ya sea guardar y que quede como herencia (muy largo plazo), guardar por si acaso me quedo en paro pero lo mismo no (corto plazo), comprar un piso dentro de 5 años (medio plazo) o renovar el coche dentro de 10 (largo plazo), tiene dos variables suficientemente definidas: cantidad (como objetivo o como posibilidades de ahorro) y plazo.
2. El plazo nos va a determinar la elección de activos en los que podemos invertir razonablemente. Así, si voy a corto no parece tazonale invertir en RV debido a su volatilidad; si voy a muy largo plazo lo suyo es que todo sea RV para maximizar la rentabilidad. Una inversión a medio plazo supondrá un equilibrio entre RF y RV (no hablo de cosas que brillan, criptobits y ladrillos, por simplificar) con el que el inversor se encuentre cómodo.
Así, por ejemplo, mi cartera conservadora a 5 años es un 20 % RV. El razonamiento es de una simplicidad que asusta: ¿Cuánto estoy dispuesto a aguantar que baje esta cartera? Un 10 %. Eso significa que si la bolsa vuelve a bajar un 50 % como en la crisis del 2008, y la RF consigue mantenerse constante, lo máximo que puedo llevar de RV es un 20 %. Listo.
3. Una vez que tengo claros cantidad, plazo y distribución de activos, elijo fondos. Los fondos también se van a ver influenciados por estos factores.
Siguiendo con el ejemplo de mi cartera conservadora a 5 años, en este plazo debo evitar todas las fluctuaciones que pueda. Una que puede tener efectos significativos es la divisa. Por lo tanto, todos los fondos de esta cartera o invierten en euros o cubren la divisa a euros. Mi cartera ganadera que va a muy largo plazo (15+) no cubre divisa.
Los fondos pueden elegirse ya en función de preferencias personales: por áreas geográficas de las sedes de las empresas, por país de los emisores de deuda o globales. Además habremos de diversificar el riesgo gestor, especialmente en la gestión activa. El número de fondos dependerá también en cierta medida de la cantidad absoluta de dinero que les vayamos a asignar, pero evitando la sobrediversificación.
En mi caso particular a mí me gustan los fondos en los que el equipo gestor tiene libertad para elegir empresas de calidad (con los criterios que menciona Moclano) o emisores en cualquier lugar del planeta. Pongo énfasis en la selección micro y la macro en mi caso es una consecuencia (para mí imponer la macro es como imponer cuotas de género, una discriminación positiva, injusta con las personas de valía, sea cual sea el género de estas). De aquí que en mi ganadera solo haya fondos globales. En la conservadora hay un global y uno Europa, pero esto viene condicionado por el plazo.
4. Cantidad, plazo, distribución de activos y fondos están ya elegidos. Ponderarlos es quizás lo más fácil si tenemos claro qué papel ha de jugar cada activo teniendo en cuenta los condicionantes anteriores.
Por ejemplo, si el papel de la RF es servir de contrapeso a la RV, lo máximo que podemos esperar de ella razonablemente es que cubra la inflación (si la supera ha de entenderse como una propina), porque si no se incurre en demasiados riesgos (bonos convertibles, high yield, etc.). Por ello parece razonable que un porcentaje se dedique a RF corto plazo y el resto a plazos medios con porcentajes que vendrán dados por los riesgos en los que incurran en función del plazo. Esto último aplica también a la renta variable.
Es necesario pues conocer en detalladamente los fondos. Ninguna tabla de números, ninguna instantánea de una cartera hoy nos va a decir si nos sirven o no; solo un conocimiento profundo de los riegos nos permitirá construir (y reconstruir si fuese menester) una cartera adecuada a nosotros y nuestros objetivos.